sábado, 20 de noviembre de 2010

Matrix y la Política

Matrix, es una serie de películas. Sostienen que la realidad es ajena a nosotros, que es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla.

Mi abogado me decía el otro día que antes te cortaban los brazos si no creías, que ahora puedes creer en lo que quieras sin que te los corten, pero que ahora somos mucho más esclavos de lo que hemos creado, de las reglas, de los impuestos, de la economía,… De cosas que nunca nos vamos a encontrar por la calle, porque no existen. 

La relación que los que gobiernan tienen con la sociedad,  se ha transformado en un mero asunto de elegir prioridades, decidir el orden en el que se hacen las cosas. Las elecciones, única relación entre nosotros y ellos, se ha convertido en un simple vaivén: si unos no lo hacen bien, ponemos a los otros y asunto arreglado. (Los unos y los otros se llaman Partido Político).

En California, país avanzado donde los haya,  dicen que intentaron huir de lo que tenían y adelantaron su Tea Party, movimiento conservador al otro extremo, con “Gobernator” hace ocho años.  Lo eligieron para cambiar la situación que tenían. Hoy, California ha vuelto exactamente al mismo sitio que entonces, estaría en bancarrota si no fuera porque es un estado de EEUU.

Me pregunto cómo podemos exportar a la Política el concepto de hacer más importante el personaje que la realidad. Cómo recuperar las utopías, las estrellas inalcanzables que antes nos iluminaban para cambiar el mundo. Buscar ideales, aunque como el cambio climático, solamente sean un camino, y no un objetivo. Debemos recuperar nuestra necesidad de describir y de buscar utopías. Tal vez eso nos haga socialmente más felices.

Tenemos que desengañarnos, no nos vale ni Zapatero ni Rajoy, ni siquiera Obama, ni el Tea Party, no nos vale solamente la Democracia, ni siquiera la Democracia social. No nos valen las verdades ciertas. Dice el periódico que parece que en California están ahora por “reiniciarse”. Tal vez encuentren a alguien capaz de inventar, de nuevo, ideales detrás de los que todos nos podamos identificar.

¡Dónde están nuestros sueños y utopías de antaño!

Matrix y la realidad

Matrix, es una serie de películas. Están basadas en que la realidad es ajena a nosotros, que es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla.

He leído esta mañana un artículo magnífico en donde, como clave para la felicidad, se expone un decálogo de puntos, basados en dos: 

Que la felicidad no existe, que se es o no se es, feliz, frase casi manida por lo obvia. Y que para ser feliz es necesario separar entre el punto de vista de la escena, del día a día. Para ser feliz hay que mirar hacia arriba, a las estrellas, que deben de ponerse suficientemente lejos para que lo sean y suficientemente cerca para que podamos tocarlas.

Nos empeñamos en disponer de opiniones ciertas y objetivas de las cosas. Nuestra naturaleza parece que las necesita para poder interpretar las escenas que vivimos. 

Pero el punto de vista es algo que cambia la realidad. Incluso la física cuántica habla de la imposibilidad de ver algo sin afectar lo que es (Principio de incertidumbre de Heisemberg).

No podemos saber qué nos pasará mañana, no podemos elegir, la realidad es tozuda, como he repetido muchas veces.

Tal vez nos considerarán locos si nos encuentran mirando a las estrellas, pero no es un loco el que mira al cielo luchando contra la adversidad y grita ¿Porqué a mi?

Estoy de acuerdo. Para ser feliz es necesario mirar a las estrellas. Algo inalcanzable pero cercano, que siempre esté ahí, pero no como un concepto absoluto sino como un destino hacia donde caminar,… una utopía, un ideal.

Matrix y la ficción

A veces uno escribe y mezcla varias cosas que hacen un escrito incomprensible.

Matrix, es una serie de películas basadas en que la realidad es ajena a nosotros. Es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla, mientras todos los esfuerzos de la máquina son para mantenerla.

