miércoles, 22 de diciembre de 2010

Nieva en San José

Años atrás, la época de Navidad no ha sido para mi uno de esos tiempos especiales que te marcan. Siempre he pensado que pasárselo bien es espontáneo y que nadie le puede obligar a uno. Eso sí, ciertas tradiciones han sido parte importante de mi vida en Navidad. La comida del 31 de diciembre, la comida en El Cantábrico el 5 de enero, los regalos de mayores el 5 de enero, la comida de mi madre de Navidad, la ceremonia de la lotería, soportando el “repartir” de los periodistas olvidando lo que aprendieron en su carrera, cuando deberían de decir “concentrar”. Poner el árbol y el belén. La ilusión de mis hijos el 6 de enero. Las uvas.

Una cosa en casa, todos los años, todos los días, a todas horas, era capaz de recodarme que era Navidad: los Villancicos. A partir de un día no paran. Están los serios, los de Frank Sinatra, están los propios como los de La Berza, coro de amigos y familiares que cantan casi todos los años. Están los de risa en donde el doblador de Goofy canta villancicos con aire divertido, y los tradicionales de Iberia que, además de acercar la Navidad, acercan el pasado.

Este año se van a romper muchas tradiciones y lo odio profundamente. No habrá comida en el Zaca el 31/12. No habrá comida de Navidad en Barcelona con mis padres, no habrá fiesta de fin de año. Mi padre ya no puede estar, le echo de menos cuando era joven y tenía energía, entusiasmo. El otro día pensaba en voz alta escribiéndolo en un papel que, cuando enfermó, transformo su entusiasmo y energía de primera clase en dignidad de primera clase y convivió con nosotros, sin molestar, hasta que se apagó. 

El gordo sí mantiene su tradición y se mantiene alejado, aunque esta vez, por la diferencia de horario no he sido castigado/acariciado por el sonido pertinaz de los cantores de Viena,… ¡perdón!, de La Granja,… ¡perdón! de San Ildefonso.  Se ha mantenido el árbol que nos vigila, este año de rojo, desde una esquina del salón y el belén, construido en la misma mesa de siempre, parecido al de siempre. 

Fuera de las ventanas, todo recuerda que todo es diferente. Calor, casi 30 grados, el cielo azul, ya por fin no llueve. Ayer en casa de unos amigos probé unos Tamales muy buenos. La bebida era licor de manzana con brandy, o té verde, galletas sin mazapán, Ron Pope,… ¡todo diferente! Navidad será en casa con amigos, lejos de la familia, lejos de nuestros recuerdos de felicidad compartida. Pasaremos el fin de año en la playa.

No es sólo de esta época, pero en el coche los “aborrescentes” siguen con sus cuitas, retándose siempre, el pequeño comportándose como tal, todos peleando por los mejores asientos aunque sea un trayecto de dos minutos,… y los Villancicos.

Ayer volvíamos de casa de unos amigos, que mi familia es muy sociable, y algunos hemos encontrado. El espíritu de mi verdadera familia se concentraba en dos metros cúbicos de espacio, los Villancicos seguían atronando. Por un momento adiviné en la luz de los faros, pequeños copos de nieve, cayendo suavemente. Supongo que la nieve la provocaron los Villancicos, nostalgia.

martes, 21 de diciembre de 2010

Retrato de la economía española el 20/12/2010

Hoy el periódico El País publica 10 titulares en su área de economía. Aunque el color del periódico que publique sus titulares podría cambiar el color de estas noticias.

La estrella del día es el informe publicado acerca de España por la OCDE. Este informe provoca varios titulares.

Las comunidades cierran el tercer trimestre con un déficit del 1,24%
Parece ser que este dato es bueno, pero en el artículo figuran algunos “pero” acerca de este dato. El gobierno, como siempre, afirma que todo está controlado. 
El estado de las autonomías, diferencia estructural con otros países, es usado por los mercados que juegan con la economía española como ariete, y esta cifra, de septiembre, perece ser un dato para ponerlos tranquilos.

La OCDE pide retrasar la edad de jubilación en España más allá de los 67 años
El debate está servido, pero es mucho más importante que su repercusión económica. ¿Podemos seguir con el estado de bienestar que permite despreocuparse a partir de determinada edad de las obligaciones y disfrutar de la vida?¿Cual es esa edad? El mundo es global. Ante lo verde de la naturaleza y el verde de los billetes de dólar. La respuesta a las preguntas depende de la competencia, de que todos los países hagan lo mismo, y esto está a años luz. Es necesario reducir nuestro estado del bienestar.

España es uno de los países que más ha liberalizado sus mercados, según la OCDE
Un análisis profundo de la palabra “liberalizar” es necesaria. Pero más allá, parece que es una de las cosas que España ha hecho, que se considera una ventaja, para transitar desde un estado controlador puro, desde una dictadura, hasta un país en donde es importante la iniciativa de la gente, y que esa iniciativa es la que produce progresos. 

Desde luego, está demostrado que las economías controladas, por un dictador o por un régimen, no son capaces de provocar el escenario que genera prosperidad.

