domingo, 10 de marzo de 2019

Madrid

Una vez fui a ver a un amigo que vivía en Boston. En su cuarto tenía un poster negro con unas letras rojas que decía:

“Cuando cierro los ojos veo Madrid”

El tráfico es un sonido de fondo, grande y constante, como una orquesta afinando. Un perro ladra a lo lejos. En el parque alguien corre, se oye el final de su carrera. Una ambulancia suena un buen rato de izquierda a derecha. La puerta de un coche se cierra en mi calle. Un coche pasa cerca de casa con el motor tan lento que le pican las bielas. Una moto civilizada va detrás; otra suena en su carrera con un dudo intenso persiguiendo a la ambulancia. Los loros se empiezan a despertar. Los operarios del camión en la esquina lo descargan. Un coche impaciente hace sonar el claxon. Llueve y las gotas hacen ruido al caer,ahora si tocando afinadamente      .

Al abrir los ojos veo los arboles verdes, la pinaza marrón, la valla pintarrajeada que nos separa de la M-30, la calle debajo del balcón y la penumbra en la que se ve como llueve, las farolas encendidas del parque y la niebla que intenta esconderlo todo. Varios paseantes llevan a sus perros sin hacer ruido.

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