Hablaba el otro día en México con mi taxista de una conversación suya con un escritor que se subió en su taxi, y que estaba en fase de construcción de un nuevo libro.

Lo que recordaba de su conversación, era cómo los personajes iban construyendo el libro y no al revés, sin un guión establecido capaz de predecir y de ayudar a narrar algo que, antes de escribirse, no es verosímil y ni siquiera existe.

He escuchado a otros escritores hablar de lo mismo. El papel y el lápiz (obviamente también el ordenador), son los auténticos protagonistas y son capaces de convertirse en las auténticas musas de su creación.

Si tomamos como realidad el libro que finalmente podremos leer, el escritor era famoso, esta no tendría la importancia que le damos. Surgiría en nuestra mente mientras leemos, igual que mucho antes, los personajes la han creado, la han construido a base de escenas.

martes, 9 de noviembre de 2010

Aconsejar y delegar


Las palabras algunas veces, si las lees bien, contienen utopías y deseos de siempre. Las dos palabras del título, puestas así, son perfectas.

Porque la experiencia y los conocimientos de uno, asumiendo que son tan brillantes como uno piensa, son todo el equipaje que necesitamos. Puestos en forma de consejos para otros, pueden proyectar el éxito indiscutible de cosas que hemos aprendido y que pensamos, que sabemos.

Lástima que casi siempre que intentamos algo en lo que creemos, la realidad y las dificultades son capaces de tumbar la más fantástica idea. La vida es una dura lucha entre lo que nos gustaría hacer, aquello que sabemos que tendría éxito, y lo que tenemos que hacer, aquello filtrado por la realidad y las necesidades.

Ahora imaginemos a un equipo al que le encargamos nuestros sueños y que lidian con la realidad, la van haciendo posible, superando los inconvenientes reales, resolviendo aquello que no estaba totalmente contemplado en nuestras ideas, en nuestro proyecto. Creo que Accenture tenía un slogan brillante para esto, acerca de hacer realidad las ideas.

Esta mañana un amigo me ha dado las dos palabras del título pero cambiando otras que, si se leen rápido, no significan lo mismo y de repente se me ha encendido una bombilla: ¡cómo me gustaría ser Consejero Delegado!, aconsejar y delegar.

¡Gracias Alberto!

sábado, 6 de noviembre de 2010

La mariposa

El otro día me agarraba a una almohada en una habitación de hotel. Hacía frío, a pesar de estar en República Dominicana, en El Caribe, y es que los aires acondicionados son muy eficaces pero, en general, tremendamente difíciles de ajustar. Afuera caía un diluvio universal asociado al huracán Tomás, que le ganaba la batalla sonora a la máquina de aire acondicionado.



Y en la penumbra, la pregunta profunda de... ¿y qué hago yo aquí?

La vida es un conjunto de escenas, una detrás de otra. Difícilmente nadie puede planificar a medio o largo plazo lo que será de su vida. Seguro, podemos decidir qué hacer a continuación casi siempre, pero la malévola mariposa de Brasil agita sus alas y una vuelta del destino  te lleva a una escena imposible de prever, incluso para los más preclaros seres humanos que conocemos y admiramos.

¿Por qué el huracán alteró de repente su rumbo y enfiló hacia el norte para pasar por encima de Haití? ¿En dónde estaba la mariposa que provocó su terremoto?

Sí, siempre nos queda contar escenas de nuestra vida, o recordarla como el abuelo del chiste. El mérito es disfrutar de cualquier cosa, incluso de una máquina de aire acondicionado. El mérito está en descubrir que, si estás ahí, ha sido por la sucesión de escenas que uno mismo se ha labrado. Sentirse orgulloso de las decisiones puntuales y saber que las equivocadas no tienen solución. Creo que es bueno sentirse el dueño de tu vida, aunque a solas con una almohada estés solo, y el sonido de un simple huracán te provoca preguntas estúpidas.