La OCDE pide subir el IVA y los impuestos especiales para reducir el déficit
Es exactamente lo mismo que retrasar la edad de jubilación. El estado tiene que recaudar más dinero para financiar nuestro estado de bienestar. Impuestos directos o indirectos, he ahí un buen dilema para analizar. ¿Endurecemos lo que se debe de trabajar para jubilarnos antes? ¿hacemos que ricos y pobres contribuyan por igual subiendo el IVA?
Creo que se podrían encontrar ríos de tinta acerca de estas dos preguntas.

Trabajo defiende que quien cotice más de 36 años se siga jubilando a los 65
Obviamente un gobierno que tiene tendencia a mirar para otro lado cuando hay problemas, sigue minimizando los efectos de estos sobre el estado del bienestar, y aboga por no hacer trabajar más a quien más a trabajado.

Es un principio aceptado en un estado de derecho que no pude aprobarse una norma con efectos retroactivos. Tal vez no es de recibo que a los que trabajamos incansablemente muchos años para jubilarnos a los 65 nos cambien esa edad. Alguien podría decir, con algo de razón, que para eso yo no hubiera trabajado. 

La banca española es la tercera más sólida del área euro, según Moody's
Supongo que esta es la mejor noticia del día. Si los “mercados”, ese ente sin rostro que está llevando el pesimismo español a límites incompatibles con nuestro carácter, dicen algo como esto deberíamos de alegrarnos.

Luis Ángel Rojo organizó un sistema financiero muy bueno. Eso ya lo sabíamos. España no tuvo que nacionalizar ni rescatar bancos al nivel que lo hicieron países extraordinariamente sólidos, como EEUU, Holanda, Inglaterra,… Nuestro gobierno convirtió esa ventaja brutal en papel mojado regalándonos a todos 400€ y mirando para otro lado.

Otra vez los “mercados” se han cebado con nosotros y con la desconfianza hacia nuestros bancos. Moody´s está amenazando, para darle otra excusa a los “mercados” con seguir desconfiando de nosotros. Lástima que los “mercados” solamente lean algunos titulares.

Por cierto solamente “nos ganan” Finlandia y Francia.

Luz verde al Plan de Seguro agrario para el año 2011
Nada nuevo bajo el sol, llueve siempre y siempre deja de llover, aseguremos lo que queremos. Las empresas de seguros pronto tendrán que asegurar países.

Obama aborda las decisiones duras en la reforma fiscal
Todos los días mi esposa se enfrenta a los mismos problemas que Obama y, casi siempre, los derrota. Hasta los gigantes tienen que hacer lo mismo.

El déficit de las eléctricas crecerá 5.000 millones más pese a subir la luz
Este es un tema que siempre a escapado a mi humilde comprensión.

El 75% de las fotovoltaicas presenta incidencias
Este es fácil: en aras de lo verde, quitamos el mantel de la competencia en donde todos tomamos el té. Seguro que eso provoca que la gente no use mantel se ahorre la servilleta,… Vamos que las excepciones siempre son malas.

Si fuera otra época, otro país, diríamos que las cosas no van mal, pero el pesimismo imperante hace que todas estas noticias sean malas tirando a me quiero suicidar.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

No para de llover

Apretar los dientes y seguir adelante,
determinación.

Nadie nos echa, nos vamos
y, si queremos, nos vamos.
El viento sopla, no para de llover.
Y nos peleamos contra la lluvia
y encontramos gente.
La arbitrariedad solo lo es de fuera.
Pero el árbitro somos nosotros,
y el ruido del silbato es más fuerte:
resuelve y decide.

Juntos somos más fuertes.
Contra castillos nos volvemos gigantes.
Los retos son utopías.
Mirar lejos es mirar a las estrellas.
El retrovisor solamente encuentra al que adelantas.
Delante solamente el futuro.
Delante, el viento,
una puerta abierta con luz en la distancia.

Es mejor perderse que no buscar.
Nadie dijo fácil.
Nadie puso una alfombra roja.
Nadie abrió la puerta.
Fuimos nosotros
quien abrimos, y no fue una puerta,
fue una ventana para gritar.
Una ventana para contar:
que aquí estamos, que así somos,
que no nos moverán, a menos que queramos.
Que el mundo es nuestro.

Porque las estrellas ahí están.
Y el mundo se moverá, por fin,
como queramos que se mueva.
Crecemos día a día.
Nos hacemos más fuertes.
Nos hacemos más uno.
Nadie puede hacer mejor caldo.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
diremos que así fue, y por eso somos.

Como el bambú:
flexible,
duro,
agrupado.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
sabremos del verdadero mérito del éxito:
el que se logra cuando el mundo está en contra.

Cuando miremos adelante,
sentados, por fin,
los veremos fuertes, capaces de pegarse contra el viento,
capaces de vencer al mundo, cuando se ponga en contra.
Y eso será porque toda la experiencia habrá valido la pena.
Porque nada habrá sido gratis.
Porque todo habrá costado.

Cuando estemos sentados, por fin,
nos miraremos y sabremos que
se consiguió siendo uno solo.
La voluntad común.

