sábado, 5 de abril de 2014

La vida

La comparación que más me gusta de nuestra vida es la que leí en su momento de Pedro Salinas. La ventanilla de un tren por donde pasa una película variada de acontecimientos, esa misma ventana que, mirada por dos seres diferentes, proyecta imágenes diferentes. Predestinada y a la vez impredecible. A esta imagen, que describe muy bien el azar y la mirada subjetiva en la que se convierte lo que vivimos, hay algo físico sin lo cual la imagen no existe: el propio tren que es el que, inevitablemente, hace mover todo. 

Siempre hay algo que justifica el movimiento: la salud, las ganas de pelear por lo tuyo, la educación de tus padres,…

En nuestro tren real tendemos a olvidarnos de las cosas que durante un pasaje del viaje nos han agobiado. Son las cosas feas, que casi siempre son reemplazadas por otras imágenes más fáciles de ver y de recordar: flores y colores saturando nuestras retinas.

Si ese tren que nos lleva pudiera convertirse en algo, yo lo convertiría en coraje. Coraje es la capacidad de aguantar los golpes y seguir moviéndose. Coraje es la voluntad de seguir en movimiento aunque fuera necesario empujar el tren de nuestra vida. Coraje es la voluntad de seguir por la vía, a pesar de los paisajes atractivos más allá, quimeras que imaginamos o que nos ofrecen. Coraje es seguir mirando a pesar de que no nos guste lo que vemos. Coraje es aceptar lo que vivimos,… Sí, coraje sería mi palabra favorita, algo que poseen los seres humanos que he conocido y que he admirado.

Cuando las ruedas resbalan en el arranque, como queriendo ir más rápido de lo que soportan ruedas y rieles: la  juventud; o  cuando el tren se mueve deprisa y va rápido por la llanura: la plenitud de la vida; o cuando hace mucho ruido en curvas y túneles y la vida se pone difícil. Al llegar a la estación, las cosas van más lentas, a uno le da tiempo de reclinar su cabeza en el asiento y entornar los ojos, revisitando otras imágenes en la ventana, viejas imágenes que consiguen despertar sentimientos ya olvidados.

En nuestra vida real, cuando entornamos los ojos, algunas agujas provocan un dolor escondido que se asoma por una rendija de nuestros ojos entornados, cuando una suerte de masoquismo invade nuestra mente, que lejos de fijar los ojos en la ventana, usa la mente y los recuerdos, y descubre esos pasajes que cuidadosamente habíamos escondido.

Sí, sí, esas imágenes se ven más nítidas cuando el tren reduce la marcha porque va a llegar a la estación.


domingo, 9 de marzo de 2014

No nos conformemos con la democracia electoral. Democracia no es votar cada cuatro años

El 17/9/1787, hace 227 años, Estados Unidos firmó su constitución. ¿Conocen muchas herramientas de después de tanto tiempo sigan siendo buenas sin modificarlas?

En el mundo occidental nos sentimos orgullosos de lo que este sistema ha conseguido. "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos", una frase de Winston Churchill. Analicemos los frutos que ha conseguido después de tanto tiempo.

La propiedad privada es un derecho que la democracia preserva muy bien. Algunos fenómenos, como Internet, han debilitado su capacidad. Algunas cosas, como las patentes de medicamentos ponen en duda el concepto de propiedad de algunas cosas. Cada día es menos complicado admitir la dificultad de ponerle puertas al campo, en el caso de la creación artística, por lo menos.

La libertad de expresión es un concepto pendiente de re-definición. Cualquiera puede decir lo que quiera, es cierto, pero eso no es importante. Es más importante el vehículo de comunicación que la propia comunicación. Internet pone a nuestra disposición las herramientas necesarias para cambiar este hecho, pero la capacidad de comunicación todavía está del lado de las grandes compañías que se han tenido que formar para hacer una comunicación posible y eficaz.

El derecho a la intimidad no esta siendo protegido, y lo estamos perdiendo. Siempre por nuestro bien, la política cada vez entra más en lo íntimo y particular. Pareciera que para defender el derecho a la intimidad la democracia lo hiciera menos necesario, por el bien común. Coger un avión o ser espiados a pasado de ser un concepto rechazable hasta tolerado.

Los partidos políticos fueron una necesidad cuando la democracia empezaba. Las pocas modificaciones que se han hecho a los sistemas electorales se han hecho para fomentar la estabilidad política, la facilidad para gobernar, pero irremediablemente han contribuido a incrementar el poder de los partidos políticos para interpretar la democracia. Con excepciones, los partidos políticos de hoy no tienen a los mejores, y han cambiado el concepto de escoger a los mejores por el de escoger el partido que tiene el poder.

