viernes, 14 de enero de 2011

Bogota III

Hace tiempo que tengo claro que para conocer una ciudad es muy difícil ir de turista. Las cosas siempre tienen una cara, una pose y se ven a través de un cristal que filtra, para resaltarlos, los extremos y oculta las cosas que de verdad te afectan. Las cosas se ven y se conocen, son dos cosas diferentes.

Como me pasó en mi juventud con Barcelona, algunas ciudades son para hacer el amor y entonces es necesario mucho más que estar, y es necesario compartir la vida, enamorarse. No creo que con todas las ciudades se pueda hacer lo mismo, ni siquiera aunque sea el sitio en donde naciste.

Cuando vives una ciudad aprendes a encontrar ambientes, sabes a donde ir, sabes qué se puede hacer, amoldas o acoplas tu horario con el de la ciudad, a más cosmopolita más fácil. Encuentras a los que la pueblan y la comparten contigo, sabes en donde los puedes encontrar cuando los necesitas, no necesariamente para compartir algo con ellos, sino para crearlo juntos: el ambiente.

Te acostumbras al ruido. Todas tienen uno característico. Te acostumbras a lo malo de la ciudad con igual facilidad con la que lo compartes todo, porque vives dentro de algo que afecta a casi cualquier cosa que haces.

No he vivido Bogotá, pero me da la sensación que es un posible objeto de deseo. Sus atascos, su tamaño, pero su gente, su forma de hablar: el español que conozco que más difícil me resulta entender. Su contaminación que no he sentido nunca. Y es cosmopolita y encuentras cualquier cosa a casi cualquier hora. Y el paisaje de obras, tan común como si se tratara de árboles o jardines. La gente que vive en Bogotá y que no se corta en contártelo. Y lo variado que resulta la ciudad entre el nivel 0, indigentes y el 6, alta sociedad, nivel asignado y por el que se miden los impuestos que se pagan.

Y no se merece su aeropuerto. Invariablemente que tienes que pasar por El Dorado te enfrentas a un reto físico. Mi media sigue siendo de tres horas para salir, de pié, haciendo fila, y el otro día tardé solamente dos horas en diferentes filas en llegar, es decir, en montarme en un taxi después de bajarme del avión.

Hoy, mi vuelo salía a las 6:00, y pedí un taxi para estar en el aeropuerto dos horas antes, como mandan los cánones. Lo temprano de la hora hacía previsible un trayecto rápido desde el hotel, nadie por la calle. Hacía previsible un tiempo de transito menor en el aeropuerto hasta llegar a estar cómodamente sentado, en la sala de embarque. ¿Facturar? Rápido. Pero la sala de embarque todavía tardaría en llegar…

Como si se extrañara él mismo, como si el aeropuerto tuviera alma, la ausencia de fila de inmigración parecía un atentado al orden natural al que era necesario poner remedio. Así que, nada mejor que esperar 45 minutos para formar la fila antes de permitir el acceso, la sala de embarque un poco más lejos. Sentado en una silla de la sala de espera rodeado de pasajeros tumbados en las sillas contiguas, 45 minutos no se hacen muy pesados mientras la fila va tomando su tamaño natural.

¿Control?, normal, como en cualquier otro aeropuerto.
¿Inmigración?, normal, como en cualquier otro aeropuerto. 

El ejército hoy no está, tal vez los criminales que buscan solamente hacen horario más normal. Por fin la sala de embarque. Record, solamente una hora en llegar. Y después de trabajar, cómodamente sentado, anuncian el inicio del embarque,… pero no, claro, estamos en El Dorado y lo que hay que hacer es desalojar la sala de embarque para volver a formar fuera, otra fila. Definitivamente, creo que el aeropuerto tiene alma, y no se ha dado cuenta de que vive en Bogotá y vive de filas.

(Escribo esto subido en el avión, cuando anuncian un retraso indeterminado para el despegue).

lunes, 10 de enero de 2011

Mafalda

Por mucho que uno tenga la actitud, open mind, que dicen los americanos, las cosas en el país de uno se hacen de forma diferente. Cuando no estás en tu país, a veces las notas de forma imperceptible, otras sorprendente, otras las recibes con asombro. Siempre está ese geniecillo al lado de la oreja que te dice: ¡Olé! O que te transmite tu incredulidad aumentando las ganas de volver a casa.  