Voluntad, apretar los dientes, determinación, seguir adelante, buscar,…

domingo, 5 de diciembre de 2010

Volar diferente

Hacía tiempo que había dejado de viajar en avión de forma convencional. Después de las primeras veces las compañías aéreas se encogían de hombros y ocultaban la pereza de aceptar peticiones extrañas. La cúpula de plástico transparente que me había construido no entorpecía el vuelo de los aviones y no representaba ninguna carga, el único problema que les generaba era el hecho de aceptarla.
En mi cúpula, colgando de la cola del avión, un sofá me permitía estar a gusto y el paisaje se abría 360 grados fuera del plástico transparente. Allá abajo, en la tierra, se podía adivinar la espesura. El color verde quedaba apagado por la distancia, y no sabías si se convertía en gris o en marrón. Recuerdo la emoción al dejar de volar sobre tierra firme y la vista infinita del mar inmenso, inabarcable durante los días de sol con el firmamento despejado, y luego la rutina de un paisaje sin cambios, salpicada de pequeños barcos, después del atractivo espejo de los primeros minutos.
Y recuerdo los paisajes nevados, esponjosos, también inabarcables hasta el infinito, como un segundo suelo sobre el que revolcarse. Y las veces de desconcierto, de confianza ciega en el piloto, ya que sin ver no puedes saber dónde vas y te ves en la necesidad de confiar en alguien, ciegamente. Y de noche sobre el continente, las miríadas de luces que se encienden y se apagan rápidamente. Casi infinitas, revelando vida. Siempre naranjas desde el aire.
Recuerdo aquella vez volando remolcado hacia Chile, como debajo quedaban amenazadoras montañas nevadas de picos afilados que no parecían terminar. O el primer día que aterrice en México, por la noche, como el mar de luces configuraba una textura imposible de reproducir en ningún ordenador, tamaño inimaginable.
Y el aterrizaje en Miami, parece la Meca del progreso, todo en su sitio, los grandes aparcamientos tan ordenados en las carreteras repletas de coches parados, todo tan ocupado, ordenado,... O la primera vez que crucé el Atlántico, nunca se terminaba. Tuve que ponerme no sé cuantas películas para pasar e rato.
La verdad es que, en una travesía larga, volando sobre esponja, o viendo el océano allá abajo, a veces echo de menos la interrupción a la rutina de los motores tronando, pero de forma homogénea, sin parar, empujando al avión hacia el destino. Y el propio ruido que aquí solo es el aire deslizándose por las formas de mi cúpula. Y añoro a las azafatas ofreciendo de beber, y al señor del pelo ensortijado y blanco del asiento delante. O la película hablada por gente con un acento extraño, o la concentración de la gente en sus asientos, concentración en no hacer nada, concentración en dormir, concentración en teclear en el ordenador, concentración en empujar para que el avión vuele más rápido a su destino. La gente, sus zapatos, sus ojos o su pelo.
Aquí, el tiempo es más mío. Puedo ver hacia abajo, o hacia arriba, casi siempre azul. O puedo casi acostarme sobre el sofá, o encender la tele y ver el telediario. Si quiero, me conecto a internet en cualquier momento y puedo encontrar el periódico. También puedo dormirme, o no si no quiero. El resultado es muy parecido al de viajar en la cabina. Al cabo de un tiempo, casi siempre parece más largo a más largo sea el viaje, acabas aterrizando en el aeropuerto de destino. La única diferencia es que no tengo una barrera delante de mis piernas, y al llegar no tengo la sensación de presión por todo el cuerpo.
También es verdad que aquí no me sirven la Coca Cola, pero con un simple gesto alargo el brazo y la saco de la nevera que tengo al lado del sofá
En mi caso puedo usar el teléfono a lo largo de todo el viaje, sin riesgo de producir interferencias en los instrumentos de vuelo, ya que la distancia con la cola del avión lo impide.
A veces me pongo a pensar en porqué no hay más gente que vuele como yo, porque no hay más gente con sus burbujas de plástico resistentes que cuelguen detrás de cada avión. Siempre que me hago esta pregunta acabo disfrutando del paisaje y se me olvida. Las ventajas de que dispongo son suficientemente grandes como para no tener en cuenta ese tipo de detalles.
En algunos viajes se ha parado encima de mi cúpula un ser que no sé de donde sale, pero que parece ser propietario del aire. Se ha acercado volando y se ha posado encima de la cúpula, mirándome con atención. La primera vez que vi uno de esos seres, sinceramente, me entró miedo, pero son inofensivos. Únicamente se dedican a observar lo que ocupa los cielos.

El otro día mientras viajaba, me hacía la pregunta de siempre, de porqué no había más gente viajando como yo. Mis piernas empezaron a dolerme y de repente la azafata me despertó para preguntarme si quería algo de tomar. A través del escaso espacio de la ventanilla, allá a lo lejos, se veía un segundo suelo esponjoso de nubes y arriba, el sol resplandecía sobre el azul del cielo. Los colores desde el horizonte hasta el azul se tronaban difíciles de describir, desde el naranja al rojo o el amarillo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Que tu moral no te impida hacer lo que está bien.

