miércoles, 15 de diciembre de 2010

No para de llover

Apretar los dientes y seguir adelante,
determinación.

Nadie nos echa, nos vamos
y, si queremos, nos vamos.
El viento sopla, no para de llover.
Y nos peleamos contra la lluvia
y encontramos gente.
La arbitrariedad solo lo es de fuera.
Pero el árbitro somos nosotros,
y el ruido del silbato es más fuerte:
resuelve y decide.

Juntos somos más fuertes.
Contra castillos nos volvemos gigantes.
Los retos son utopías.
Mirar lejos es mirar a las estrellas.
El retrovisor solamente encuentra al que adelantas.
Delante solamente el futuro.
Delante, el viento,
una puerta abierta con luz en la distancia.

Es mejor perderse que no buscar.
Nadie dijo fácil.
Nadie puso una alfombra roja.
Nadie abrió la puerta.
Fuimos nosotros
quien abrimos, y no fue una puerta,
fue una ventana para gritar.
Una ventana para contar:
que aquí estamos, que así somos,
que no nos moverán, a menos que queramos.
Que el mundo es nuestro.

Porque las estrellas ahí están.
Y el mundo se moverá, por fin,
como queramos que se mueva.
Crecemos día a día.
Nos hacemos más fuertes.
Nos hacemos más uno.
Nadie puede hacer mejor caldo.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
diremos que así fue, y por eso somos.

Como el bambú:
flexible,
duro,
agrupado.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
sabremos del verdadero mérito del éxito:
el que se logra cuando el mundo está en contra.

Cuando miremos adelante,
sentados, por fin,
los veremos fuertes, capaces de pegarse contra el viento,
capaces de vencer al mundo, cuando se ponga en contra.
Y eso será porque toda la experiencia habrá valido la pena.
Porque nada habrá sido gratis.
Porque todo habrá costado.

Cuando estemos sentados, por fin,
nos miraremos y sabremos que
se consiguió siendo uno solo.
La voluntad común.

Voluntad, apretar los dientes, determinación, seguir adelante, buscar,…