domingo, 3 de agosto de 2014

Logística en Latinoamérica


Cuando alguien oye la palabra "logística", todo el mundo sabe de lo que se está hablando. Somos conscientes que si queremos comprar un producto que la publicidad nos anuncia, tenemos que verlo y tocarlo. Para poder hacer esto, alguien ha tenido que acercarlo a la tienda. Profesionales de logística en todo el mundo deben hacer esto desde dos visiones diferentes: como llevarlo al menor coste posible y como llevarlo lo antes posible.

El menor coste versus lo antes posible
En Latinoamérica, el coste de la mano de obra no cualificada es bajo o muy bajo. Esto quiere decir que la forma menos costosa de hacer algo, llevar una mercancía de un sitio a otro, por ejemplo, es usar esa mano de obra.

Muchos empresarios de Latinoamérica optan por la solución logística más económica. En general, si la competencia no nos aprieta, o si lo hace, pero usa las mismas herramientas que nosotros, la opción del menor coste es la más acertada.

Sin embargo, ahora situémonos en un mundo en donde existe competencia, y en donde los profesionales de la logística tienen la opción de decidir cómo hacer las cosas. Si usamos la opción menos costosa, pero nuestra competencia se equivoca y usa la opción de hacerlo lo antes posible, lo que pasarel tiempo parastosa posibleemosodel espacio y con los procedimientos de trabajo que no pueden ser los mismos que los de antes.á es que mientras nosotros movemos mercancía (eso si, de la forma menos costosa posible), nuestra competencia estará aprovechando el tiempo para vender.

Cuando elegimos la opción que menos tiempo cuesta, normalmente nos encontraremos con el trabajo más eficiente. Siempre hay que intentar hacer cualquier cosa de la forma más eficiente posible. Y esta reflexión es aplicable a cualquier operación con nuestro producto.

Reparto
Imaginemos un camión que debe repartir productos de consumo. Ahora estamos conduciendo por una calle de nuestra ciudad y nos lo encontramos, parado en la calle, creando caos de vehículos. Como somos muy pacientes, no nos enfadamos por no poder avanzar, y nos da tiempo a observar lo que hace el chófer. 
Primero agarra la mercancía a repartir que está en la caja del camión, comparándola con el papel que lleva. Se la pasa a su ayudante que, en la calle, carga la carretilla manual con la mercancía a entregar. Cuando termina de bajarla el ayudante le pasa la carretilla y el chofer entra en la tienda. Para que no le roben el camión, su ayudante permanece en él mientras reparte, es la solución más barata.

(*) Es una suerte pero en esta ocasión, no se ha roto ningún envase de cristal cuando el chofer se las tiraba a su ayudante. Si cualquier empresario reconoce este sistema de reparto, también sabrá lo que pasa si tiene la mala suerte de que algo se rompa.

Imaginemos la misma escena, pero ahora los productos están ordenados en el camión, incluso puede que estén en una caja con ruedas, roll-tainer las llaman, el chofer lleva una hand-held, que le dice qué debe agarrar, el camión dispone de una rampa hidráulica por donde fácilmente puede bajar la caja con ruedas y, deja el camión cerrado para que no se lo roben. No lleva ayudante y, lo mejor de todo, ha aparcado el camión de reparto en un lugar reservado en donde no genera ningún caos.

Resumiendo, descarga el pedido en el menor tiempo posible y, además, de la forma más eficiente posible.

Podemos sospechar que nuestro competidor lo seguirá haciendo igual que nosotros, o darnos cuenta que, tarde o temprano, llegará un competidor que invertirá. Y el ayuntamiento de nuestra ciudad dictará una norma de reparto que evite los caos que provoca el reparto, y tendrá una que policía haga cumplir las normas. En cualquier caso alguien invertirá en la rampa hidráulica, en el hand-held, en la caja con ruedas y en el proceso de carga del camión para descargar más rápido,... de la forma más eficiente posible, ¿seremos nosotros?. No sé si saben si fue primero el huevo o la gallina, pero ambas cosas sucederán.

Armario, bodega o centro de distribución
Como ya he dicho, la eficiencia se debe aplicar a cualquier movimiento que hagamos con nuestro producto. Analicemos dónde guardamos nuestra mercancía y preparamos nuestros pedidos.

