sábado, 17 de febrero de 2018

Turrubares

He estado en algunos lugares a los que todo el mundo debería ir. He estado arriba de la Torre Eiffel en donde me sentí como una hormiga en el enorme árbol de acero y sentí el aire que sopla en las alturas. 
He desayunado en un lujoso restaurante en lo alto de las Twin Towers, un lugar desde donde nadie, nunca más, podrá volver a ver Nueva York. 
He oído el mismo vendaval con el que jugaban las gaviotas en el cabo de Caballería en Menorca.
También he sentido el calor y olido el fuego al entrar en casa viniendo de un frío que me golpeaba hasta el fondo de mis huesos. 
Todos, lugares que cualquiera puede encontrar.


Pero hay un lugar cerca de la sierra del Aguacate en Costa Rica, en donde encuentras amigos y el aire sopla lo justo para aliviar el calor. En donde los colores, el ruido del agua y la comida te provocan la siesta en la hamaca. Lo único que no tiene es ninguna necesidad de volver. Más que un lugar es un estado de ánimo. Paz.