domingo, 3 de mayo de 2009
Cuba tiene Swing
Me invitaron a un congreso de logística para empresarios Mexicanos y Centro americanos en Cuba; era mi primera vez en la isla.
Cuando uno ve varios kilómetros de malecón con una sucesión de ‘palacios adosados’,… en ruinas; cuando mira a través de los cristales de la habitación de uno de los mejores hoteles de La Habana,… apenas, porque llevaban muchos meses sin limpiarlos, cuando uno trata con la gente de allá, no sé si solamente pude hablar con la gente que está en contacto con los turistas (resolver esto se ha convertido en una asignatura pendiente para mi),… y cuando escucha música por todas partes,… le entra a uno una sensación de pena y frustración enorme.
La mejor cosa que he encontrado al otro lado del Atlántico, en México y en general en centro América, es que la crisis no inunda todas las conversaciones; la gente sigue pensando en esforzarse, igual que antes. Tal vez deberíamos recordar cuando nos esforzábamos en mejorar las cosas. Hace 30 años en España teníamos una sana envidia por emular a los países avanzados, aprendimos que para llegar a donde estaban ellos era necesario trabajar todos los días, esforzarse. Teníamos corrupción, amiguismo, las cosas siempre eran mejores fuera,… ¿Nos hemos olvidado de lo que hemos conseguido? ¿Teníamos más recursos que los que tenemos ahora, con la crisis, para superar todos los obstáculos y avanzar?
Hasta hace unos meses la gente nos pedía poder hacer MÁS cosas con MENOS recursos. Hoy, se mueve menos mercancía y la gente nos pregunta cómo hacer para mover MENOS cosas por MENOS dinero. Esa es la única ecuación que parece valer estos días.
Con Cuba de canción de fondo, intenté sacarle punta a la situación que veía y algún paralelismo a mi trabajo y a la logística.
Cuando un cliente confía en nosotros para resolver los problemas que nos plantea, casi nunca somos capaces de transmitirle que, además de resolver los problemas de los que es consciente, hay otras muchas cosas que no se ha planteado y que nosotros somos capaces de aprovechar para mejorar la eficacia de sus almacenes.
De eso se trata cuando una empresa contrata a un especialista, contrata a la experiencia de quien sabe qué cosas funcionan y cuales no, y a quien huele las situaciones y es capaz de hacer las preguntas adecuadas.
Cuando una empresa intenta resolver los problemas de su almacén por sí misma, si dispone de buenos recursos, tiene oportunidades de hacer bien las cosas. Igual, si su opción es hacer un sistema de gestión de almacenes internamente. Con buenos recursos una empresa puede hacer un buen sistema. Si los logísticos son buenos transmitirán buenas ideas a los informáticos. Si estos son buenos harán buenos programas, y los buenos logísticos serán capaces de implementar los mejores procedimientos en el almacén.
En caso de elegir esta opción, me gustaría que no les pasara como a los bien intencionados cubanos que han intentado hacer todo a su propio estilo, internamente, poniendo en cuarentena cualquier experiencia, buena o mala, consiguiendo que ningún imperialista o capitalista se robe nada, pero no consiguiendo casi nada de lo que el imperfecto mundo occidental ha conseguido.
Claro que, oyendo hablar a algún dirigente, la situación, medida con parámetros occidentales que nadie puede contrastar, viendo el nivel de educación de la gente para no saltarse un semáforo, para no aceptar dólares, para no saltarse las reglas básicas en general, algo chirría.
Chirría escuchar que la culpa de su situación es de los americanos y su bloqueo, de los huracanes y de la caída del imperio soviético. Cuando las culpas siempre son ajenas, es casi una demostración de que el verdadero problema está en su interior.
Este mes encontrará en la revista una hoja que resume mis artículos de diciembre, enero y febrero, que le servirá para analizar la situación del almacén y ver qué cosas está haciendo bien y cuales son manifiestamente mejorables. Está escrito con palabras simples para que cualquiera pueda entenderlas. Espero que les sea útil.
Pedo Puig (pedro.puig@leuter.com)
lunes, 16 de marzo de 2009
Logística ¿Y ahora qué?
Así que en el papel de encima de su mesa, se encuentra la ecuación en donde la cantidad de mercancía que pasa por sus manos ha bajado o bajará un 20 o 25%, y tiene que bajar sus costes otro tanto.
