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domingo, 21 de febrero de 2010

Tiger y el papel de lija

Leo las opiniones de alguien que respeta en derecho de Tiger Woods a tener una vida privada, quejándose de la repercusión de su conducta en los medios. Javier Aguirre ha dicho que vivir en México es peligroso, y se arma la marimorena por ser un ingrato, porque cobra de México. Mientras escribo, oigo a Frank Sinatra y me pregunto si es relevante la sensación que produce su voz, tan privada. Puestos a pensar, deseos, futuros, ausencias, cosas que hacer mañana, mías, no sé si más o menos importantes que Tiger; él sí, consiguió su sueño de ser alguien, el número uno, nada menos. ¿Seguro que era su sueño? A mí no me importa un carajo, por cierto. El mío ahora, no antes, no después, es ir a pasear por Reforma a que me dé el sol suave y lleno de luz de la ciudad de México. 
¿Qué es lo importante? ¿Qué nos hace levantarnos cada día? ¿Cambian nuestros sueños?
Ahora parece que la política en España, tema aburrido, “de pueblo”, ya lo sé, así se ve en la distancia, es que nuestra caricatura de presidente ya tiene un argumento razonable: dejen de hacerme la caricatura y no digan que no a todo, ¡ayuden! Ya no es importante, demasiado tarde. ¡Haber sido más humilde!
Y Haití sigue sufriendo, pero no sale en la tele. Niños de caras achinadas, con estómagos negros hinchados,  hambruna, y moscas revoloteando a niños de ojos enormes en sus caras negras, no es Haití y por eso no sale en la tele. Porque la culpa no la tiene un terremoto, maligno sin rostro ante el que todos nos unimos y nos ponemos de acuerdo. La culpa de lo que está pasando en el mundo, de lo que no sale en la tele, es nuestra, de nuestros políticos aburridos, los elegimos nosotros. Ellos son “de pueblo”, no se dan cuenta de que el déficit, el consumo, la economía, la crisis, la gente y el progreso son la misma cosa y que la forma de arreglar nuestros problemas no puede ser igual que la única que saben usar y siempre acaba fallando: mirándose adentro y a los siguientes cuatro años.
La solución está en el verdadero problema, en esos países que por historia o por falta de cultura o por falta de recursos, son censurados de nuestra tele. Cuando en lugar del 0,7% de limosna políticamente correcta, a la que ni llegamos, digamos: vamos a hacer un negocio con este país, le vamos a ayudar en TODO. Vamos a construir desinteresadamente sus comunicaciones, vamos a construir su sanidad para que no se mueran, les ayudaremos para comenzar a construir su cultura, no hablo de toros o de ablación de clítoris, sino de la educación, de la ética y de todos los valores presentes en cualquier religión, a enseñarles lo que hemos aprendido, los derechos humanos, que nada es absoluto, ni siquiera la democracia,… ni la religión. Que se trata de hacer bien las cosas, desde gobernar hasta hacer buenos agujeros para tumbas, hasta cuidar flores,... 
No demos limosna, hagámoslo por interés, es la única forma en la que puede funcionar. Votemos a políticos que nos salvarían en una situación de peligro, gente excepcional, con ganas de arreglar el mundo, que sueñen con un estado mundial federal. Gente capaz de ponerse y ponernos utopías como metas.
A veces los domingos por la mañana el papel en blanco se hace papel de lija, o papel de seda que se destruye o lo pierde la más mínima brisa.