martes, 29 de agosto de 2017

POPULISMO

Seguro que cualquier reflexión que yo pueda hacer sobre este tema será naíf y que hay muchos expertos y periodistas (no tertulianos) que han investigado sobre esto (incluso hay tesis universitarias acerca de este tema).

Cuando yo era pequeño, que te tildaran de populista era algo parecido a una descalificación. A las conclusiones populistas se llegaba sin apenas reflexión. Eran aquellas que se podían deducir sin conocer todas las claves y sin necesidad de ser reflexionadas ni pasadas por ningún tamiz. 

A mi memoria vienen muchas escenas de movilización en la universidad, en las que el primer objetivo era hacerme mover, tomar posición, hacer algo. La arenga, los razonamientos que parecían evidentes eran lo más importante y daba igual que fueran ciertos, bastaba con que uno pudiera participar de ellos. Ahora creo que el entusiasmo que pusiera el orador era más importante que la idea que quisiera compartir, se trataba de agitarme.

La civilización occidental ha sido capaz de encontrar una buena solución para aprovechar esto. Si elegimos a las personas que parezcan más hábiles, o con más ardor guerrero, los juntamos y hacemos que discutan por nosotros en un parlamento, que analicen todas las claves, que reflexionen y que uno de ellos tome las decisiones (esta afirmación es tan simple que me da miedo, porque no describe los tres poderes, su separación y los infinitos sistemas de auto regulación, el sistema electoral y su perfeccionamiento a lo largo de siglos).

Para facilitar todavía más esto nos inventamos unas corrientes de opinión homogéneas, dos. Asumimos que, en general, ante situaciones conocidas estas corrientes reaccionarán, mas o menos, de la misma forma, más o menos contrapuesta y siempre por igual. Esto termina en algo que denominamos bipartidismo, que nos ha permitido a lo largo de la historia alternar la corriente dominante, cuando se agotaba o cuando no era suficientemente eficaz.

Desgraciadamente o gracias a dios, la ambición es un componente fundamental del ser humano. Un sistema aparentemente tan bueno, necesita de seres humanos que lo ejecuten y la ecuación: ser humano, partido político, el que toma las decisiones, no es suficientemente transparente. Nuestro sistema electoral es básicamente uno de partidos, no de personas y el ser humano que gana tiene los méritos de ganar en su partido, no el de aportar nuevas ideas ni ideas que confrontadas con otras se apliquen. Y las personas hacen malo al sistema, lo corrompen.

Como algo no funciona debemos volver a empezar. La arenga o la reflexión que parece ser cierta se convierte en cierta. La arenga que te mueve es la correcta. Si tu puedes entender lo que te dicen, entonces esto es correcto. Pero es solamente el punto de partida y solamente subsistirá mientras haya líderes capaces de crear arengas o capaces de diseñar soluciones fáciles. Cuando el populismo tenga que remover problemas difíciles, entonces la historia continuará desde el principio y desaparecerán, supongo que temporalmente, los populismos.

Los populismos generan una disfuncionalidad enorme y que los eliminará rápidamente. Por una parte los líderes populistas deben existir, pero el mismo populismo tiende a eliminarlos. Aparece entonces “la gente” que aparenta tomar las decisiones.

Se puede observar la evolución de la historia o modificar el sistema de tal forma que en el siguiente ciclo, la democracia representativa dure más, fomentando que sea los más valiosos los que podamos elegir y disminuyendo el papel que les hemos dado a los partidos políticos.


Lamento argumentar para intentar ser entendido de forma lo más simplista y fácil. Supongo que es parte del clamor populista que nos invade ahora.

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