viernes, 26 de abril de 2019

la primera rosa

Iba en busca de mi novia en el seat 600 de décima mano que me había comprado mi padre. El coche era blanco y en los asientos de color rojo mi rosa esperaba, había ido a Navarro a buscarla en donde los colores de las rosas anunciaban que algo especial estaba pasando. 
Siempre hacía buen tiempo ese día, era una especie de ley, que siempre se cumplía. El sol y el cielo azul pintaban Barcelona al igual que las rosas rojas y los libros, puntualmente el 23 de abril.
Giro a la derecha luego a la izquierda, varias veces, y así pasaba por el ensanche de Cerdá en busca de su casa. Cuando llegué, ella estaba en la acera con un indisimulado libro envuelto.
Fuimos a la Sagrada Familia, un montón de casetas y miles de libros parecían haberse puesto de acuerdo en sus portadas de colores. Bajamos Las Ramblas disfrutando del sol y del rojo de las rosas. La política no existía para nosotros, apenas íbamos al recién estrenado COU, Franco todavía vivía.

Hoy he comprado dos rosas, una para mi madre y otra para mi mujer. Las lagrimas han brotado de mis ojos al ver la tele. Estoy lejos de Barcelona y no puedo ver las portadas, ni las rosas rojas, ni el cielo azul, ni la gente, ni Barcelona,.... pero el presidente de la Generalitat me ha llamado “bestia con forma humana”, mi hermano me ha dicho que no quiero a mi madre, mi hermana me ha dicho que no soy un buen catalán, y las rosas de la tele son amarillas, el color de la infidelidad. Mi país, y yo sin saberlo según dicen esos falsos catalanes, ha perdido la libertad por la que he trabajado toda mi vida y de la que estaba orgulloso.

La mayor editorial en lengua castellana y catalana del mundo ya no está en Barcelona. No pasa nada, todo es normal. Solamente los colores han cambiado. O tal vez sean mis lagrimas.

lunes, 22 de abril de 2019

El trio dinámico


Siempre le faltaba tiempo para hacer lo que tenía que hacer. Siempre le sobraba tiempo para mirar alrededor y encontrar un candidato alternativo, ya fuera porque según su potente ordenador de a bordo le tocaba a él hacerlo o porque en aquel momento estuviera culpablemente mas ocioso que él. Cuando no tenía mas remedio que aceptar una tarea esta se alargaba hasta que era evidente que era necesario buscar otro candidato para terminarla.

Se pasó el tiempo sin opciones, a veces porque ni siquiera era capaz de encontrarlas, y otras porque a pesar de tenerlas asignadas no era capaz de conocerlas a fondo.

Siempre hizo lo correcto y la vida no le trató bien. Le enseñaron que desear algo que no tienes se llama ambición y tal vez no era del todo bueno (la ambición es buena en pequeñas dosis, y es una especie de empujón para hacer algo que te cuesta). Es una virtud darse cuenta de los resultados de hacer siempre lo correcto: pequeñas cosas que van haciendo tu vida igual o diferente de la de otros como para poderla contar.

Se pasó el tiempo sin opciones, a veces porque ni siquiera las buscaba, otras porque no las necesitaba. ¿La vida le trató mal?

Convertía lo que él pensaba que era necesario hacer en una verdad absoluta. Entonces aplicaba toda la energía y el entusiasmo que tenía en hacerlo realidad. A veces se equivocaba, pero menos que la media. El relato de su vida estaba repleta de aventuras, era como una montaña rusa.

Los desastres provocaban una crítica feroz y casi invalidaban su vida, pero sus aciertos fueron grandes. Ojalá hubiera tenido más energía para no arrepentirse nunca y hacer lo que tenía que hacer.