Lo primero, buscar soluciones fuera de su empresa. Los proveedores han tragado siempre con todo, aceptaran una vuelta de tuerca más. Seguro que esos transportistas que antes se quejaban del precio del petróleo pueden echar una mano.
Pero claro, si hablamos de camión completo, de retornos asegurados,... No les hable de pedidos más pequeños para adecuarnos a la demanda. La crisis es para todos.
Sigamos por nuestros almacenes. No hay mucho que hacer en la parte administrativa. En los últimos años hemos establecido unos procedimientos de trabajo para asegurar la calidad, no se pueden tocar.
La manipulación es dependiente de la cantidad de mercancía a mover. Pero resulta que en los últimos años hemos bajado los sueldos hasta el punto de tener que buscar mano de obra en el extranjero. Además, crece la manipulación, los pedidos son más pequeños.
La ecuación no tiene solución en términos que puedan depender de la reducción de mercancía movida.
No se preocupe, su problema es común. Piense en sus colegas fabricantes, ellos todavía están peor.
La civilización occidental que conocemos ha llegado a donde esta, simplificando mucho, siguiendo pasos sucesivos: religión, comercio y tecnología.
No se si nos servirá de algo rezar, pero en todo caso, es una opción personal.
El comercio tiene que simplificarse. Volver a ganar dinero por poner las cosas allí en donde son necesarias, aprovechando la diferencia de valor en origen y destino. Volver a ganar dinero por hacer algo que la gente necesita, y hacerlo bien. El comercio debe volver a vivir del valor añadido, y reducir los escalones que no lo aportan.
Por supuesto, el capitalismo debe de reducir drásticamente aquellas maniobras especulativas que generan riqueza sin aportar nada.
Eduquemos de nuevo a nuestros hijos para que surjan lideres capaces de olvidarse de que con una tft de 36 pulgadas o una play station ya hemos cubierto objetivos (el mundo por civilizar, por alimentar, el espacio por conocer, el cáncer sigue vivo, quemamos petróleo para vivir ensuciando nuestro planeta,... Retos nos sobran).
Nos queda la tecnología. No busquemos a un consultor que nos resuelva la vida. Busquemos a alguien que haga las cosas mejor que nosotros (seguro que los hay). Apliquemos tecnología, no por estar a la ultima, sino porque funciona.
Si, ya se, el director general dice que no se puede gastar nada, nos remite al financiero.
¡Por dios! Confíe en su criterio, en su trabajo. Argumente bien las cosas. Pronto se acabará la psicosis de no hacer nada hasta que esto pase (hace meses me refería a "esto" como el oso hormiguero). Pronto todos nos pondremos a pensar que mañana volverá a salir el sol, que ahí afuera hay clientes, gente que necesita nuestros productos y servicios. Otros competidores que buscan clientes, igual que nosotros, y a los que hay que ganar por la mano.
Esta claro que con la tecnología hemos podido crecer, hacer más con menos. Ahora la necesitamos, también, pero para hacer menos con menos.
Pedro Puig
viernes, 27 de febrero de 2009
Think Tank CIIL
Esta mañana, sin embargo, se ha podido establecer una conclusión: en el supuesto de reducciones en los ingresos de las empresas de distribución del 20/25%, la propia reducción de la actividad no se trasladará al coste, y casi nada de lo que podamos hacer, manteniendo nuestra forma de trabajar, por bien que algunos ya lo estén haciendo, permitirá acercarnos sensiblemente a la reducción de los ingresos, a la vez que se mantiene la calidad de servicio.
Bien es verdad que operaciones de flujo tenso, reducción de número de referencias, colaboración entre empresas (me ha gustado oír red frente a cadena de suministro) o reducción de artículos promocionales pueden mejorar las cosas, reducir en parte los costes derivados de los stocks que hoy se acumulan en toda la cadena. También que los precios del transporte sí serán más sensibles a la reducción de la actividad.
La verdad es que la conclusión es bastante demoledora, y evidente para mi: tenemos que cambiar nuestra forma de trabajar.
La pregunta final, planteada por Antonio Rodríguez, de MIEBACH es para la reflexión: "Hace 30 años nuestras empresas también conseguían cuadrar sus cuentas y aquellas que lo hacían bien obtenían beneficios ¿qué ha cambiado desde entonces?"
La pregunta tiene mucha más miga todavía, si tenemos en cuenta los recursos que ahora tenemos (tecnología, infraestructuras, información,…), y que antes no teníamos.
A partir de aquí mis reflexiones.
