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martes, 25 de mayo de 2010

México


Nunca hubiera dicho que esto me iba a pasar, pero creo que voy a echar de menos a México DF.

Durante un año he estado aquí, sólo, quiero decir sin mi familia, lo que es una experiencia difícil de soportar, sobre todo a mis años. A partir de agosto voy a reunirme con ellos, en Costa Rica, lo que, indudablemente, mejorará mi calidad de vida y me hará sonreír más a menudo.

Al principio lo pasé mal. Como en todas partes del mundo la gente es diferente, y no fue fácil entender algunas cosas que, por diferentes, se hicieron imposibles para mí. Recuerdo muchas anécdotas. Por ejemplo, cuando el gobierno mexicano me dio la  razón, solamente unas horas después de haber negociado el contrato de Luz y Fuerza de mi oficina.

Algunos se daban cuenta de mi inferioridad extranjera e intentaban aprovecharse. Algunas de las personas con las que he trabajado desconfiaron de mis formas, y no me lo hicieron fácil al principio. Decía entonces que el deporte nacional era engañar al extranjero. Ahora sé que no es así. Ahora sé que es algo que pasa en todo el mundo: aprovecharse del débil, del que no conoce.

Han sido muchas horas de soledad acompañada, aquí siempre estas rodeado de gente, mires para donde mires. Han sido muchas horas dedicadas a hablar, a enfadarme con mi atropellado carácter español, a leer historia de este país. A pasear. Alguna fiesta, memorable como me había anticipado Octavio Paz. Ciudad cosmopolita, en donde se puede comer y cenar a cualquier hora. Ciudad no tan insegura como me habían anunciado, solamente he recibido amabilidad, incluso de los taxistas, gremio en general, denostado en todo el mundo. He estado en las mejores salas de cine de mi vida. He disfrutado de un clima excepcional. He leído a Carlos Fuentes, a Ángeles Masttreta, quien dice en uno de sus libros: “…y qué fácil es vivir en un país sin invierno.”. Casi que he sido un ciudadano más, y me he perdido cosas que para un turista, es una obligación conocer.

Entender esa despreocupación, ese no darle externamente importancia a cosas que sí la tienen, saber distinguir lo que es de uno, confiar en el destino, en mañana, en el tiempo como elemento clave para resolver problemas,… Sí, los habitantes de México DF que he conocido tienen una forma de entender la vida, y es falso que esa aparente despreocupación demuestre lo contrario.
Voy a echar de menos al México que se desprenda de su complejo de inferioridad, que de ninguna forma debe de tener. Al desarrollo de esa clase media que ahora todavía no tiene  nombre pero que pagará sus impuestos y que exigirá que se los devuelvan. Que acabará con la corrupción y tendrá más seguridad sin buscarla, porque lo que trae seguridad es el progreso, la educación, y no la propia seguridad.

Volveré muchas más veces.