Yo era bastante joven. Las lágrimas de Arias Navarro, presidente del gobierno cuando murió Franco, me impresionaron más bien poco. Años después estaba bastante más orgulloso de mi país después de oír decir a Adolfo Suárez que íbamos a cambiar España. Empezaba a valerme por mí mismo, lleno de ideales y de ganas de, por fin, hacer bien las cosas. Ya pasé mi noche acompañado, mirando las estrellas y sabiendo que algún día podría ofrecérselas a alguien. Me fui de mi casa con dolor pero sabiendo lo que hacía.

Leía de todo, compulsivamente, leía ciencia ficción. Novelas como “La luna es una cruel amante”, “El hombre en el laberinto”, “Mundo anillo”, "En las profundidades" o "Cita con Rama" llenaban y alimentaban mi curiosidad. Pero a quien más leía era a Asimov, un tipo pedante pero que escribía a tanta velocidad, casi, como mi capacidad de lectura.

Casi todos los personajes de sus historias eran humanos, como un Walt Disney humanizando conejos o cualquier otro ser inventado. Incluso intentaba humanizar a los robots, definiendo tres leyes de comportamiento básico que los hiciera inofensivos frente a cualquier ser humano, incluso frente a seres humanos malos, y experimentaba porqué sus tres leyes básicas dejaban de funcionar o, al revés, porque esas tres leyes impedían un funcionamiento correcto del robot.

Una de sus novelas cortas describe el libro como la tecnología más avanzada: baterías inagotables, utilizable en cualquier sitio, se alimenta de luz natural, no requiere de ningún accesorio, apenas pesa, el reproductor de imágenes está incorporado en todas los usuarios y es de uso libre, se puede suspender y reanudar su uso en cualquier momento,…

En otro cuento corto decía que el futuro de la raza humana se encontraba en la Ciencia Ficción, que si leías Ciencia Ficción podías encontrar lo que el ser humano quería ser en el futuro, lo que imaginaba que le haría feliz.

La cita del título es suya, un poco pedante, como él, difícil de aceptar. Es de un personaje, Salvor Hardin, de una novela, “La Fundación”, que debe de tomar una decisión diferente, en contra del criterio generalmente aceptado. 

No me ha apasionado más otra serie de novelas hasta que leí “El Señor de los Anillos”. No entiendo como alguien no compra los derechos y lleva al cine la “Trilogía de las Fundaciones”.

El otro día estuve en una reunión de negocios y un amigo mío me recordó la cita. He buscado en mi armario y me he encontrado con el libro, año 77, las páginas amarillentas, todas sueltas, pero me lo he vuelto a leer.

Y me recordó mi juventud, cargada de ideales, y aquel día que yo iba en el coche y por la radio dieron las dos noticias: Asimov acababa de morir y se cumplían 50 años del estreno de “Casablanca”, película que me aprendí casi de memoria en inglés y en castellano. Empezaba a hacerme mayor. 

sábado, 20 de noviembre de 2010

Matrix y la Política

Matrix, es una serie de películas. Sostienen que la realidad es ajena a nosotros, que es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla.

Mi abogado me decía el otro día que antes te cortaban los brazos si no creías, que ahora puedes creer en lo que quieras sin que te los corten, pero que ahora somos mucho más esclavos de lo que hemos creado, de las reglas, de los impuestos, de la economía,… De cosas que nunca nos vamos a encontrar por la calle, porque no existen. 

La relación que los que gobiernan tienen con la sociedad,  se ha transformado en un mero asunto de elegir prioridades, decidir el orden en el que se hacen las cosas. Las elecciones, única relación entre nosotros y ellos, se ha convertido en un simple vaivén: si unos no lo hacen bien, ponemos a los otros y asunto arreglado. (Los unos y los otros se llaman Partido Político).

En California, país avanzado donde los haya,  dicen que intentaron huir de lo que tenían y adelantaron su Tea Party, movimiento conservador al otro extremo, con “Gobernator” hace ocho años.  Lo eligieron para cambiar la situación que tenían. Hoy, California ha vuelto exactamente al mismo sitio que entonces, estaría en bancarrota si no fuera porque es un estado de EEUU.

Me pregunto cómo podemos exportar a la Política el concepto de hacer más importante el personaje que la realidad. Cómo recuperar las utopías, las estrellas inalcanzables que antes nos iluminaban para cambiar el mundo. Buscar ideales, aunque como el cambio climático, solamente sean un camino, y no un objetivo. Debemos recuperar nuestra necesidad de describir y de buscar utopías. Tal vez eso nos haga socialmente más felices.

Tenemos que desengañarnos, no nos vale ni Zapatero ni Rajoy, ni siquiera Obama, ni el Tea Party, no nos vale solamente la Democracia, ni siquiera la Democracia social. No nos valen las verdades ciertas. Dice el periódico que parece que en California están ahora por “reiniciarse”. Tal vez encuentren a alguien capaz de inventar, de nuevo, ideales detrás de los que todos nos podamos identificar.