El mundo sigue siendo tozudo, seguimos yendo a su remolque, siempre. Y nos podemos olvidar de las mariposas o pintarlas preciosas, ponerlas de nuestro lado, y saber que, aunque estén muy lejos, en cuanto muevan las alas,…

Hagas lo que hagas !ámalo!, le decía Alfredo a Totó.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Comercio Exterior: un retrato


Cuando he visto el cuestionario que me ha hecho la revista "Comercio Exterior" me ha parecido que estaba muy lejos de mí. Yo no he sido un fiero negociador con los demás.  Pero cuando las cuestiones tocan a la nostalgia, el pasado,… bueno, supongo que es un retrato. El artículo que han publicado con mis respuestas me parece muy bueno. 
1. Las negociaciones son muchas veces muy duras, ¿qué ha hecho alguna vez para conseguir o conservar un cliente?
La palabra negociar tiene que ver con una batalla para conseguir lo mejor. Yo siempre he sido muy malo para hacer eso, soy un blando. Pero si entendemos la negociación como el teatro de convencer a los demás de que puedes hacer lo necesario para ayudar, para transmitir confianza y compromiso para cumplir lo que prometo, entonces sí creo que soy un buen negociador, compitiendo con quien haga falta. 
Luego, esfuerzo sin límites para cumplir lo que prometo. Si esto es una negociación, entonces sí son duras, nada es gratis.

2.  ¿Y que es lo que se ha negado a hacer?
Nadie me ha obligado a hacer nada ilegal, ni poco ético. Supongo que he tenido suerte, pero creo que mi carácter y postura lo pregona de entrada a los cuatro vientos.

3. ¿Dónde cree que está la barrera que no se debe de sobrepasar a la hora de negociar para conseguir un contrato?
No creo que haya una sola respuesta. Se podría decir que no se debe de hacer nada ilegal o no ético. Pero también, que no puedes negociar y comprometer aquello que no puedes cumplir.

4.  Esta frontera, ¿es solo cuestión de ética profesional?
Hay gente a la que le resulta muy difícil  separar lo personal de lo profesional. Creo que lo auténtico viene de dentro, que es más profundo que lo aprendido, y eso es hablar de educación, de algo más importante que lo profesional.

5.  ¿Qué es lo que nunca haría?
De joven uno es más valiente y osado. A medida que vas creciendo aprendes a medir mejor lo que puedes y lo que no puedes hacer, a conocer tus límites. Nunca traicionaría mis principios, pero casi todo el mundo podría decir lo mismo. Lo que no haría es lo que ya hice cuando tenía menos experiencia.

6.  ¿Y qué haría pero todavía no ha hecho?
Creo que me quedan pocos experimentos por hacer.

7.  ¿Han cambiado mucho las negociaciones en los últimos años?
No sé si han cambiado. Para mi el chiste sigue siendo el mismo: intentas mostrar lo que sabes mejor que nadie. Quien te escucha, si lo has convencido, pelea contigo por su empresa; si no lo has convencido, te hace pelear con tu competencia. A veces pienso que a cada día que pasa me resulta más difícil. Cuando gano siento el mismo placer que al principio. Probablemente siempre todo sigue igual.

8.  ¿Qué ingredientes nuevos ha añadido la crisis en la  negociaciones por lograr contratos o aumentar los ingresos?
A la negociación en sí, yo creo que nada. Acerca de lo que se negocia sí ha cambiado. Ahora se trata de comprar cosas que te permitan hacer menos con menos, antes era poder hacer más con menos recursos. Tal vez ahora es más necesario demostrar que convencer.

9.  ¿Qué es aquello que nunca pensó que haría por su empresa?
Estoy viviendo con toda mi familia a 10.000 km de España, nunca pensé que sería capaz de pedirles que me siguieran. Nunca pensé que fuera capaz de cambiar mi vida a mi edad.