Es fácil ordenar un armario. Se espera un día que tengamos poco trabajo, un sábado, por ejemplo. Vaciamos el armario, poniendo todas las cosas en el suelo. Luego lo limpiamos a conciencia y, finalmente, volvemos a poner las cosas del suelo, ordenadamente en el armario. El resultado es inmejorable, el armario esta limpio y ordenado, ... hasta dentro de unos meses en los que será necesario repetir el proceso.

Ahora intentemos ordenar una bodega de la misma forma. El primer problema lo encontraremos por la falta de días de "poco trabajo", será difícil encontrar un sábado adecuado y, por supuesto, cualquier otro día de la semana es imposible. Pero por fin llega el día y podemos enfrentar el siguiente problema: vaciar el almacén es casi imposible, una tarea de titanes para  el tiempo que tenemos, pero si podemos, el siguiente problema es el suelo, ¿en dónde dejamos la mercancía? Y, justo el sábado en que vamos a hacerlo se pone a llover por lo que debemos esperar otra ocasión.
Imaginemos que teníamos el "suelo" necesario, y también el tiempo. Ahora tenemos que limpiar nuestra bodega, otra tarea de titanes, y luego volverla a llenar.

Definitivamente, nuestra bodega no puede parar su actividad, ni podemos ordenarla como un armario. Es necesario implementar otros procedimientos de trabajo que eviten que la bodega se desordene. Es necesario mantenerla limpia, pero no como una tarea aislada, sino como algo ligado a la actividad. Si el jefe de almacén decide poner un equipo de gente para recoger los desperdicios de la preparación, lo que conseguirá es tener más mano de obra, a bajó coste, desde luego. Lo que el jefe de almacén debe hacer es establecer un procedimiento por el cual sean los propios preparadores los que no generen desperdicio.

Mas grande o mejor
Ante la pregunta de cual es más grande, un almacén en donde caben 5.000 paletas o uno en donde caben 10.000, casi cualquier persona responderá que el segundo. Pero no tiene porqué ser así. Imaginemos que el almacén de 5.000 paletas es capaz de entrar y sacar 2.000 paletas por día, tiene más recursos o lo hace mejor, mientras que el de 10.000 solamente entra y saca 1.000 paletas por día. Al cabo de una semana en el centro de distribución de 5.000, habrán "cabido" 2.000 x 5 = 10.000 paletas. En el almacén de 10.000, a lo largo de la semana habrán "cabido" 1.000 x 5 = 5.000 paletas.

Pero aquí no acaba todo. Si comparamos los costes, en el almacén que mueve 5.000 hay 10 personas y en el que mueve 10.000 hay 20. La comparación de la eficiencia de los dos almacenes, 10.000/20 y 5.000/10, ni siquiera nos permite afirmar cual es el mejor almacén de los dos.

He visto muchas veces a gestores cansados de las peticiones del jefe de almacén, “…¡que el almacén es pequeño!, ¡que necesito uno más grande!,…” y el gestor arma sus números para construir o alquilar uno más grande. Y al trasladarse desaparecen los problemas del tamaño pero aparecen otros mucho más grandes que tienen que ver con el espacio y con los procedimientos de trabajo que no pueden ser los mismos que los de antes. El jefe de almacén, antes admirado pasa a ser cuestionado.

WMS
Los sistemas de gestión de almacén (Warehouse Management System) son empleados mayoritariamente en todas las empresas con un mínimo desempeño logístico. En Latinoamérica sólo algunas de las mejores empresas los usan. Desde luego, para que sean eficaces, requieren estanterías, montacargas, códigos de barras, paletas de madera,... es decir tecnologías básicas que son usadas por la mayoría de empresas de los países más evolucionados logísticamente, desde hace mucho tiempo (ahora se está celebrando el 50 aniversario del código de barras).

Los WMS se usan en los países logísticamente más desarrollados para gestionar un almacén, y saber en dónde tenemos las cosas. El WMS se encarga de servir la mercancía correcta, cuando se necesita. Se encarga también del control del almacén. Un WMS es la alternativa a tener un buen encargado que no nos engañe. Se pasa de confiar en "alguien" a confiar en "algo". Las ventajas de usar un WMS son enormes. Los sistemas de primas por productividad permiten pagar a nuestros operarios por su trabajo, no pagarles por venir a trabajar.