Hace 30 años, cuando yo entraba en el mercado laboral, no existía la sociedad del bienestar como la conocemos hoy en día. Uno ganaba o perdía su trabajo, no era un derecho adquirido. El afán de superación de los que competían conmigo nos hacía a todos trabajar con ahínco, más horas si hacía falta, teníamos auténtica ansiedad por aprender y triunfar.
La política era un reto, un país que cambiar, que construir, a imagen y semejanza de lo que existía en otros países, no había partidos políticos monolíticos y gobernantes como ahora, sino políticos que administraban un entusiasmo colectivo y que, como subproducto, crearon los partidos políticos.
El resultado es que, hubiera tecnología o no, las cosas salían adelante, gracias al entusiasmo y al esfuerzo. También nos conformábamos con mucho menos (colas en una sanidad por construir, esfuerzos no solo para pagar impuestos sino para calcularlos, una educación todavía no universal, los pisos en alquiler, nuestro parque automovilístico, las carreteras,…).
Los bancos se portaban como bancos, es decir, si tenías dinero (o era clarísimo que ibas a devolverlo) te lo dejaban, si no lo tenías no.
Ese entusiasmo colectivo era capaz de hacer una piña alrededor de un proyecto común (independientemente de si eras del Madrid o del Barça, como dice un amigo mío).
Hoy en día nuestros políticos son gobernantes contratados por los partidos políticos, no existe un reto común, y por lo tanto ningún proyecto, y nuestros políticos son incapaces de ponerse de acuerdo en absolutamente nada, lo que acaba arrastrándonos a todos a discutir y descalificarnos en la calle.
Y aquí llega la crisis y resulta que, o cambiamos la forma de trabajar o no saldremos adelante. Creo que esa conclusión no solamente se aplica a la logística.
Pedro Puig
lunes, 23 de febrero de 2009
Porqué nos odiamos
Por supuesto, los medios tienen una parte de culpa, pero la mayor parte de culpa, esta en origen, en la política. No es razonable pensar que el presidente que tenemos, a pesar de que no pasará a la historia como un estadista, le traiga al fresco que haya 4 millones de parados. No es razonable pensar que el jefe de la oposición diga que le llamen cuando el país este en quiebra.
No es verdad, ninguno de los dos es un inútil, ni esta en política para hacerse rico, ni porque no tiene otra cosa que hacer, ni porque atesore la verdad absoluta sobre nada.
El problema es que están obligados, siempre hay unas elecciones que justifiquen descalificar al contrario. ¿Acaso los chorizos que existen en el PP no existen en el PSOE? Pues claro, pero eso solo implica que tienen los mismos lógicos problemas, no que sean rematadamente malos.
Es necesario resolver el problema que están generando en la calle: rojos y fachas, educados y no educados, cultos e ignorantes,... ¡Basta!, nada de esto es cierto. Sobre todo con la que esta cayendo, vamos a necesitar la colaboración de todos.
Tenemos que acabar con la bronca gratuita en la que se ha convertido la política española en los últimos 10 años y que amenaza con arruinar nuestra convivencia, cuando más vamos a necesitarla.
He aquí, algunas ideas:
Compromiso de los líderes políticos
- Estamos permanentemente en campaña electoral. ¿Porque no hacemos coincidir todas las elecciones en el mismo mes para dejar de trabajar al que gane 4 años?
- Todas las votaciones en Las Cortes serán secretas, para favorecer el voto personal en lugar del de partido.
- Todos los gobiernos estarán obligados a pactar al menos X leyes en cada año de sesiones, no solo con sus votos.
- Los periodistas llamaran Sr. Juez, omitiendo su nombre, a cualquier magistrado cuando comenten algo sobre su trabajo.
- Las descalificaciones serán prohibidas en Las Cortes, al igual que los insultos.
Obligación para presentarse a unas elecciones
- Todos los partidos políticos estarán obligados a organizar un departamento de asuntos internos.
¿Qué algunas obligan a que los partidos políticos pierdan poder? No creo que una pequeña dedicación para convencer a los propios parlamentarios de lo que tienen que votar fuera negativa. No creo que un tiempo obligados a escuchar al contrincante para pactar sea negativo.
Estas ideas no resuelven por sí solas ninguna crisis, pero no son más de lo mismo. Ninguna acción concreta de ningún gobernante servirá para resolver esta crisis, pero muchas pequeñas cosas, de todos, una detrás de otra, si lo conseguirán.