¡Dónde están nuestros sueños y utopías de antaño!

Matrix y la realidad

Matrix, es una serie de películas. Están basadas en que la realidad es ajena a nosotros, que es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla.

He leído esta mañana un artículo magnífico en donde, como clave para la felicidad, se expone un decálogo de puntos, basados en dos: 

Que la felicidad no existe, que se es o no se es, feliz, frase casi manida por lo obvia. Y que para ser feliz es necesario separar entre el punto de vista de la escena, del día a día. Para ser feliz hay que mirar hacia arriba, a las estrellas, que deben de ponerse suficientemente lejos para que lo sean y suficientemente cerca para que podamos tocarlas.

Nos empeñamos en disponer de opiniones ciertas y objetivas de las cosas. Nuestra naturaleza parece que las necesita para poder interpretar las escenas que vivimos. 

Pero el punto de vista es algo que cambia la realidad. Incluso la física cuántica habla de la imposibilidad de ver algo sin afectar lo que es (Principio de incertidumbre de Heisemberg).

No podemos saber qué nos pasará mañana, no podemos elegir, la realidad es tozuda, como he repetido muchas veces.

Tal vez nos considerarán locos si nos encuentran mirando a las estrellas, pero no es un loco el que mira al cielo luchando contra la adversidad y grita ¿Porqué a mi?

Estoy de acuerdo. Para ser feliz es necesario mirar a las estrellas. Algo inalcanzable pero cercano, que siempre esté ahí, pero no como un concepto absoluto sino como un destino hacia donde caminar,… una utopía, un ideal.

Matrix y la ficción

A veces uno escribe y mezcla varias cosas que hacen un escrito incomprensible.

Matrix, es una serie de películas basadas en que la realidad es ajena a nosotros. Es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla, mientras todos los esfuerzos de la máquina son para mantenerla.

Hablaba el otro día en México con mi taxista de una conversación suya con un escritor que se subió en su taxi, y que estaba en fase de construcción de un nuevo libro.

Lo que recordaba de su conversación, era cómo los personajes iban construyendo el libro y no al revés, sin un guión establecido capaz de predecir y de ayudar a narrar algo que, antes de escribirse, no es verosímil y ni siquiera existe.

He escuchado a otros escritores hablar de lo mismo. El papel y el lápiz (obviamente también el ordenador), son los auténticos protagonistas y son capaces de convertirse en las auténticas musas de su creación.

Si tomamos como realidad el libro que finalmente podremos leer, el escritor era famoso, esta no tendría la importancia que le damos. Surgiría en nuestra mente mientras leemos, igual que mucho antes, los personajes la han creado, la han construido a base de escenas.

martes, 9 de noviembre de 2010

Aconsejar y delegar


Las palabras algunas veces, si las lees bien, contienen utopías y deseos de siempre. Las dos palabras del título, puestas así, son perfectas.

Porque la experiencia y los conocimientos de uno, asumiendo que son tan brillantes como uno piensa, son todo el equipaje que necesitamos. Puestos en forma de consejos para otros, pueden proyectar el éxito indiscutible de cosas que hemos aprendido y que pensamos, que sabemos.

Lástima que casi siempre que intentamos algo en lo que creemos, la realidad y las dificultades son capaces de tumbar la más fantástica idea. La vida es una dura lucha entre lo que nos gustaría hacer, aquello que sabemos que tendría éxito, y lo que tenemos que hacer, aquello filtrado por la realidad y las necesidades.

Ahora imaginemos a un equipo al que le encargamos nuestros sueños y que lidian con la realidad, la van haciendo posible, superando los inconvenientes reales, resolviendo aquello que no estaba totalmente contemplado en nuestras ideas, en nuestro proyecto. Creo que Accenture tenía un slogan brillante para esto, acerca de hacer realidad las ideas.

Esta mañana un amigo me ha dado las dos palabras del título pero cambiando otras que, si se leen rápido, no significan lo mismo y de repente se me ha encendido una bombilla: ¡cómo me gustaría ser Consejero Delegado!, aconsejar y delegar.

¡Gracias Alberto!

sábado, 6 de noviembre de 2010

La mariposa

El otro día me agarraba a una almohada en una habitación de hotel. Hacía frío, a pesar de estar en República Dominicana, en El Caribe, y es que los aires acondicionados son muy eficaces pero, en general, tremendamente difíciles de ajustar. Afuera caía un diluvio universal asociado al huracán Tomás, que le ganaba la batalla sonora a la máquina de aire acondicionado.



Y en la penumbra, la pregunta profunda de... ¿y qué hago yo aquí?

La vida es un conjunto de escenas, una detrás de otra. Difícilmente nadie puede planificar a medio o largo plazo lo que será de su vida. Seguro, podemos decidir qué hacer a continuación casi siempre, pero la malévola mariposa de Brasil agita sus alas y una vuelta del destino  te lleva a una escena imposible de prever, incluso para los más preclaros seres humanos que conocemos y admiramos.