Un sistema es capaz de detectar los errores cuando se producen para poder corregirlos. Si no es así, los inventarios periódicos se convierten en una carrera para no ser culpable del descuadre que se produjo tal día. El resultado es la no exactitud de los inventarios, el resultado es el posible robo, el resultado es perder la venta de una mercancía que tenemos, aunque no seamos capaces de encontrarla, o lo que es peor, perder un cliente.

Es difícil que alguien nos robe una viga de hierro que pesa una tonelada, pero les aseguro que en los puertos se "pierden" los contenedores de varias toneladas. Tal vez Sherlock Holmes tenía razón y el mejor sitio en donde esconder algo es donde todo el mundo espera encontrarlo.

Pero un buen sistema de gestión de almacén hace mucho más, motiva a los empleados, a la vez que hace que se sientan controlados. Un WMS sabe en donde están las cosas, alternativa del viejo conocimiento de cuánto tenemos. Es muy fácil saber cuanto tenemos si ya sabemos en donde está.

Un sistema de gestión de almacén se encarga de gestionar las fechas de caducidad, y selecciona aquellas caducidades (fechas de rotación o lotes) adecuadas, sin necesidad de pegar en las paletas los papelitos de colores que habitualmente acompañan la marcación de las fechas de caducidad que contiene cada paleta.

Las experiencias de usar un WMS en no son diferentes, como era de esperar, a los obtenidos en el mundo desarrollado, exactitud de inventarios, incremento del fill rate, más ventas por mejor servicio, disminución de robos,... menos coste.


La eficacia describe un mercado logísticamente desarrollado, la elección del menor tiempo en lugar del menor coste es una decisión que es necesario tomar tarde o temprano. En cualquier sitio se deben usar los recursos más eficientes y no los menos costosos. Al final, el círculo se cierra y trabajar eficazmente lleva aparejado, normalmente, un menor coste.





adaia es un sistema de gestión de almacén (WMS, Warehouse Management System) creado por Leuter en 1993, que ha ido evolucionando durante 20 años, y que gestiona todo tipo de almacenes en 17 países, con más de 300 implantaciones en seis idiomas, inglés, francés, holandés, ruso y portugués, además de español. Leuter es la compañía comercializadora de adaia para otros mercados diferentes del español, exportando tecnología logística desde 1998, especialmente a Latinoamérica.







sábado, 2 de agosto de 2014

El taxista charlatán, sordo

- ¿Por favor, puede bajar la radio? El volumen de la música es tan alto que impide hablar, y hace tanto daño en los oídos que impide saber lo que suena. 

Después de bajar el volumen intuyendo una pregunta del asiento de atrás, el taxista balbucea algo ininteligible y vuelve el volumen a su posición anterior. 

Mi hijo repite el intento, esta vez hablando muy alto. 

 - ¿Por favor, puede bajar la radio? 

Después de bajar el volumen intuyendo una pregunta del asiento de atrás, el taxista balbucea algo ininteligible y vuelve el volumen a su posición anterior. 

Un taxista en Panamá podrá llevarte o no a donde le pides y te cobrará un importe que puede variar dependiendo de la nacionalidad del pasajero y del momento en que lo cojas,... por supuesto no del destino. 

Bajando muy poco el volumen de la radio, hasta conseguir que su voz compita, hace la pregunta: 

- ¿españoles? 

A partir de este momento se confiesa colombiano, y pregunta o afirma lo mal que está España y su economía, y ofrece un análisis profesional del porqué. 

- ¡los políticos se llevaron la plata! 

Y desgrana opiniones acerca de temas realmente complejos de nuestra economía que asombrarían a nuestros políticos, con el único factor común de que cada uno lo hace con muy pocas palabras y gritando, compitiendo con el volumen de su radio. 

- ¿y que van a hacer ahora? 

En el asiento de detrás nos debatimos entre intentar entender lo que dice el hombre, y tomarlo en serio, o renunciar al esfuerzo de entender nada sucumbiendo al atronador ruido de la radio, y respondiendo tópicos cuando intuimos que nos pregunta.