10. Cuéntenos anécdotas que haya vivido con clientes, socios, amigos,… y que ahora recuerde con especial cariño.
Las diferentes culturas con las que he tratado arrojan muchas anécdotas. Por ejemplo aquel día en el que negociaba con un señor japonés un contrato, todo a favor, yo solo tenía que llegar a un acuerdo. Le dije que le hacía un descuento, pequeño para empezar, se ofendió, se levantó y se fue. No pude pararle, nunca más le he visto.
La primera vez que salí de España a vender. Me llamó alguien a mi despacho desde muy lejos y semanas después me fui detrás de mi intuición. Antes de salir por la puerta del aeropuerto de destino me entró la angustia, ¿habría alguien?
Y aquella vez que volé a Buenos Aires un día, cerré un trato y volví al siguiente. Averigüé que volar en Business Class era otra cosa.
Me acuerdo mucho de los amigos con los que empecé. Conseguí convencerlos de dejar algo seguro y seguirme. Probablemente eso es lo que más cariño me da.

11. ¿Cuál ha sido el mayor esfuerzo que ha realizado a nivel profesional?¿Con qué objetivo?¿Lo cumplió?
Sin duda alguna empezar. Lidiar con el vértigo de lo inexistente, hacer cosas que no existen antes de que las hagas. Pero Leuter ha vivido más de un nacimiento. El vértigo inicial generó mucha adrenalina, los siguientes muchísimo estrés, miedo al fracaso, lucha contra el destino. Todos se gestaron en el entusiasmo, todos se fraguaron en la constancia, en la tozudez.

Leuter sigue aquí, siempre lo cumplí.

12. ¿Y aquello de lo que se siente más orgulloso?
Siempre le he dado más mérito a alguien que crea, que a alguien que aprovecha muy bien algo. Supongo que ver algo que antes no existía, con todos sus defectos, es lo que me hace sentir más orgulloso profesionalmente. Sin embargo la amistad  de mucha gente que ha compartido esfuerzos y alegrías conmigo es lo más me llena.

13. ¿Qué recuerda al mirar años atrás cuando decidió crear Leuter?
Sinceramente, cansancio. Ha pasado mucho tiempo. El camino que empecé con otros hace muchos años debería de tener subidas y bajadas, pero no recuerdo muchos momentos en los que pudiéramos dejar de pedalear, el camino siempre ha estado subiendo.

14. ¿Cómo se ve a nivel profesional dentro de unos años?
Curiosamente, descansando. Disfrutando de mi mujer que me ha soportado durante tantos años. Viviendo cosas de interés común, ver como cambia el mundo, ver hacerse mayores a mis hijos,… Casi nada si pensamos en nuestro mundo de ahora; todo, si nos vamos a los tiempos de mis padres o mis abuelos.

15. ¿Todo el esfuerzo realizado hasta ahora… merece la pena?
Es una pregunta muy difícil. Si fuera en una charla con universitarios, la respuesta sería sí. Si fuera una charla con mis amigos, probablemente ellos descubrirían que no es oro todo lo que reluce. Si fuera con la cabeza en la almohada, en la oscuridad, probablemente pediría que todo hubiera sido más fácil, y me metería conmigo mismo como el culpable de haber intentado lo más difícil. Y sin embargo, sigo aquí.

Seguro que hubiera podido cuidar de mi familia sin tanto esfuerzo, ojala que haya valido la pena.

viernes, 29 de octubre de 2010

Sancocho con gallina de patio



El sancocho es un plato que he probado en Panamá y en República Dominicana. Es una especie de cocido en donde se ponen muchas cosas, se sirve bastante líquido y se acompaña con arroz. La verdad es riquísimo.

Hoy he entrado a comer en un restaurante típico, de barrio, en Panamá, típico, no turístico, porque yo debía de ser de los primeros extranjeros en visitarlo, y solamente porque estaba ahí, por trabajo. El sancocho estaba fantástico y el restaurante, pocas mesas, pequeño, lleno de parroquianos disfrutando de diferentes platos.

Sombrero gris de ala, bien calado, gafas oscuras con montura de nácar blanco, modernísimas, muy rectas en el puente, oscuro. Camisa fuera de los pantalones, de cuadros azules, micrófono negro en la mano. Llevaba el ritmo despacio, con los zapatos negros lustrados, y suaves movimientos flexibles de los hombros. Cualquiera hubiera dicho que era un disco, o una copia ilegal, porque su movimiento y su abultada figura no se notaban al fondo del Rincón de Eva.

