viernes, 22 de diciembre de 2017

Llueve

El cielo se ha puesto oscuro al entrar en el colegio. No podía olvidarme de lo que Justin me había dicho y la foto horrenda del periódico que me había enseñado, pero tenía que resolver el tema del colegio, daba por hecho que no habría problemas. Empezó a llover mientras esperaba sentado en un banco de madera en el pasillo.

Habíamos elegido la casa en donde íbamos a vivir en función del colegio de los niños, creíamos que después de la “faena” que les estábamos haciendo, al menos teníamos que ahorrarles el tiempo de ir al colegio. Era un gran caserón con un jardín en el medio con una piscina, muy cerca del colegio se podía ir andando, a menos que lloviera. También estaba cerca de casa de mi amigo Justin.


El patio se cubrió de charcos, incapaz de tragar el agua que caía. Enormes gotas por todas partes caían del cielo a gran velocidad, parecía que el diluvio universal había llegado, de repente.


Mientras esperaba tenía serias dudas acerca de nuestra decisión, si se confirmaba que lo de John no había sido un accidente, era necesario cambiar muchas cosas, a los niños de colegio,...


Un ruido desconocido para mi, el agua al caer, ponía sonido de ambiente a la escena del patio mojado.


La puerta del despacho se abrió y pudimos empezar. Era necesario que los niños hicieran un examen al principio, pero solo era para ubicarlos correctamente. Fue la directora quien sacó el tema.


- ¿Sabe el problema que hemos tenido recientemente?
- Me lo han mencionado sí, estoy preocupado por si pudiera afectar a mi familia.
- Estamos todos desolados, pero el equipo del colegio está tranquilo. Creemos que fue un accidente.
 ¿Seguro que tratan bien a los niños?
- Estamos asociados a una cadena de colegios de prestigio, claro que lo que nos ha pasado está dentro de lo posible, pero sus hijos estarán muy bien. John era un niño difícil, no lo vimos venir. Parecía normal y no hacía nada extraño, se llevaba bien con la gente, en general. Parece que a algunos alumnos no les caía bien, incluso a un profesor. Pensamos que no debíamos preocuparnos. No sabe cómo lo hemos lamentado. Queríamos a John como al resto de alumnos de este centro.


Se interesó por si yo tenía coche, si ya me había acostumbrado a la lluvia, y a su país. Parecía que todo estaba en orden pero... ¡aquella foto! Al salir mi cabeza daba vueltas. No me había aclarado nada, tendríamos que tomar una decisión, tal vez Justin nos ayudase.


De la puerta del colegio hasta el coche da miedo enfrentarse a la cortina de agua que está cayendo. Conduzco empapado hasta casa bajo el ruido de la lluvia en el techo. Cerca de casa hay un arroyo que he visto siempre con un palmo de agua.  Ahora el agua, de color marrón, salta por encima del puente cuatro o cinco metros más arriba del cauce.


La enorme casa nueva está vacía, a duras penas la cama y el televisor que he comprado esperando a mi familia; estoy solo. La casa tiene un jardín en el centro, con una piscina con el borde medio metro más arriba. Me duermo con el televisor encendido, y el ruido del agua de fondo que no para.


He cogido la costumbre de salir a correr por las mañanas. Al pasar por delante del jardín veo que el agua llega hasta casi hasta el borde de la piscina. El agua me moja al correr y me golpea con fuerza en los hombros. Me pega al asfalto de la calle. Ahora unos relámpagos cada cierto tiempo iluminan el cielo negro. Una vuelta a la casa será suficiente.


Esta tarde llegan todos, por fin. Y me han llamado de la empresa de transporte, parece que nuestros muebles llegarán mañana. A pesar de la lluvia el avión aterriza. Desde que todos salen por la puerta de salidas del aeropuerto hago de buen maestro de ceremonias, atento a todos. Veo de todo en sus caras: incredulidad, ánimos para una nueva aventura, sorpresa, fastidios, incertidumbre, juventud,... No deja de animarme y asustarme el reto que se avecina. En el breve trecho al parking del aeropuerto el paraguas de alegres colores que llevo se convierte en un palo con un trapo encima, haciendo inservibles mis esfuerzos para que alguien no se moje.

Llegamos al puente y nos encontramos con un palmo de agua por encima. El agua baja con fuerza arrastrando lo que encuentra. Los limpiaparabrisas se mueven con rapidez. Pasamos muy despacio.

- Acostumbraos, que aquí cuando le da por llover, no hace frío pero,..., tratando de hacer de la lluvia otro aliciente.


Dormirían en un hotel hasta que pusiéramos los muebles, y el colegio empezaría el lunes siguiente. Estaba pensado para que todo fuera tan seguido que no le diera tiempo a nadie a pensar en lo que le estaba pasando.


Mi amigo Justin aparece para saludar a mi mujer y conocer a mis hijos.


No os preocupéis que al final de mes dejará de llover, nos dice a todos.


En algún momento hace un aparte conmigo y con mi mujer mientras los niños organizan una exploración de la casa para hacerse la ilusión de que se disputan el botín: qué cuarto sería de cada uno.

- Ya se lo he dicho a tu marido, pero mi mujer y yo estamos preocupados, estamos pensando si sacar a nuestros hijos del colegio, nos dice Justin.

Parecía realmente preocupado. Nos habló de otros padres que pensaban lo mismo que él. Y era un buen amigo, yo lo conocía desde hacía años.


Cuando nos despedimos en la puerta, bajo un pequeño porche, podemos oír el el agua de lluvia golpear el asfalto. Un ruido atronador, ¿es que no va a parar nunca?


- Tranquilos, es la época de lluvias, no es ningún tipo de recibimiento, es normal en esta época, responde Justin, aunque no he hecho la pregunta en voz alta.


El lunes llega enseguida y entre medias los muebles, tenemos trabajo para estar ocupados mientras jugamos divertidos a ver el nivel del agua en el jardín. No ha parado un instante desde que empezó. En el colegio, dentro del pabellón está seco. Han organizado una especie de acto de presentación, todos estamos invitados. Nos saludamos con Justin y su familia, al final ellos también están. Justin más tranquilo, ha hablado con la directora, me dice. Una gran pancarta da la bienvenida al nuevo curso colgada de esquina a esquina. Un profesor desgarbado habla desde el escenario:


- Hoy es un día especial, porque es el primero, y porque vemos muchas caras nuevas para pasárnoslo bien este curso. Como todos los años...


Su discurso fue motivador. La decisión de llevar allí a a los niños parecía acertada.


Cuando terminó el acto la directora reunió a algunos padres en un salón. Allí un profesor nos explicó lo que había pasado con John.


- La policía ha estado por aquí mucho más de lo que nos gustaría, pero su conclusión es que John tuvo un desgraciado accidente. Los que le conocisteis lo tenéis que recordar como lo que era: otro joven dispuesto a comerse el mundo, solo que su camino se cruzó con una ventana en el sitio equivocado. Algunos de los que le conocimos sabíamos que no se llevaba bien con alguien, que desde el principio se odiaron, Algunos, lo confieso, llegamos a pensar cosas que ahora nos parecen horribles. John se cayó por una ventana. Intentaba coger un mango. No había nadie cerca, nadie tuvo nada que ver con esto. La foto, llena de sangre y el cuerpo imposible, es una escena que nunca debería haber llegado a los periódicos.


Nos reunimos con los niños en la puerta antes de salir corriendo hacia el coche bajo la  la lluvia. No hace frío, el cielo es gris oscuro, será cuestión de acostumbrarse, hasta el clima es diferente. 

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