La historia se hace todavía más "bonita" cuando el hombre saca una botella de agua que se tira por la cabeza, salpicando a mi hijo, y luego un peine que usa con las dos manos, luego baja la ventanilla y empieza a escupir rítmicamente hacia afuera mientras no para dictar su tesis de economía.

Unas cuadras más adelante recoge a otro pasajero que ha confesado ir también a "Multiplaza", única palabra que le oímos. 

Ahora ya no tenemos que "estresarnos" por decidir nuestra relación con el taxista, que dejamos en manos del nuevo pasajero y nos gritamos, crueles, acerca de su grado de sordera. 

Nos imaginamos que estando delante puede competir mejor contra la radio, y que le ha hecho alguna pregunta, porque sin bajar el volumen le escuchamos al taxista contar la siguiente historia. 

- ... 
- yo tengo una amante... 
- y es puta... 
- y es panameña (con orgullo)... 
- y a mi no me cobra... 
- y la llevo al trabajo...
- y ella esta casada...
- su marido no trabaja (con orgullo)... 
- pero a mi me quiere... 
- ... 

Cuando nos bajamos en "Multiplaza", nuestros tímpanos dejan de correr el riesgo de colapsar y nos da tiempo de darnos cuenta de lo que nos ha pasado en los últimos 15 minutos: se nos ha revelado un universo paralelo, con taxistas, amantes, putas, economía, ladrones, amor verdadero,... y solamente nos ha costado cinco dólares, había atasco.


lunes, 5 de mayo de 2014

El rio de la vida

La vida es tozuda. La vida sigue su curso aunque no queramos. El curso de la vida se compone de aciertos, errores y casualidades. Solo un pequeño porcentaje de las vidas dejan de soportarse. En general, casi todos los "yo" son capaces de soportar cualquier tozudez, cualquier meandro que te desvía solo temporalmente de la dirección a la que vas. A veces, yo diría que siempre, necesitas algo indefinido, una ayuda externa que, invariablemente, descubres en tu interior. Es necesario hacer, vivir cada día todos los días, hacer brotar la ilusión, aunque sea de tus decisiones no acertadas. Cuando eres capaz de darte cuenta que ese algo indefinido eres tú, y tu circunstancia, que decía el filósofo, es que has llegado a la línea de salida. 

El rio desemboca y alimenta el mar. El rio también es un conjunto de equivocaciones que lo hacen desviarse de su destino, el río es pasajero, lo es ahora,… y ahora es diferente.


Por eso el ánimo no es lo que buscas, que eso lo pones tú si eres un buen "yo". Lo que buscas son escenarios normales susceptibles de error, susceptibles de placer. Esos escenarios te permiten vivir y encontrar otros "yo" que tal vez no sean los buscados pero son otros tan reales como la goma de borrar. 


En el momento en el que descubras que no necesitas goma de borrar, entonces es que has llegado a tu línea de salida. ¡La historia! ¡El futuro! Cuando sepas contar tu historia podrás saber que existe un futuro. Ni lo sueñes, un lienzo en blanco de olvido es incompatible con cualquier "yo".
 
La mochila la has llenado tú. A veces un momento de vaciarla y ver qué contiene es gratificante. Pero ¡cuidado! no por ver lo que metiste sino por el descanso obligado para mirarlo. Lo que hay en la mochila no es la historia, la historia es el camino al que te han llevado tus pasos, el que te hace pararte a mirar, el placer del descanso y ver cuantos errores superados, y cuantos por cometer, esa es la línea de salida.


La vida es tozuda, pero tu "yo" lo es más.

sábado, 5 de abril de 2014

La vida

La comparación que más me gusta de nuestra vida es la que leí en su momento de Pedro Salinas. La ventanilla de un tren por donde pasa una película variada de acontecimientos, esa misma ventana que, mirada por dos seres diferentes, proyecta imágenes diferentes. Predestinada y a la vez impredecible. A esta imagen, que describe muy bien el azar y la mirada subjetiva en la que se convierte lo que vivimos, hay algo físico sin lo cual la imagen no existe: el propio tren que es el que, inevitablemente, hace mover todo. 

