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viernes, 24 de septiembre de 2010

Nuestro pequeño mundo



He observado, por mis hijos adolescentes, una tendencia a identificar como conocidas muchas de las cosas que ven. Un día, este señor se parece a un conocido, éste que va en el coche es tal, solo porque el coche es amarillo y tal tiene un coche igual.

Recuerdo algo que me pasó a mi mismo, hace 15 años. Supongo que, como dice el tópico, igual que en Tokio, pero yo estaba en México, en el aeropuerto de México, creo que volviendo a España. Allá no es posible estar solo, una multitud te rodea siempre, y recuerdo que estaba especialmente poblado aquel día. A mi me acompañaba el delegado de mi oficina y nos estábamos despidiendo en medio del gentío y el ruido.

No recuerdo si fue espalda con espalda, si yo le vi la cara, o él vio la mía primero, pero su cara me resultó familiar, y era él. Un Uruguayo que conocí en España, muy amigo de mi mejor amigo. En segundos vinieron a mi cabeza “El delantero murió al amanecer”, viendo el puerto de Barcelona, en donde lo comentamos y reímos con la novela de Vázquez Montalbán. Las pocas veces que pudimos vernos, tal vez 20 años atrás, la empresa en donde mi amigo, él y yo coincidimos trabajando en Barcelona, las relaciones profesionales, personas que trabajaban con él cuando volvió a Uruguay, los Uruguayos que conozco,...., escenas.

Pasamos una hora más, al menos, en la sala VIPS intentando recuperar y reconstruir lo que hablamos 20 años atrás, nuestra vida desde entonces, nuestra realidad que a 10.000 km de nuestras casas, estaba más cercana a nuestros trabajos, a porqué estábamos ahí, que a nuestras historias. Creo que también intentamos encontrar afinidades en nuestros trabajos para repetir un sorprendente encuentro.

Luego no nos hemos visto más, 15 años. Hoy Internet, el “Facebook” y este tipo de cosas, aplicaciones reales de la tecnología, hacen el mundo cada vez más pequeño. Si yo tuviera que localizar a alguien en Birmania, por ejemplo, a quien gustaran las novelas de Montalbán y hablar con él, sería posible encontrarle, e incluso verle la cara sin gastar dinero. Por eso tienen tanto éxito las redes sociales.

¿Será lo de mis hijos tal vez una necesidad del ser humano de hacer más pequeño, suyo y cercano el enrome mundo en el que vivimos? ¿Será que yo también estoy haciendo lo mismo con mis hijos, interpretando como general una conducta que es solamente de mis hijos? ¿Es el mundo mucho más pequeño de lo que nos parece? ¿Es que los hombres y nuestras relaciones personales son lo importante? ¿Será que nuestra vida solamente está compuesta de recuerdos?

Mejor lo escribo y así no se me olvida, tal vez alguien pueda contestar.