La separación de poderes no ha evolucionado en el sentido que inspiró su creación, uno de los conceptos más importantes de nuestro sistema democrático. Ha evolucionado para contribuir, ayudar o justificar el poder de los partidos políticos.

La globalización es un problema del pasado y una ventaja pendiente de explotar. Seguro que en el futuro la globalización eliminará antiguos problemas de desigualdad que la humanidad no ha sido capaz de resolver por siglos. La globalización actuará como la teoría de los vasos comunicantes.

Aunque no sea importante, es necesario mencionar las anomalías del sistema que han permitido escoger a gobernantes que no han sido los mejores, sino que han contribuido a romper y adulterar el sistema.

Lo inteligente sería repetir la frase de Winston Churchill, pero defendiendo a continuación la necesidad de cambios, no defendiendo a ultranza el inmovilismo, la confianza de que lo que hay ya funciona.

No nos conformemos con elegir, democracia electoral, volvamos a buscar los valores democráticos que nos han traído estabilidad, progreso y capacidad de servir de ejemplo.

jueves, 30 de enero de 2014

Érase una vez,...

Érase una vez....
un niño que vivía en una aldea. Era feliz porque al atardecer jugaba con sus amigos al escondite en la plaza. Sus mayores jugaban a las cartas en el bar después de su jornada de trabajo y acababan viendo el atardecer sacando las sillas fuera del bar, con silencios o con risas, contándose historias de su trabajo, repetidas una y otra vez, del sol, del tiempo,...

El niño no dejaba de leer cuantos libros llegaban a sus manos. Con el tiempo, llegó a imaginar nuevas historias, parecidas a las que había leído y otras inventadas. Intuyó que el mundo fuera de su aldea era mucho mejor. Debía averiguar porqué y traerlo. El secreto por el que existían los sultanes, las grandes historias de amor, las riquezas,  los grandes descubridores, los inventores,... Se decía a sí mismo que debía descubrir el secreto, que encontraría a la persona que lo conociera.

Y así el niño dejo de serlo y se marchó, dejando a su familia preocupada sin que pudieran entender qué era lo que le faltaba.

Érase una vez...
un hombre dedicado a la búsqueda de un secreto. Conoció el coraje (la buena ambición), y a gente que vivía feliz con lo que tenía. Y descubrió lugares bellísimos en donde a veces descansaba de su búsqueda. Y descubrió el egoísmo y la generosidad. Y habló con gentes de piel inmaculada solamente dedicados a mirar la vida, y gente con la piel curtida como recordaba la de sus mayores. Y tuvo problemas atrapado en situaciones y lugares de los que no le resultó fácil escapar. Y conoció gente intrépida que buscaba lo mismo que él. Y conoció a alguien que le acompañó, compartiendo su búsqueda durante muchos años. Y tan lejos se fue que cambiaron los colores y hasta el clima. Su búsqueda le llevó a aprender otros idiomas y a entender porqué algunos hombres hacían cosas incomprensibles para él. Algunas veces sintió que estaba muy cerca de descubrir lo que estaba buscando. Pero se hacía mayor y su curiosidad, esa que alimentaba la vanidad del que le escuchaba, se hacía más grande y cada vez preguntaba más. Cada día más impaciente, a veces se descubría un poco desencantado al ver que cada vez le quedaba menos tiempo.

Y volvió a su aldea. Su piel no estaba tan ajada como la de sus amigos, que ahora sacaban las sillas a la plaza al atardecer para ver como los niños jugaban al escondite. Su familia lo recibió como el hijo pródigo, como si su regreso fuera algo que naturalmente debía ocurrir.

Érase una vez...
un anciano que reunía a su alrededor a los niños de su aldea, a los que contaba una a una las historias de su vida, y los sitios que había visitado y las gentes que había conocido. Contaba sus historias con emoción y nostalgia, sin necesidad de leerlas, porque eran suyas, sus recuerdos, porque las había vivido. Los niños escuchaban entusiasmados acerca de los descubridores, de lugares increíbles, de historias de amor,...


Y un día descubrió, en donde todo empezó, en su aldea, mientras les contaba a los niños lo increíbles que eran unas personas que conoció, que el secreto eran las historias que contaba. Entonces la ajada piel de sus amigos se convirtió en un mapa, y las historias repetidas por ellos cobraron sentido, mientras el viejo entornaba los ojos para mirar el atardecer que se hacía más y más hermoso.

viernes, 10 de enero de 2014

Una muerte anunciada

Fue mi hermana, pero durante la niñez y la adolescencia no es normal que se formen relaciones especiales, así que "sólo" era mi hermana.

