viernes, 5 de octubre de 2018

El mundo es demasiado pequeño


Su madre y su padre se conocieron en un antro de esos que frecuentaban aquellos que despotricaban del mundo tal y como era. En una concesión a la realidad, que ellos nunca hubieran aceptado, nació él. Su infancia fue incalificable, y él todavía no ha descubierto si fue o no feliz, porque sus padres no consiguieron cambiar el mundo, transformando sus seguridades de antaño en recuerdos.


Cuando ya tuvo edad para descubrir que el mundo no era como quería, sorprendió a su abuela guardando el dinero de sus ahorros en el azucarero y ejecutó un plan para robárselos sin que su querido nieto fuera ni siquiera sospechoso. Otro día se hartó de su padre y de su madre y se fue de casa, llevándose el coche de su padre y todo lo de valor que pudo encontrar en su habitación.

Con el paso del tiempo encontró al mismo tiempo a su pareja y a los problemas que genera la convivencia. Le echó la culpa a los mensajes que recordaba de su infancia y estos le llevaron a encontrar problemas que nadie encontraba y a echarle la culpa siempre a otro. Él siempre hacía lo correcto.

Añadió a sus problemas el de soportar a un hijo y se puso pesado, y no lo digo virtualmente, sino porque pesaba ya más de 120 kilogramos.  Siempre estuvo a la espera de que llegara algo o alguien externo que resolviera sus problemas. Pero nunca llegó algo parecido, y sí llegaron los municipales a precintarle el bar que había montado y que iba ser el origen de su fortuna y de otra revolución industrial, para recuperar sus deudas.

Buscó entre amigos o recuerdos algo a lo que agarrarse para impedir su miseria pero nunca lo encontró, básicamente porque nunca buscó dentro de él mismo, aunque solamente fuera para vender su carne en forma de solomillos.

Consideraba una tremenda injusticia que el mundo había confabulado contra él, no trayéndole ese algo o alguien externo que resolviera sus problemas. Su odio murió con el. Nadie pago el ataúd extra-tamaño que necesitó y nadie, ni sus padres, ni su mujer, ni su hijo, fueron al entierro. Murió tan sólo como vivió, a pesar de lo chico que es el mundo, como decían sus padres.


¡Qué injusto es el mundo!

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