Pedro Puig
jueves, 19 de febrero de 2009
Cuento: ¿Será eso?
Varias semanas después, no le quedaba la más mínima duda. Bellotas, pinaza, árboles,… Podía encontrar comida en abundancia, de vez en cuando veía a alguno de sus congéneres trepando por un árbol. Todo estaba en orden. La sensación de libertad que le daba estar sola, cubría cualquier cosa que pudiera necesitar. El águila que flotaba en el cielo no conseguiría localizarla y, si no, tenía un agujero perfecto para esconderse en un enorme pino.
Y pasó la primavera, y el verano, y el otoño y llegó el mal tiempo. Ya no tenía tantas ganas de correr y trepar por el bosque, como antes. De repente todo se cubrió de blanco.
Y ya no había bellotas en abundancia, estaban enterradas debajo de la nieve, era muy difícil llegar a ellas, y las de los árboles eran pocas y medio secas. Cada día pasaba más tiempo en aquel agujero del pino, y su piel lustrosa empezaba a mostrar los huesos de debajo.
Aquel invierno fue especialmente duro. Lo intentó todo para encontrar alimentos. Podía comerse aquellas hojas puntiagudas que picaban, pero no tenían mal sabor y, después de comer, le parecía que seguía teniendo el mismo hambre.
Cada día, el manto de nieve era más profundo. Se preguntaba a cada momento qué es lo que había hecho mal. Cuando dejó a sus padres no pensaba que hubiera cometido ningún error.
Y empezó a buscar alternativas para buscar alimentos. Y cada día se cansaba más, sin obtener frutos a su esfuerzo. Encima, el águila volaba más bajo y cada día debía extremar más el cuidado. Al águila se le había añadido un buho enorme que cada día se despertaba más de día.
Un día, llegó a pensar que la nieve que seguía cayendo llegaría a la altura de su refugio. Más de una vez estuvo a punto de rendirse, dejar de estar pendiente del águila y dejarse llevar por su falta de ganas, por su impotencia. Su piel a duras penas cubría sus costillas.
El águila volaba bajo. Ella se despistó por un momento. Cuando se dio cuenta tuvo el justo tiempo de dejar de escarbar y salir corriendo. ¿Llegaría a su refugio?
Mientras corría, su cabeza no dejaba de plantearse preguntas. ¿Qué es o que había hecho? ¿Que le faltaba? ¿Acaso herramientas? ¿Acaso constancia? ¿Ganas? El mundo a su alrededor había cambiado y ella no estaba preparada para vivir en otro mundo, lo suyo era comer bellotas que estaban en el suelo. Cuando alcanzó el árbol, no sabía si había conseguido vencer al águila o solamente había conseguido una prorroga.
Su pregunta no la contestaba el bosque, ni el águila ni siquiera la nieve, probablemente el mayor culpable de sus problemas: ¿Qué debía hacer?
Nada hizo.
Y dejó de nevar. Y el arroyo empezó a cantar. Y en los árboles empezaron a encontrarse brotes tiernos despertando sabores en su boca que nunca había sentido. Y el sol volvió a brillar, un día sí y otro también.
Un día volvió a ver otra ardilla. Sobre el suelo del bosque volvían a verse bellotas
Pedro Puig
sábado, 14 de febrero de 2009
Asuntos internos ¿donde las dan las toman?
Mientras sucede todo esto, si examinamos a nuestros políticos, sin tener en cuenta el odio que uno y otro bando parecen obligados a manifestar, extensible parece a los de a pié.
Votamos a un partido, no a un candidato. Los partidos políticos son como empresas pero sin el objetivo de ganar dinero, solamente conseguir el poder. Por eso sus empleados hacen méritos por cómo se mueven dentro de sus partidos, porque hacen cosas que pueden ganar votos y estas empresas premian a los empleados que lo consiguen, no necesariamente por sus méritos en un cargo público.
Aunque los mejores vayan arriba dentro del partido, cuando por fin gobiernan, los cargos públicos se reparten entre todos, entre los eficaces, los menos eficaces y,... los chorizos. Es absolutamente inevitable que dentro de cualquier gran organización existan este tipo de personajes, en todos los partidos.
La reacción de los nuestros, cuando alguien descubre su existencia, es atacar a quien lo descubre y defenderse con el ¡y tú más! o ¡donde las dan las toman!. Otro ejemplo de lo lamentable de estas organizaciones.