Su marido salió corriendo y se ha desentendido siempre de cualquier responsabilidad. Su hijo mayor tampoco parece que haya sentido ninguna obligación para con ella, supongo que él piensa como su padre: que no recibió nada.

Muy enferma desde hace mucho tiempo, no sé sí se daba cuenta de cómo la cuidaban mi madre y sus hijos, los gemelos, algo impresionante.

Cualquier expresión que usara diría mucho menos de lo que me gustaría acerca de una vida que no ha sido normal. Sería muy pobre para gritar lo injusta que puede resultar esta vida.

Me gustaría pensar que sí, que hubo algún momento que ella disfrutará de su vida. Y cargar a los gemelos con la única responsabilidad de aprovechar su vida, que es el único fruto que conozco de la vida de Ana.

¡Descansa ahora!

lunes, 30 de diciembre de 2013

Carta a los Reyes Magos

Volvamos a los principios que nuestros padres nos enseñaron y pongamos por delante de cada una de nuestras decisiones la moralidad que aprendimos.

Que nuestros políticos vuelvan a pensar en sus electores eliminando la inmoralidad que supone la corrupción y que entiendan sus decisiones como nuestras. El dinero es nuestro y la capacidad de decidir se la damos nosotros.

No necesitamos convertir nuestra opinión en la verdad. Otras opiniones, aunque sean diferentes de las nuestras, la enriquecerán. Tenemos que ponernos al otro lado de la mesa y volver a sentir placer en debatir. Recuperar el placer de convencer, si es posible.

Recuperar nuestra privacidad e intimidad, aún a costa de que nos cueste algo. Es algo que hemos conseguido muchos, con mucho esfuerzo, durante mucho tiempo. No consintamos que mantener la comodidad avale ser espiados.

Pongamos en duda nuestro sistema político que ha generado gobernantes que hacen leyes que nos quitan libertad. Las normas parece que nos igualan, pero solamente evitan lo diferente.

Busquemos otra vez una ilusión común, a la que todos podamos contribuir. Volvamos a mirar a los problemas de verdad a la cara para ver si esos, que son de todos, nos motivan.

Busquemos líderes, hagamos más fácil que sean los mejores los que nos dirijan.

Volvamos a confiar en el ser humano y en su ansia de superación para hacer mejores las cosas que nos rodean. Los mejores y el mérito deben volver a nuestro mundo.

domingo, 15 de diciembre de 2013

La Ley y el Orden

En alguna cadena de televisión se puede ver una serie americana en donde unos policías mantienen el orden en Nueva York e intentan que la justicia dicte su ley, haga del orden algo definitivo. Cada día soy más consciente de que las cosas pasan cuando tienen que pasar, que existe una inexorable ley de la vida, independientemente de los esfuerzos que los seres humanos hagamos por alterar el orden de las cosas.

Hay algo inmutable en el destino, la ley, y nada se puede hacer para cambiarlo. Tal vez el secreto  de esta vida sea aceptar la ley, pero ocupar nuestras vidas en luchar contra el orden, para mantener la esperanza de que podamos cambiar el destino del mundo. Las utopías se basan en esto, en luchar para cambiar, pero sabiendo que no vamos a llegar a conseguir lo que pretendemos.

Mi padre se apagó después de una larga enfermedad, a mi hermana le está pasando lo mismo, se está apagando, a pesar de todo el esfuerzo que podamos hacer. Mi madre siempre cuidó de los dos,… y de todos nosotros, llenando su vida en este empeño, de este empeño.

Es verdad, nadie tiene derecho de alterar esta decisión, por el bien de nadie,… ni siquiera por el suyo. No hay culpables cuando hablamos del destino, solamente seres humanos capaces de aceptarlo. Ella dice que a nadie molesta, a nadie pide y,… sin embargo, explicarle que la ley se va a cumplir, inexorablemente, que tal vez ahora pueda ser, por fin, una realidad sin las obligaciones que le ha impuesto el destino, que todos podamos disfrutar de ella.

Muy injusta sería esta vida, que lo es, cuando no nos permite ver lo bueno y largo que hemos hecho. Nadie que conozca el caso podrá poner un solo "pero". Nadie será capaz de no sentir pena. Y cualquiera sabrá que la recompensa tiene que estar fuera del duro destino, aunque nadie pida ni busque una recompensa.
 

viernes, 25 de octubre de 2013

La motivación


Hace muchos años que estamos en crisis, tantos que ya casi se nos han olvidado los motivos, o ni siquiera recordamos haberlos entendido.

Algo que los sobrevivientes han aprendido, aunque solamente les sirva para transmitírselo a sus hijos, es que algunas cosas que durante un tiempo consideramos un derecho, algo que teníamos sin hacer nada para merecerlo, vuelven a ser algo que hay que luchar para conseguir.