¿Por qué el huracán alteró de repente su rumbo y enfiló hacia el norte para pasar por encima de Haití? ¿En dónde estaba la mariposa que provocó su terremoto?

Sí, siempre nos queda contar escenas de nuestra vida, o recordarla como el abuelo del chiste. El mérito es disfrutar de cualquier cosa, incluso de una máquina de aire acondicionado. El mérito está en descubrir que, si estás ahí, ha sido por la sucesión de escenas que uno mismo se ha labrado. Sentirse orgulloso de las decisiones puntuales y saber que las equivocadas no tienen solución. Creo que es bueno sentirse el dueño de tu vida, aunque a solas con una almohada estés solo, y el sonido de un simple huracán te provoca preguntas estúpidas.

El mundo sigue siendo tozudo, seguimos yendo a su remolque, siempre. Y nos podemos olvidar de las mariposas o pintarlas preciosas, ponerlas de nuestro lado, y saber que, aunque estén muy lejos, en cuanto muevan las alas,…

Hagas lo que hagas !ámalo!, le decía Alfredo a Totó.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Comercio Exterior: un retrato


Cuando he visto el cuestionario que me ha hecho la revista "Comercio Exterior" me ha parecido que estaba muy lejos de mí. Yo no he sido un fiero negociador con los demás.  Pero cuando las cuestiones tocan a la nostalgia, el pasado,… bueno, supongo que es un retrato. El artículo que han publicado con mis respuestas me parece muy bueno. 
1. Las negociaciones son muchas veces muy duras, ¿qué ha hecho alguna vez para conseguir o conservar un cliente?
La palabra negociar tiene que ver con una batalla para conseguir lo mejor. Yo siempre he sido muy malo para hacer eso, soy un blando. Pero si entendemos la negociación como el teatro de convencer a los demás de que puedes hacer lo necesario para ayudar, para transmitir confianza y compromiso para cumplir lo que prometo, entonces sí creo que soy un buen negociador, compitiendo con quien haga falta. 
Luego, esfuerzo sin límites para cumplir lo que prometo. Si esto es una negociación, entonces sí son duras, nada es gratis.

2.  ¿Y que es lo que se ha negado a hacer?
Nadie me ha obligado a hacer nada ilegal, ni poco ético. Supongo que he tenido suerte, pero creo que mi carácter y postura lo pregona de entrada a los cuatro vientos.

3. ¿Dónde cree que está la barrera que no se debe de sobrepasar a la hora de negociar para conseguir un contrato?
No creo que haya una sola respuesta. Se podría decir que no se debe de hacer nada ilegal o no ético. Pero también, que no puedes negociar y comprometer aquello que no puedes cumplir.

4.  Esta frontera, ¿es solo cuestión de ética profesional?
Hay gente a la que le resulta muy difícil  separar lo personal de lo profesional. Creo que lo auténtico viene de dentro, que es más profundo que lo aprendido, y eso es hablar de educación, de algo más importante que lo profesional.

5.  ¿Qué es lo que nunca haría?
De joven uno es más valiente y osado. A medida que vas creciendo aprendes a medir mejor lo que puedes y lo que no puedes hacer, a conocer tus límites. Nunca traicionaría mis principios, pero casi todo el mundo podría decir lo mismo. Lo que no haría es lo que ya hice cuando tenía menos experiencia.

6.  ¿Y qué haría pero todavía no ha hecho?
Creo que me quedan pocos experimentos por hacer.

7.  ¿Han cambiado mucho las negociaciones en los últimos años?
No sé si han cambiado. Para mi el chiste sigue siendo el mismo: intentas mostrar lo que sabes mejor que nadie. Quien te escucha, si lo has convencido, pelea contigo por su empresa; si no lo has convencido, te hace pelear con tu competencia. A veces pienso que a cada día que pasa me resulta más difícil. Cuando gano siento el mismo placer que al principio. Probablemente siempre todo sigue igual.

8.  ¿Qué ingredientes nuevos ha añadido la crisis en la  negociaciones por lograr contratos o aumentar los ingresos?
A la negociación en sí, yo creo que nada. Acerca de lo que se negocia sí ha cambiado. Ahora se trata de comprar cosas que te permitan hacer menos con menos, antes era poder hacer más con menos recursos. Tal vez ahora es más necesario demostrar que convencer.

9.  ¿Qué es aquello que nunca pensó que haría por su empresa?
Estoy viviendo con toda mi familia a 10.000 km de España, nunca pensé que sería capaz de pedirles que me siguieran. Nunca pensé que fuera capaz de cambiar mi vida a mi edad.

10. Cuéntenos anécdotas que haya vivido con clientes, socios, amigos,… y que ahora recuerde con especial cariño.
Las diferentes culturas con las que he tratado arrojan muchas anécdotas. Por ejemplo aquel día en el que negociaba con un señor japonés un contrato, todo a favor, yo solo tenía que llegar a un acuerdo. Le dije que le hacía un descuento, pequeño para empezar, se ofendió, se levantó y se fue. No pude pararle, nunca más le he visto.
La primera vez que salí de España a vender. Me llamó alguien a mi despacho desde muy lejos y semanas después me fui detrás de mi intuición. Antes de salir por la puerta del aeropuerto de destino me entró la angustia, ¿habría alguien?
Y aquella vez que volé a Buenos Aires un día, cerré un trato y volví al siguiente. Averigüé que volar en Business Class era otra cosa.
Me acuerdo mucho de los amigos con los que empecé. Conseguí convencerlos de dejar algo seguro y seguirme. Probablemente eso es lo que más cariño me da.

11. ¿Cuál ha sido el mayor esfuerzo que ha realizado a nivel profesional?¿Con qué objetivo?¿Lo cumplió?
Sin duda alguna empezar. Lidiar con el vértigo de lo inexistente, hacer cosas que no existen antes de que las hagas. Pero Leuter ha vivido más de un nacimiento. El vértigo inicial generó mucha adrenalina, los siguientes muchísimo estrés, miedo al fracaso, lucha contra el destino. Todos se gestaron en el entusiasmo, todos se fraguaron en la constancia, en la tozudez.

Leuter sigue aquí, siempre lo cumplí.

12. ¿Y aquello de lo que se siente más orgulloso?
Siempre le he dado más mérito a alguien que crea, que a alguien que aprovecha muy bien algo. Supongo que ver algo que antes no existía, con todos sus defectos, es lo que me hace sentir más orgulloso profesionalmente. Sin embargo la amistad  de mucha gente que ha compartido esfuerzos y alegrías conmigo es lo más me llena.

13. ¿Qué recuerda al mirar años atrás cuando decidió crear Leuter?
Sinceramente, cansancio. Ha pasado mucho tiempo. El camino que empecé con otros hace muchos años debería de tener subidas y bajadas, pero no recuerdo muchos momentos en los que pudiéramos dejar de pedalear, el camino siempre ha estado subiendo.

14. ¿Cómo se ve a nivel profesional dentro de unos años?
Curiosamente, descansando. Disfrutando de mi mujer que me ha soportado durante tantos años. Viviendo cosas de interés común, ver como cambia el mundo, ver hacerse mayores a mis hijos,… Casi nada si pensamos en nuestro mundo de ahora; todo, si nos vamos a los tiempos de mis padres o mis abuelos.

15. ¿Todo el esfuerzo realizado hasta ahora… merece la pena?
Es una pregunta muy difícil. Si fuera en una charla con universitarios, la respuesta sería sí. Si fuera una charla con mis amigos, probablemente ellos descubrirían que no es oro todo lo que reluce. Si fuera con la cabeza en la almohada, en la oscuridad, probablemente pediría que todo hubiera sido más fácil, y me metería conmigo mismo como el culpable de haber intentado lo más difícil. Y sin embargo, sigo aquí.

Seguro que hubiera podido cuidar de mi familia sin tanto esfuerzo, ojala que haya valido la pena.

viernes, 29 de octubre de 2010

Sancocho con gallina de patio



El sancocho es un plato que he probado en Panamá y en República Dominicana. Es una especie de cocido en donde se ponen muchas cosas, se sirve bastante líquido y se acompaña con arroz. La verdad es riquísimo.

Hoy he entrado a comer en un restaurante típico, de barrio, en Panamá, típico, no turístico, porque yo debía de ser de los primeros extranjeros en visitarlo, y solamente porque estaba ahí, por trabajo. El sancocho estaba fantástico y el restaurante, pocas mesas, pequeño, lleno de parroquianos disfrutando de diferentes platos.

Sombrero gris de ala, bien calado, gafas oscuras con montura de nácar blanco, modernísimas, muy rectas en el puente, oscuro. Camisa fuera de los pantalones, de cuadros azules, micrófono negro en la mano. Llevaba el ritmo despacio, con los zapatos negros lustrados, y suaves movimientos flexibles de los hombros. Cualquiera hubiera dicho que era un disco, o una copia ilegal, porque su movimiento y su abultada figura no se notaban al fondo del Rincón de Eva.

Pero su voz se notaba armoniosa al son Panameño. Todo parecía un cuadro, desde el Sancocho hasta Eva apoyada en la barra con papeles en las manos, pasando por esta gramola de carne y hueso, ideal con una voz de matices, que rimaba incluso con el nivel de conversación de este pequeño rincón. Su son no ha parado en toda la comida.

No sé si en España estaríamos hablando de gallina de corral, pero el sabor del sancocho, el sonido del ritmo y el ambiente del restaurante, componían una escena que, si le hubiéramos preguntado a cualquiera, hubiera dicho que estaba en Panamá.

martes, 26 de octubre de 2010

Al olor de la miel


Acabo de recibir de alguien, muy querido por mí, un típico artículo de periódico acerca de la desconocida, hasta ahora, y sorprendente, capacidad de las abejas para resolver un problema matemático complejo.