Pero su voz se notaba armoniosa al son Panameño. Todo parecía un cuadro, desde el Sancocho hasta Eva apoyada en la barra con papeles en las manos, pasando por esta gramola de carne y hueso, ideal con una voz de matices, que rimaba incluso con el nivel de conversación de este pequeño rincón. Su son no ha parado en toda la comida.

No sé si en España estaríamos hablando de gallina de corral, pero el sabor del sancocho, el sonido del ritmo y el ambiente del restaurante, componían una escena que, si le hubiéramos preguntado a cualquiera, hubiera dicho que estaba en Panamá.

martes, 26 de octubre de 2010

Al olor de la miel


Acabo de recibir de alguien, muy querido por mí, un típico artículo de periódico acerca de la desconocida, hasta ahora, y sorprendente, capacidad de las abejas para resolver un problema matemático complejo.

Hablo de típico porque tiene todos  los ingredientes que un periodista busca para construir un buen artículo: 
  • Novedad. Un hecho que hasta ahora no era conocido tiene algo importante, y que puede dejar huella en la humanidad y el futuro.
  • Incomprensible. Tenemos atracción por las cosas que no podemos entender, sobre todo si podemos poner ejemplos cercanos. Da igual que se puedan parecer como un huevo a una castaña.
  • Sentido de grupo. Se establece una complicidad con quien descubre algo acerca de otro colectivo, sobre el que el suyo tiene una superioridad aplastante, pero que tiene algo, un detalle, muy superior a nosotros. En este caso, el ser humano y las abejas. 
  • El hecho de qué sean científicos de un país respetado aporta cierto plus de garantía, y también de regocijo, al pensar el tiempo que otros pierden mientras nosotros trabajamos.


Para tener desarrollo, una sociedad necesita individuos que investiguen acerca de cosas como las abejas, ya resueltos sus problemas básicos de comer o reproducirse. Paradójicamente, estas investigaciones consiguen a veces descubrir cosas que luego son útiles para el desarrollo.

Conocer y saber cómo son las cosas no siempre es garantía de éxito. Si nos preguntan que describamos el comportamiento de alguien que para nosotros es valioso, casi sin duda pensaremos en alguien metódico, tenaz, que sigue su camino contra viento y  marea, trabajador,…, parecido a una abeja. Y si preguntamos por el perfil de alguien que no lo es, pensaremos en alguien que cambia de opinión constantemente, sin norte,… como una mosca.

Sin ánimo de demostrar una opinión ni la contraria, los tópicos están para ser respetados, podemos llegar al experimento de la abeja y la mosca para sacar después conclusiones.

Atrape una abeja en una botella de cristal transparente y ponga la parte de abajo de la botella contra el cristal de una ventana. La luz le dirá a la abeja por donde está más cercana la libertad y consumirá su energía en intentar salir por donde es evidente. Incansablemente, perseguirá su objetivo, tenaz, y acabará desfallecida preguntándose porqué el destino la castiga con algo que parece tan fácil y que es imposible (esto último, obviamente es mío, no creo que una abeja pueda pensar).

Ahora haga exactamente lo mismo con una mosca. Desesperada, la mosca pronto se olvidará de la luz al otro lado del fondo de la botella y gastará toda su energía en ir de acá para allá, sin método, sin explorar, pero probando sin ton ni son todas las opciones. Una de ellas es la correcta y la mosca saldrá por el cuello de la botella. Sin entender bien el problema que tenía, sin ver su gravedad, y respirará aliviada después de salvar su vida, resolviendo un problema que no terminó de entender, con una solución que tampoco podría explicar (esto último, también es mío, no creo que una mosca pueda compararse con una abeja).


Menos mal que tengo amigos que me hacen escribir, sino siempre estaría trabajando.