Los que ahora nos quejamos de la crisis, tenemos una casa que nuestros padres nunca consiguieron. Tenemos un país en el que es una delicia vivir, que tiene cosas que hace 30 años eran impensables. Cierto es que los que antes tenían un trabajo asegurado, ahora descubren que es necesario arrebatarselo a otro o luchar por él; los que todavía lo tienen saben que pueden perderlo y eso será a pesar del esfuerzo que hagan, y debido a causas que jamás podrán entender, ni compartir.

Durante un tiempo nos olvidamos de esto, porque todo era fácil, y nadábamos en la abundancia. El entusiasmo y la motivación son cosas que los seres humanos llevamos dentro, son intransferibles y también nuestro mérito. Cuando uno encuentra un buen profesional y/o una buena persona una de sus características es que casi siempre la encuentra positiva. Independientemente de sí el día amanece soleado y su mujer o su jefe le han sonreído o las pesadillas de la noche solitaria han sembrado de tinieblas su cabeza, o que su jefe se preocupe por cosas tan alejadas de sus problemas como que trabaje de forma eficiente para cobrar su sueldo al final de mes.

Si, en los tiempos que corren la motivación o la ilusión de hacer bien tu trabajo parecen un lujo y en verdad lo son. Eso distingue a los buenos, a los que van a sobrevivir en esta fase en la que lo personal y lo humano es más importante que lo general.

Tenemos que recuperar nuestra ilusión, esto es lo primero, y una vez encontremos que esta está en nuestro interior, y no depende de nuestro entorno, entonces estaremos en la línea de salida y el mundo volverá a poder ser conquistado por nosotros, con capacidad y con mérito.


martes, 13 de agosto de 2013

Lo general está en crisis, volvamos a lo personal.


Elliot Carver, es un magnate de la comunicación que posee periódicos, televisiones y satélites. ¡Qué mejor noticia que una mala noticia!, dice. Su submarino indetectable abre un boquete en un barco inglés y sus portadas recogerán al día siguiente cómo los chinos son capaces de asesinar a los supervivientes en el mar. Otra operación hace que, para los ingleses, el barco estuviera en aguas internacionales y para los chinos en sus aguas, … la tercera guerra mundial está cerca.  “El mañana nunca muere”, una de las últimas de 007.

El otro día fui a comprar los periódicos, solamente lo hago en verano, cuando uno de los que habitualmente compro me sorprende en su portada: ¡Gran Bretaña nos envía su flota de guerra!, con su porta-helicópteros a toda página.

Después, en las noticias de la radio y televisión, todas las fuentes señalan que la noticia tiene tanto que ver con la realidad como ”El mañana nunca muere”, que se trata de unas maniobras previstas y que nada tiene que ver con el reciente vertido de bloques de hormigón, ni con el refuerzo de las tareas aduaneras para entrar y salir de Gibraltar.

La tercera guerra mundial no tendría ninguna ventaja ni en la película ni en la realidad. Sin embargo, Las Malvinas, Irak o Perejil han servido a políticos para ser reelegidos. El patrioterismo es fácil de invocar y sirve tanto para las elecciones como para hacer olvidar cualquier cosa que sea necesario olvidar. “Bárcenas es intachable”; “Los SMS demuestran que nuestro presidente no accede a chantajes”; “No se puede creer a un delincuente”. En el PP ya casi se han olvidado que Bárcenas trabajó para ellos durante 20 años. Tal vez solamente se trate de vender más periódicos en Agosto, porque Rajoy tiene de tiempo hasta que Bárcenas presente algún recibí suyo, y eso no será antes de Septiembre.

...

Mi hermana Ana tiene esclerosis múltiple y el último ataque, un derrame cerebral, la ha dejado en un estado de incapacidad completa. Me asombra y admira ver la dedicación de mi madre y la de sus dos hijos para cuidarla, o la conversación que surge en todas las reuniones familiares, para culpar a su ex marido, que hace tiempo que no paga un euro, de algunos de los males permanentes que nos afligen. O cómo es tratada por todos el otro día, cuando celebramos su 50 cumpleaños. Me asombra porque la situación no la ha ha elegido nadie, porque cuidarla no es una opción, sino una decisión. Me admira por cuanto esto, si fuera un trabajo, estaría mal pagado y peor hecho.

La madre de mi mujer y sus hermanas son mayores, muy mayores, normal a su edad. Me asombra y admira ver la dedicación de mi mujer y sus hermanas para ocuparse de ellas y hacerles la vida más fácil. Me asombra porque atenderlas es una decisión. Me admira por la intensidad, el cariño, la paciencia, las ganas que le ponen.

¡Lo general está en crisis, volvamos a lo personal!