jueves, 30 de marzo de 2017

Referendum

Cuando Artúr Mas empezó a montar su independencia, un familiar, aquí en Madrid, me preguntó que iba a pasar con todo esto. Supongo que me preguntó en calidad de que nací en Barcelona, suponiendo que mi seny podría aportar algo positivo. Mi respuesta fue que solamente intentaba tapar la peste de la pasta que se había llevado, y que, cuando se acabara él (perdiera las elecciones), se acabaría todo esto.

¿Cual fue la razón por la que todo empezó? Era un soleado 11 de septiembre y viendo la multitud que le rodeaba, Artúr Mas descubrió el lugar de la historia en el que le gustaría estar: sería el primer político que hizo algo por la independencia de los suyos. Había sido elegido y nada ni nadie podía discutir eso y nada ni nadie podría ir en contra de su destino universal.

¿Qué ha pasado después? El trabajo de Artúr Mas era muy fácil. Internamente tenía que convencer a la máxima cantidad de gente que lo hacía por su bien, que el enemigo era quien se negaba a pedir su opinión (por eso las dos preguntas: ¿quiere dar su opinión?¿está de acuerdo?). Contaba con la opinión de esa minoría que siempre existe (el 30% de los británicos también opinan así; los que nunca salen de su territorio y por eso piensan que son los mejores del mundo). Y contaba también con la colaboración del gobierno de España.

Con los primeros solo había que hablarles bien, prometerles el cielo, decirles que sus límites no los ponen ellos, confundir la crisis mundial con la crisis de España, convencerles que todo el mundo pensaba cómo ellos,… fácil.

Con los segundos todavía era más fácil, no había que hacer nada. Solamente tendrían que pedir un poco más de lo que les podían aceptar y, si se ponían dialogantes o al cabo de un cierto tiempo, pedirían hacer un referendum. No les iban siquiera a dejar que lo hicieran, "es imposible", así que esto incrementaría la antipatía del resto de españoles a los catalanes y de los catalanes a los españoles. Y lo mejor de todo, contaba con que a antipatía mutua iba a actuar como una bola de nieve, creciendo cada vez sin hacer nada.

Y  luego contaba también con la falta de tiempo de quien debía enfrentar otro problema grave y urgente: la crisis de 2008, y que hizo que no se tuviera en cuenta la magnitud del problema que estaba generando. 

Los errores de bulto son fáciles, como decir que el estado español concede no sé cuantos millones a Cataluña para resolver sus problemas de los trenes de cercanías. (Los millones concedidos también se han generado con los impuestos cobrados en Cataluña, los problemas del tráfico de cercanías también son de los catalanes: más antipatía; ¿quién defiende a España?¿porqué nos conceden sólo lo que es nuestro?.

Mi opinión ahora es muy diferente de la que tenía al principio, porque hemos conseguido entre todos que no solamente se trate de Artúr Mas. 

La solución ya solamente es posible permitiendo un referendum pero, a la vez, subiendo el margen de gente que tiene que responder que está de acuerdo en modificar la relación (¿2/3?). También hay que buscar un lugar en la historia para Artúr Mas.

¡Basta ya! Ni los catalanes somos tan antipáticos ni España nos roba. Vivimos en un mundo al que el Brexit nos hace retroceder 60 años, nadie necesita nada de esto. 

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