domingo, 14 de marzo de 2010

Y le pegó con el ojo en el puño


Ya me ha pasado dos veces en México, así que supongo que deberé de ir con más cuidado la próxima vez, no sé si se repetirá.

Resulta que hago amistad con un mexicano, le cuento mis problemas, lo que necesito, la dificultad de trato, la diferencia de culturas,.... Total, que nos vamos haciendo “cuates”, creo que se dice así.

Cuando llega finalmente mi problema, algo que mi amigo me puede resolver, y es una cuestión de esfuerzo, de saber, de confianza…, entonces le pido que me resuelva. A lo que él se pone a mi disposición incondicional. Como mi cultura todavía pesa, le pido que antes de hacer nada me diga cuánto me va a costar. La sorpresa viene cuando la “oferta” de mi amigo es de más del doble de otra que he pedido a alguien con quien no tengo tanta confianza.

Obviamente decido por la propuesta que me parece razonable y pienso que mi amigo ha intentado engañarme, ya que cuando se lo cuento, me ofrece bajar su oferta hasta casi la del otro.

Lo lamentable, en contra de lo que se podría pensar, es que el ofendido es él, que se siente traicionado por mí, por no haberme dejado engañar.

¿Es normal? ¿Ha sido mala suerte?

No hay comentarios: