domingo, 28 de febrero de 2010

La espiral

Te levantas cada mañana buscando la forma de que este día sea mejor que ayer y,... 
Te levantas igual que te acostaste, no sabes si estás triste o si te falta algo, recuerdas que ayer estabas cansado de ser tú. Una cierta niebla o bruma sube desde debajo de la cama y te rodea haciendo más lentos tus movimientos.
La cama tienta a quedarse sin hacer nada. Tu cuerpo lucha y despacio, pero como siempre, se levanta y repite minuciosamente, hoy más que nunca, la rutina. Parece que la bruma desciende.
Mecánicamente, se abren los temas del día, la preocupación que debería ser de ahora, es solamente una parte del cuarto saliendo de la bruma. Y esa música que suena relajante, que parece querer ayudar.  Música. Único escape. 
Leer, ¿pero qué? El poeta en Nueva York, por ejemplo, no es ni poeta, ni puedes identificar Nueva York. Conjunto de palabras con música, puestas en orden para que canten, pero con difícil sentido. Solamente alguien con esa bruma subiendo de debajo de la cama, recordando la realidad enorme que vio ayer, lejos de casa, pudo ser capaz de decirlo, de escribirlo, o engañarnos. Porque cada poema podría llevar un día de interpretación, y eso hace imposible escribirlo. Sí, mascarón de proa de Manhattan; sí, brillos de espejos apuntando al cielo; sí, sonidos negros oscuros, llenos de luz… pero lo demás es la bruma y la genialidad de ser capaz de enlazar palabras y hacerlas cantar, y que parezcan decir algo, aunque sea poco, muy poco, escondido.
Escribir, ¿pero de qué? Y escribir acerca de poetas en Nueva York, y de cómo  resolver la situación de países que necesitan inversión y hacer las cosas bien, sin dar en el clavo del factor común del progreso, de la llave que permite cambiar la historia, o de colores.
Y otra vez con la careta puesta, a parecer lo que eres por el mundo, a contagiar entusiasmo, luchón, disimulando las ganas de descansar, de bajar de la rueda, de parar. Sonrisa pintada en la cara, cual payaso feliz, magistralmente representada, generadora de bruma, por la mañana.
Nuevos escenarios, nuevos protagonistas creados a base de conocer gente y gente, de explicarles mi papel aprendido, de representarlo, siempre parecido y la realidad se va agrandando tomando las dimensiones del viaje de avión, cada día más lejos cada día más amplio, cada día más visible.
Al menos disuelve la bruma después de unos minutos y es capaz de mantenerla a raya durante todo el día. 

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