Hablo de típico porque tiene todos  los ingredientes que un periodista busca para construir un buen artículo: 
  • Novedad. Un hecho que hasta ahora no era conocido tiene algo importante, y que puede dejar huella en la humanidad y el futuro.
  • Incomprensible. Tenemos atracción por las cosas que no podemos entender, sobre todo si podemos poner ejemplos cercanos. Da igual que se puedan parecer como un huevo a una castaña.
  • Sentido de grupo. Se establece una complicidad con quien descubre algo acerca de otro colectivo, sobre el que el suyo tiene una superioridad aplastante, pero que tiene algo, un detalle, muy superior a nosotros. En este caso, el ser humano y las abejas. 
  • El hecho de qué sean científicos de un país respetado aporta cierto plus de garantía, y también de regocijo, al pensar el tiempo que otros pierden mientras nosotros trabajamos.


Para tener desarrollo, una sociedad necesita individuos que investiguen acerca de cosas como las abejas, ya resueltos sus problemas básicos de comer o reproducirse. Paradójicamente, estas investigaciones consiguen a veces descubrir cosas que luego son útiles para el desarrollo.

Conocer y saber cómo son las cosas no siempre es garantía de éxito. Si nos preguntan que describamos el comportamiento de alguien que para nosotros es valioso, casi sin duda pensaremos en alguien metódico, tenaz, que sigue su camino contra viento y  marea, trabajador,…, parecido a una abeja. Y si preguntamos por el perfil de alguien que no lo es, pensaremos en alguien que cambia de opinión constantemente, sin norte,… como una mosca.

Sin ánimo de demostrar una opinión ni la contraria, los tópicos están para ser respetados, podemos llegar al experimento de la abeja y la mosca para sacar después conclusiones.

Atrape una abeja en una botella de cristal transparente y ponga la parte de abajo de la botella contra el cristal de una ventana. La luz le dirá a la abeja por donde está más cercana la libertad y consumirá su energía en intentar salir por donde es evidente. Incansablemente, perseguirá su objetivo, tenaz, y acabará desfallecida preguntándose porqué el destino la castiga con algo que parece tan fácil y que es imposible (esto último, obviamente es mío, no creo que una abeja pueda pensar).

Ahora haga exactamente lo mismo con una mosca. Desesperada, la mosca pronto se olvidará de la luz al otro lado del fondo de la botella y gastará toda su energía en ir de acá para allá, sin método, sin explorar, pero probando sin ton ni son todas las opciones. Una de ellas es la correcta y la mosca saldrá por el cuello de la botella. Sin entender bien el problema que tenía, sin ver su gravedad, y respirará aliviada después de salvar su vida, resolviendo un problema que no terminó de entender, con una solución que tampoco podría explicar (esto último, también es mío, no creo que una mosca pueda compararse con una abeja).


Menos mal que tengo amigos que me hacen escribir, sino siempre estaría trabajando.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Volando otra vez



Los aviones despiertan en mi la necesidad de escribir. No tanto por el glamour que representan, hoy todo el mundo vuela, ni por la tecnología, resulta increíble que estos trastos vuelen, sino porque es una total y auténtica pérdida de tiempo. El aeropuerto de salida, la llegada con antelación; el “streptease” de seguridad; el tiempo de vuelo, apenas tienes una sensación de auténtica velocidad cuando el avión acelera en a pista; los trámites de aduana en la llegada; el tiempo de espera de las maletas,… ¿Suficiente para olvidarse del glamour y del orgullo de raza? Seguro que es por ña gran cantidad de tiempo que se pierde.

Cuando volaba entre Madrid y Barcelona era una hora de vuelo para atravesar media península, medio país. Aquí en una hora has atravesado dos países, lo que da una idea de tamaño de Centroamérica. Saliendo de El Salvador, en una hora llegas a San José en Costa Rica, sobrevolando medio Costa Rica, medio Salvador y un Nicaragua. San José a Panamá es menos de una hora travesando medio Costa Rica y medio Panamá.

Lo que resulta sorprendente para mi es que para ir de Panamá a San José en coche se tarda más de 12 horas. La falta de infraestructuras en Centroamérica es enorme. Y aparece la relatividad de los tamaños, porque de Madrid a Barcelona en coche es un trayecto de unas cinco horas.

Y las preguntas de siempre: ¿falta de dinero para construir?¿es imposible construir por la geografía o el clima?¿hay falta de voluntad de hacerlo?¿no hay ninguna necesidad? Me imagino que pasa un poco de todo.

Como muestra, por si es una pista, desde el aeropuerto a San José hay una autopista de tres carriles que se reduce a dos en los puentes. Hay un puente, en particular, en el que se generan unos atascos (presas) formidables siempre. Ya hay una decisión, se ha asignado un presupuesto y el puente estará en reparación y se aumentará a tres carriles,  por lo que esta auténtica arteria permanecerá con un carril por sentido mientras duran las obras. Entiendo que Alajuela y San José, las dos principales ciudades del país que une la autopista permanecerán casi aisladas durante ese tiempo.

No conozco las condiciones de la decisión, muy elaborada supongo, en razón del tiempo que ha costado tomarla. Tal vez hacer un puente nuevo, en paralelo, fuese más barato si se analizara el perjuicio que se va a causar al país la reparación.