Siempre hay algo que justifica el movimiento: la salud, las ganas de pelear por lo tuyo, la educación de tus padres,…

En nuestro tren real tendemos a olvidarnos de las cosas que durante un pasaje del viaje nos han agobiado. Son las cosas feas, que casi siempre son reemplazadas por otras imágenes más fáciles de ver y de recordar: flores y colores saturando nuestras retinas.

Si ese tren que nos lleva pudiera convertirse en algo, yo lo convertiría en coraje. Coraje es la capacidad de aguantar los golpes y seguir moviéndose. Coraje es la voluntad de seguir en movimiento aunque fuera necesario empujar el tren de nuestra vida. Coraje es la voluntad de seguir por la vía, a pesar de los paisajes atractivos más allá, quimeras que imaginamos o que nos ofrecen. Coraje es seguir mirando a pesar de que no nos guste lo que vemos. Coraje es aceptar lo que vivimos,… Sí, coraje sería mi palabra favorita, algo que poseen los seres humanos que he conocido y que he admirado.

Cuando las ruedas resbalan en el arranque, como queriendo ir más rápido de lo que soportan ruedas y rieles: la  juventud; o  cuando el tren se mueve deprisa y va rápido por la llanura: la plenitud de la vida; o cuando hace mucho ruido en curvas y túneles y la vida se pone difícil. Al llegar a la estación, las cosas van más lentas, a uno le da tiempo de reclinar su cabeza en el asiento y entornar los ojos, revisitando otras imágenes en la ventana, viejas imágenes que consiguen despertar sentimientos ya olvidados.

En nuestra vida real, cuando entornamos los ojos, algunas agujas provocan un dolor escondido que se asoma por una rendija de nuestros ojos entornados, cuando una suerte de masoquismo invade nuestra mente, que lejos de fijar los ojos en la ventana, usa la mente y los recuerdos, y descubre esos pasajes que cuidadosamente habíamos escondido.

Sí, sí, esas imágenes se ven más nítidas cuando el tren reduce la marcha porque va a llegar a la estación.


domingo, 9 de marzo de 2014

No nos conformemos con la democracia electoral. Democracia no es votar cada cuatro años

El 17/9/1787, hace 227 años, Estados Unidos firmó su constitución. ¿Conocen muchas herramientas de después de tanto tiempo sigan siendo buenas sin modificarlas?

En el mundo occidental nos sentimos orgullosos de lo que este sistema ha conseguido. "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos", una frase de Winston Churchill. Analicemos los frutos que ha conseguido después de tanto tiempo.

La propiedad privada es un derecho que la democracia preserva muy bien. Algunos fenómenos, como Internet, han debilitado su capacidad. Algunas cosas, como las patentes de medicamentos ponen en duda el concepto de propiedad de algunas cosas. Cada día es menos complicado admitir la dificultad de ponerle puertas al campo, en el caso de la creación artística, por lo menos.

La libertad de expresión es un concepto pendiente de re-definición. Cualquiera puede decir lo que quiera, es cierto, pero eso no es importante. Es más importante el vehículo de comunicación que la propia comunicación. Internet pone a nuestra disposición las herramientas necesarias para cambiar este hecho, pero la capacidad de comunicación todavía está del lado de las grandes compañías que se han tenido que formar para hacer una comunicación posible y eficaz.

El derecho a la intimidad no esta siendo protegido, y lo estamos perdiendo. Siempre por nuestro bien, la política cada vez entra más en lo íntimo y particular. Pareciera que para defender el derecho a la intimidad la democracia lo hiciera menos necesario, por el bien común. Coger un avión o ser espiados a pasado de ser un concepto rechazable hasta tolerado.

Los partidos políticos fueron una necesidad cuando la democracia empezaba. Las pocas modificaciones que se han hecho a los sistemas electorales se han hecho para fomentar la estabilidad política, la facilidad para gobernar, pero irremediablemente han contribuido a incrementar el poder de los partidos políticos para interpretar la democracia. Con excepciones, los partidos políticos de hoy no tienen a los mejores, y han cambiado el concepto de escoger a los mejores por el de escoger el partido que tiene el poder.

La separación de poderes no ha evolucionado en el sentido que inspiró su creación, uno de los conceptos más importantes de nuestro sistema democrático. Ha evolucionado para contribuir, ayudar o justificar el poder de los partidos políticos.