¿Porque no asumen todos que tienen que existir los chorizos y que este es un problema de todos?
Si lo asumieran, todos tomarían cartas en el asunto y crearían departamentos de asuntos internos, como en las pelis de polis de los américanos, y conseguirían descubirlos antes que la prensa o el partido politico opuesto, y serían capaces de acotar el daño y destruir al que se descubriera.
Aunque no me gusta el presidente que hemos elegido entre todos, voila una frase de Rajoy: "Hundan el país y dspués llamennos para pedir ayuda" (En el Congreso esta semana).
¿De verdad que no deberíamos hacerlos dimitir a todos? Lo que falla de verdad en nuestra democracia son los partidos políticos.
Pedro Puig
lunes, 9 de febrero de 2009
Isaac Asimov
En casi todas las novelas de Asimov, el protagonista es el ser humano, no hay otros seres diferentes en la galaxia y el desarrollo es una copia de la sociedad humana, solo que en una escala geográfica mucho mayor, la galaxia.
Una de sus novelas más famosas es una trilogía: “Las fundaciones”. En la primera parte, un científico, Hari Seldon, predice la decadencia y caída del orden establecido, el imperio, y los posteriores años de barbarie y oscuridad en donde cualquier tipo de orden desaparece.
Por supuesto, como pasaría ahora, el científico es considerado por el gobierno como un terrorista y es exiliado con un pequeño grupo de sus partidarios. El grupo tiene una misión concreta: realizar una enciclopedia con el compendio del conocimiento humano, para impedir que se pierda.
Pero sobre todo tiene un objetivo: evitar los años de barbarie que parecen inevitables.
En las siguientes partes, el grupo, equipado con los conocimientos acumulados por la historia, armado con la simplicidad de la toma de decisiones, y la tecnología de que dispone es capaz de enfrentarse con el imperio en decadencia, pero fuerte todavía por su tamaño.
La realización de la enciclopedia era solamente una excusa. Es el la consecución del reto: evitar los años de barbarie, lo que mueve a todo el grupo. El desarrollo económico normal, la religión, los comerciantes, la tecnología, progreso.
Según confesó Asimov, su libro estaba basado en otro, escrito por un británico con el título “Decadencia y caída del imperio romano”, y los años de barbarie fueron los de la Edad Media.
Pedro Puig
sábado, 31 de enero de 2009
CRISIS: Origen, efecto y problema
1) Las desigualdades que existen en el mundo. Cuando una empresa deslocaliza una fábrica, lo que está haciendo es aprovechar la desigualdad en el mundo, los costes laborales no son iguales en todas partes, pero es que el nivel de vida tampoco es comparable, y los costes tienen que ver con el nivel de vida.
2) El control de las empresas, las que se deslocalizan, sigue siendo local, en cada uno de los países, cuando su mercado es global, e incluso su ámbito de negocio, sus fábricas, también lo es.
En estos dos puntos se esconde el origen de la crisis. En mi fuero interno, cada vez más interno, pienso que esta crisis traerá, inevitablemente, acciones que intentarán resolver este problema de desigualdad y, por lo tanto el mundo mejorará cuando la crisis pase.
El origen directo de esta crisis es el descontrol del sistema financiero (nada que ver con la construcción y España) y nada que ver con uno u otro político. Tengo por seguro, que ningún político ‘normal’ se lo haya podido imaginar, y menos aún, hacer algo para aceler o acortar la crisis, y tampoco por arreglarla.
Sin embargo, las consecuencias de la crisis nos afectan a todos de manera muy concreta. Resolverla o no, pasa a un segundo plano, porque los efectos, las consecuencias creo que, sinceramente, pueden acabar con nuestra forma de vida. Lo urgente va a ser resolver las consecuencias de la crisis, para luego, cuando toque, buscar soluciones a los orígenes y hacer imposible que se repita.
Hace mucho tiempo, más de 25 años, cuando yo entraba en el mercado laboral, mi bagage era la ilusión por ser útil, por aprender. Mi entusiasmo no tenía límites. Las cosas costaban y era necesario trabajar duro para conseguirlas. Tenía que competir con otros que hacían lo mismo que yo.
Querías comprar un coche, varios años después de empezar a trabajar, y podías pagarlo con lo que habías ahorrado; si le pedías el dinero al banco. Entonces la respuesta era clara: si tienes el dinero, yo te lo dejo, y si no, búscate a un avalista que lo tenga. Por supuesto, lo de comprarse una casa era solo para los que habían nacido ricos o aquellos que habían conseguido éxito en su trabajo.
