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domingo, 12 de octubre de 2014

Blade runner

"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: Naves de ataque en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia."


Un río que sube 10 metros en 10 minutos bajo la lluvia de San José, en Costa Rica.

Darse cuenta de que ella, en su silla de ruedas, sabe lo que piensas, en Torrellas.

Ver un rebaño de barcos esperando en el Pacífico para cruzar el Canal de Panamá.

Los “motocochos”, motos que  llevan 4 personas, en Santo Domingo.

El acento y el ¿que?,... el latiguillo colombiano.

El hotel de lujo vacío, en temporada de huracanes, en el Caribe.

La calle Venezuela repleta de música en Santo Domingo.

Una cena solo, en río Lerma, en México.

Toronto entero, desde la torre.

Un aeropuerto en USA, cualquiera, todos iguales.

El besugo en el puerto de San Sebastián.

El viento de Cabo Caballería, en Menorca.

La soledad en un hotel de Bogotá, recordando a Forrest Gump.

Un sombrero de ala ancha cantando, y yo comiendo un cocido de gallina vieja, en Panamá viejo.

El taxista charlatán en Panamá, contando su vida.

La marea roja en Flamingo, en Costa Rica.

Las tartas de La Calera, al otro lado de la montaña de Bogotá.

Los caracoles en Figueres.
Y Atenas, el Partenón flotando en un mar de casas.
La barca a Parisina en el Atlántico de Costa Rica.

La hierba y la carne en Tigre, y La Recoleta, en Buenos Aires.

La mirada de mi mujer el día de nuestra boda en Madrid.

Miami Beach por la noche.

Disney world, exactamente como Disney World.
El decadente, muy decadente, casino de Montecarlo.

El frío, muy frío, en Andorra.
El calor del mediterráneo.
Bob Marley en Kingston, Jamaica.
La humedad de Panamá.


No es justo dejar de viajar.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Excusas por no escribir


Decía un jefe mío que tuve hace muchos años, que antes de escribir era necesario tener en la cabeza lo que escribes. Se refería a temas importantes, temas en donde la posición mantenida podía causar o no causar problemas al exponer una opinión o un hecho, por escrito.

El reto de escribir es un estado de ánimo. Escribir como hacen los que no buscan otro objetivo que compartir un punto de vista, buscando hacerlo de la forma más agradable posible, para que el mayor número de personas pueda leerlo. El canal que se usa puede ser más o menos multiplicador, y eso añade al hecho de escribir una forma de apuesta inteligente, los canales que uno emplea son importantes.

Cuando uno escribe y vive de ello, entonces ya nada debe de ser igual y el reto se convierte en una obligación. Obviamente con la experiencia que se le asume a quien puede vivir de ello, la facilidad de alcanzar el reto de escribir es más fácil.

Pues bien, hace ya más de un mes que no escribo nada. Hace un mes que mis “obligaciones” me han secuestrado la capacidad de expresar por escrito las experiencias que han seguido agolpándose en mi vida. Sin embargo, no ha disminuido mi atención a las cosas que me rodean y que me provocan.

Sí, he sido incapaz de resumir, de expresar, todas esas cosas. Me ha faltado eso que al escritor le sobra: tiempo y experiencia para resumir, sintetizar, escribir, al fin, cosas que otros puedan entender.

Después de este montón de excusas, vaya mi disculpa por no haber podido hacer, algo que para quien escribe sin el ánimo de recibir nada a cambio, y solamente pretendo saber que alguien lee lo que escribo.