La globalización es un problema del pasado y una ventaja pendiente de explotar. Seguro que en el futuro la globalización eliminará antiguos problemas de desigualdad que la humanidad no ha sido capaz de resolver por siglos. La globalización actuará como la teoría de los vasos comunicantes.

Aunque no sea importante, es necesario mencionar las anomalías del sistema que han permitido escoger a gobernantes que no han sido los mejores, sino que han contribuido a romper y adulterar el sistema.

Lo inteligente sería repetir la frase de Winston Churchill, pero defendiendo a continuación la necesidad de cambios, no defendiendo a ultranza el inmovilismo, la confianza de que lo que hay ya funciona.

No nos conformemos con elegir, democracia electoral, volvamos a buscar los valores democráticos que nos han traído estabilidad, progreso y capacidad de servir de ejemplo.

jueves, 30 de enero de 2014

Érase una vez,...

Érase una vez....
un niño que vivía en una aldea. Era feliz porque al atardecer jugaba con sus amigos al escondite en la plaza. Sus mayores jugaban a las cartas en el bar después de su jornada de trabajo y acababan viendo el atardecer sacando las sillas fuera del bar, con silencios o con risas, contándose historias de su trabajo, repetidas una y otra vez, del sol, del tiempo,...

El niño no dejaba de leer cuantos libros llegaban a sus manos. Con el tiempo, llegó a imaginar nuevas historias, parecidas a las que había leído y otras inventadas. Intuyó que el mundo fuera de su aldea era mucho mejor. Debía averiguar porqué y traerlo. El secreto por el que existían los sultanes, las grandes historias de amor, las riquezas,  los grandes descubridores, los inventores,... Se decía a sí mismo que debía descubrir el secreto, que encontraría a la persona que lo conociera.

Y así el niño dejo de serlo y se marchó, dejando a su familia preocupada sin que pudieran entender qué era lo que le faltaba.

Érase una vez...
un hombre dedicado a la búsqueda de un secreto. Conoció el coraje (la buena ambición), y a gente que vivía feliz con lo que tenía. Y descubrió lugares bellísimos en donde a veces descansaba de su búsqueda. Y descubrió el egoísmo y la generosidad. Y habló con gentes de piel inmaculada solamente dedicados a mirar la vida, y gente con la piel curtida como recordaba la de sus mayores. Y tuvo problemas atrapado en situaciones y lugares de los que no le resultó fácil escapar. Y conoció gente intrépida que buscaba lo mismo que él. Y conoció a alguien que le acompañó, compartiendo su búsqueda durante muchos años. Y tan lejos se fue que cambiaron los colores y hasta el clima. Su búsqueda le llevó a aprender otros idiomas y a entender porqué algunos hombres hacían cosas incomprensibles para él. Algunas veces sintió que estaba muy cerca de descubrir lo que estaba buscando. Pero se hacía mayor y su curiosidad, esa que alimentaba la vanidad del que le escuchaba, se hacía más grande y cada vez preguntaba más. Cada día más impaciente, a veces se descubría un poco desencantado al ver que cada vez le quedaba menos tiempo.

Y volvió a su aldea. Su piel no estaba tan ajada como la de sus amigos, que ahora sacaban las sillas a la plaza al atardecer para ver como los niños jugaban al escondite. Su familia lo recibió como el hijo pródigo, como si su regreso fuera algo que naturalmente debía ocurrir.

Érase una vez...
un anciano que reunía a su alrededor a los niños de su aldea, a los que contaba una a una las historias de su vida, y los sitios que había visitado y las gentes que había conocido. Contaba sus historias con emoción y nostalgia, sin necesidad de leerlas, porque eran suyas, sus recuerdos, porque las había vivido. Los niños escuchaban entusiasmados acerca de los descubridores, de lugares increíbles, de historias de amor,...


Y un día descubrió, en donde todo empezó, en su aldea, mientras les contaba a los niños lo increíbles que eran unas personas que conoció, que el secreto eran las historias que contaba. Entonces la ajada piel de sus amigos se convirtió en un mapa, y las historias repetidas por ellos cobraron sentido, mientras el viejo entornaba los ojos para mirar el atardecer que se hacía más y más hermoso.