Después, hace unos diez años, el precio del dinero se hizo despreciable, ya era más barato comprar una casa que vivir alquilado. Los avances sociales en Europa nos llevaron a pensar que todo estaba resuelto, la jubilación, quedarse sin trabajo, el colegio de nuestros hijos. Durante todo este tiempo, se ha ido perdiendo la relación entre éxito y el esfuerzo que cuesta conseguirlo.
Igual, durante este tiempo han surgido personas sin rostro, especuladores, que se han aprovechado del poco coste del dinero y de la cantidad de personas que disponían de él. Las empresas han invertido en aventuras, a veces con éxito otras con fracaso, en las que el riesgo de abordarlas no ha sido uno de los parámetros necesarios para tomar la decisión de abordarlas o no.
Esta actitud de no tener que contar con el riesgo, ha traído consecuencias positivas y negativas. Las positivas han sido la globalización, la innovación tecnológica consecuencia de esta sobre actividad (existían mayores posibilidades, solo por el número de intentos), de que algo saliera bien y aportara ventajas que otros podían aprovechar.
También considero una buena consecuencia a la competencia. Los riesgos de tomar una decisión y acertar o fallar eran premiados o castigados por el mercado, esa mano negra que era capaz de reajustar cualquier desviación de nuestro modelo.
La consecuencia negativa es que la relación entre éxito y esfuerzo se ha perdido.
Hace solo seis meses, la falta de control de los bancos americanos ha generado una crisis financiera de falta de liquidez, que ha desembocado en una crisis de confianza de proporciones devastadoras. Los gobiernos parecen haber encontrado el botón para resolver la falta de liquidez de los bancos y han puesto en marcha las máquinas de hacer dinero y han garantizado fondos, nacionalizado o cualquier cosa que se les ha ocurrido. La crisis de liquidez de los bancos está resuelta o camino de estarlo.
El siguiente problema ha sido la liquidez de las empresas y este problema está por resolver. Los gobiernos no tienen ninguna fuerza para convencer a los bancos de que lo que tienen que hacer es lo que hacían hace menos de diez años. Los bancos harán lo que hacían hace 25 años, para sanear sus negocios. Por cierto, en España tenemos alguna ventaja que no somos capaces de aprovechar. La regulación española es ejemplo a seguir por todo el mundo, la solidez de los bancos españoles es espectacular pero,… ¿quien les va a decir que deben de relajar su forma normal de proceder?
La falta de liquidez de las empresas es lo que ha originado la falta de confianza a todos los niveles. La falta de confianza ha provocado que las cifras de paro hayan escalado hasta límites casi increíbles. En España, gracias a la construcción y a la situación históricamente no estable de nuestra economía, esto nos ha afectado más que a los demás.
La falta de liquidez en las empresas las ha puesto en manos de los financieros, que no están preocupados por el futuro a largo plazo sino por el futuro inmediato, el cash de que disponen. Seguidamente, los directivos han dejado de correr riesgos, es verdad que una cierta dosis de prudencia era necesaria, pero además, han decidido no pedir dinero a sus financieros para ganar a sus competidores, han decidido no hacer nada hasta que el consumo se estabilice para ellos y sus competidores y aplazar cualquier decisión de cambio, diferente del ‘madrecita me quede como estoy’ hasta que toquemos fondo.
Los parados, victimas de la construcción y los despidos por falta de liquidez, han sido consumidores 'pequeños', poco consumidores. Esta actitud de las empresas genera un paro mucho más importante. Disminuye drásticamente el mercado, la capacidad de consumo y genera un efecto de falta de confianza, inacción, más paro y el bucle sigue.
Los gobernantes actuales están actuando en dos direcciones: le dan a la máquina de hacer dinero y generan todavía más desequilibrios, o intentan generar confianza, confianza que no tiene ningún tipo de repercusión en los consumidores ni en las empresas ni bancos.
Así que, el reto está en generar una situación para recuperar la confianza perdida y no sé cual puede ser el mecanismo. Lo que pongo en duda es que con las únicas dos herramientas que los gobernantes del mundo entero están trabajando, se pueda conseguir algún resultado. Falta imaginación y la situación no está para fomentar la imaginación.
El nudo gordiano de esta situación es el de acabar con la falta de confianza.
Pedro Puig