lunes, 26 de noviembre de 2018

La fiesta

El silencio invadía la casa a pesar de la hora. Al abrir la puerta del salón el silencio se prolongó a pesar de la cantidad de gente que lo llenaba. 

Estaba allí mi maravillosa madre y el único hermano que me queda con sus hijos. Mis padres me enseñaron a estar, lo que se debía y lo que no se podía hacer antes de que me fuera a conquistar las estrellas.

El piso de estudiantes, mi segunda familia, Leuter la primera empresa que creé. 

Paloma me enseñó después un video de Enrique, el hombre que también amaba Barcelona, mi amigo desde cuando empecé a trabajar, y su video desde Brasil, ... es un honor para mi... 

Jesús y Agustín, que me han defendido de mi mismo siempre, y ya casi no me acuerdo de lo que hacen por mi. 

La historia de Paloma que se ha entrelazado con la mía: AAPM (Anti Arturo Pro Mus), los de IBM a los que adoro. 

Ricardo el amigo del señor del armario, quien descubrió mi secreto: la pasión que desde el cuadro de la esquina Totó me susurra: “...hagas lo que hagas, ámalo...”. 

Eduardo que desde que descabalgó su negro corcel en La Granja con el aura de alto cargo ha sido mi “consiglieri”.

Costa Rica, ¡los Molina en mi casa de Madrid!, y también Mercedes y Carlos, ... y los Abadía.

Las paredes me recuerdan a mi amigo Marcelo, su sonrisa y pelo blanco, que también ha venido.

La extraordinaria familia de Paloma, mía también, siempre ahí, como una piña, ¡qué suerte ,la mía!

Ella, Paloma, guapísima, dirigiendo los hilos del mundo como siempre ha hecho. 

Nuestros hijos, la obra de arte más enorme de mi vida, que hasta mis cenizas añorarán.

Si alguien me dijera que después de los sesenta años la vida ya no puede ofrecer nada, le diría que sé como voy a morir, y que no va a ser ahora. Si alguien discutiera acerca lo que ha sido hasta ahora mi vida, o de las que me olvido, le podría contar muchas otras, lugares y gentes que vosotros no creeríais.


Gracias.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Carraspeando

Hace tiempo que ya no busco al culpable de lo que me pasa. 
Estoy en el sillón azul. Acabo de poner la quinta sinfonía de Beethoven y tengo en mis manos “El extranjero”, para leerlo. Los dos dicen lo mismo: “Hoy ha muerto mamá, ta-ra-rá, … hoy ha muerto mamá, ta-ra-rá...”. Entiendo que Camus diga que “su patrón no pareciera satisfecho”. Yo también me he encontrado con excusas similares para ganar dos, cuatro o seis días de descanso, cobrando. Si es cierto que siempre es un familiar más lejano: el abuelo, un tío con quien tenía un contacto especial. No recuerdo que una madre se muriera más de una vez.
A través de los cristales se ve caer la lluvia: un conjunto de gotas rebotan en el suelo y alguien aplaude. Otra serie de gotas llega al suelo y el aplauso se vuelve una ovación cerrada que me llega a través de los cristales y sirve de fondo a la música. El árbol que en verano se come la farola ya tiene muy pocas hojas, y hace rato que éstas no ofrecen resistencia a la lluvia inclinadas hacia abajo. Todo está gris.
La otra noche volvió el fantasma. Ella me advirtió que acabaría sólo. Me temo que será así, porque no soy yo el que pueda hacer nada para que no aparezca o se vaya. Me ha costado dos semanas recuperarme de aquello. 
Parafraseando una voz muy discutible, pero personal y clara:
“Así son las cosas, y así se las hemos contado.”

sábado, 3 de noviembre de 2018

Barcelona

El camarero de La Poma, al principio de Las Rambles, mira sin mirar hacia la calle. La señora a la que le compraste las mejores rosas del mundo, mira sin mirar hacia la calle. La ocupada despachadora de canarios, tortugas, loros y hamsters que te atendió a ti y a tus hijos, mira sin mirar hacia la calle. La del puesto con los posters del Barça y del Real Madrid mira sin mirar hacia la calle. Esos personajes que se quedan de piedra disfrazados miran sin mirar hacia la calle.
Todos ellos, todos los días se esfuerzan por atender al visitante, por compartir su amor, imposible de explicar del todo, por una ciudad luminosa, amable, calurosa en verano, que generó el ejercito de voluntarios que quisieron compartir su amor por su ciudad en los JJOO, esa cuidad que ahora no grita, ni puede gritar quien es, pero que acepta a todos, en todos sus idiomas, ajenos a otra cosa que no sea La Luz, los brazos abiertos, incluso con sus agravios y a sus banderas..
Por eso es imposible hacer otra cosa que mirar sin mirar y preguntarse porqué, porque aquí, que es lo que hemos hecho además de gustarte, amarte y verte. Quien te conoce siente amor, quien no te conoce todavía lo sentirá, quien todavía no haya sentido la necesidad de ver la ciudad más bonita y amable del mundo, debería, pero no es obligatorio, como nunca lo es el amor.
Parece que era verdad “… que los que matan se mueran de miedo,…amores que matan nunca mueren…,… .
Yo tampoco tengo miedo, pero sí rabia e incomprensión. No puedo entender porqué a mi, ni siquiera porqué, y solamente puedo mirar sin mirar la calle. Yo soy de Barcelona, siempre lo fui, con todo mi amor.

GAUPASSA

El cuerpo humano necesita dormir, por eso el gaupassa (pasar la noche en vela) solo es accesible para los jóvenes. 
Y las relaciones, lo que se comparte, lo que se habla, lo que se siente esa noche son una de las pocas cosas ciertas de verdad. 
El gaupassa es la única forma de ver amanecer desde el parque del oeste.

Serrat

Colgado de un barranco
Duerme mi pueblo blanco
Bajo un cielo que, a fuerza
De no ver nunca el mar…
(Joan Manel Serrat)
En una serie de tv dos tipos circulan por todo el mundo en un coche y hablan con la gente. Recuerdo capítulos en el estrecho de Bering, al lado del Mar Caspio, en el Tibbett, en la América profunda...
Todas, todas las personas que hablan dicen que el lugar en donde viven es el mejor del mundo, el único en donde podrían vivir, no importa si está helado, huele a azufre o es completamente solitario.
Por esa razón es tan duro cuando te quitan el lugar en donde naciste.

Obra de arte

Para hacer una obra maestra el secreto es simple: basta con explicar algo que sea cierto, o al menos lo parezca, sin hacerlo y, además, hacerlo de tal forma que alegre el alma. 
Solamente algunos encuentran ese algo cierto que explicar y todavía menos dominan la forma de hacerlo.

Terrazas

Hace sol. El pincho de tortilla ya ha caído. Recuerdo, cuando vivía lejos y mi ilusión era que nevara en el Caribe, cómo, en un viaje a España, me maravillaba encontrar a gente sentada en una terraza, en la calle.
Si me preguntan ahora lo más destacable de mi país, de todo mi país, probablemente diría que las terrazas. No es una broma, las terrazas necesitan de la palabra, de historias pasadas, de cuentos futuros, de ilusiones, del clima, del tiempo, de la calma,...de la relación entre seres humanos.

Cascos

Acabo de pagar la habitación del hotel. Ha sido un fin de semana repitiendo una tradición de 40 años en los que veo a mis amigos, mi familia durante unos años. No los suelo ver mucho en otros momentos, pero vivimos en sitios diferentes.
En la misma ceremonia que yo un conjunto de “moteros” también se despiden. Llevan monos grises o negros ya que, por su edad, sus barrigas son pronunciadas, y sus motos muy caras, no podrían vestir de forma estridente. Sus motos hacen juego con sus años y sus monos, Pero sus cascos son de colores brillantes, amarillos, rojos, con dibujos, parece ser que el casco sigue siendo una personalización libre.
También se despide un grupo de argentinos que no se lo que hacen aquí, aunque sé que son Argentinos por su acento.
También hay unos que parecen locales que también se despiden . Deduzco que son locales por sus boinas negras caladas hasta las orejas que hacen juego con el clima, principios de otoño.
Me pregunto si esa frase de “en caso de accidente no me quiten el casco” también es válida para las boinas y si las boinas protegerán en caso de accidente.