Y no hablo de lo que se deja atrás, no hablo de la familia, de las costumbres de los paisajes conocidos, de las situaciones aprendidas, de las respuestas mecánicas, de los amigos. Algo tuyo que no puede ser compartido porque solamente guardas la imagen interior de cómo es.

Si las voces que esperas oír no son, si la gente no te lo cuenta cuando no lo entiende, o son diferentes, si la comida no sabe igual, si ni siquiera el clima es igual, entonces la nostalgia empieza a tomar cuerpo, a hacerse grande y a llenar los espacios entre los ladrillos de tu vida con agua que, al congelarse puede llegar a estallar. Es imprescindible cambiar el switch, que decía un amigo mío, usando el término americano, tal vez es solamente algo que impida la congelación.

Las reacciones de la gente, el tráfico, las respuestas, la forma de razonar, que por diferente se vuelve complicada. Eso son cosas que te pasan en la vida normal. Te van afectando momento a momento. Esto es lo que hace difícil vivir, aceptar una realidad que es completamente diferente a la que tenemos implementada en micro código en  nuestra cabeza.

El ser humano es rico. Hay muchas formas diferentes de entender la vida, ninguna mala. “El futuro como remedio” en México DF. “El pura vida” como justificación para cualquier acción o inacción en Costa Rica. El carácter directo de los Panameños, rechazando cualquier corsé que se pueda poner a su acción. Latinoamérica no se puede agotar fácilmente. Estoy seguro que esto pasa en todos lo países del mundo y que solamente es posible enterarse de las diferencias con la convivencia, abriendo bien los ojos, y eliminando los juicios previos.

Los tres estereotipos que menciono darían para escribir montañas de libros, tendrían su explicación, su justificación, y muchas implicaciones en los negocios o en el devenir cotidiano. Y solamente son tres y no he visto nada todavía. Me da miedo describirlos porque solamente está en manos de alguien local para entender su verdadero sentido y que una visión externa solamente podría ser considerada como una crítica.

Ojalá que una varita mágica me permitiera aprovechar todo ese conocimiento o las ventajas que indudablemente reporta la actitud cultural, por llamarle de alguna manera. Ojala que fuera capaz de aprovechar lo bueno, descartar lo menos bueno y aprovechar la riqueza cultural que se puede encontrar cuando uno sale de su país.

Pero claro, esto se cae por su propio peso porque,… a ver quien es el gracioso que define “bueno”, o como decía Mafalda, o Quino, no sé: “Nos enseñan qué es lo bueno y qué es  lo malo, pero nunca nos dicen lo malo que tiene el bien y lo bueno que tiene el mal”.

domingo, 2 de enero de 2011

WikiLeaks

Un cambio en nuestras vidas.

Ahora lees el periódico y te encuentras con una sorpresa. Oyes a políticos dar sus opiniones, y no es cuestión de que el micrófono este abierto cuando no debería. Oyes las reacciones lógicas, normales, siguiendo los intereses de lo que representan, sin tapujos, sin tener que respetar el interés general, ni siquiera las más mínimas obligaciones básicas que se les suponen a todos los mortales.

Viendo este nuevo periódico, realmente no se para qué sirven los periódicos normales. Por una parte ha bastado un hacker, un crack, como lo llamarían mis hijos, y no un periodista, para enterarse de la verdad, verdad tan conocida por todos, que no era necesario verla por escrito.

Lo único que faltaría es cambiar los cristales. Todo esta visto desde un solo color: las opiniones del poder imperial. Pero ni siquiera esa parcialidad altera el cambio enorme que supone leer las noticias de verdad o, dicho de otra forma, leer las interpretaciones de la verdad desde un solo sentido, conocido. Pero eso es pedir demasiado. La verdad lo es más si se compara con otras verdades, desde el mismo punto de vista, no es necesario filtrar, no es necesario interpretar, los micrófonos estaban abiertos. Cualquiera sin la más mínima formación puede entenderlo. Realmente, ni siquiera hace falta leerlo, es demasiado evidente.

He leído  muchas cosas de WikiLeaks, y no sé con qué quedarme. Que si Zapatero es un optimista enfermizo; que ningún presidente de Latinoamérica es trigo limpio; que Chávez quisiera ampliar sus fronteras al caribe; que las leyes locales y el imperio no se llevan bien; el siempre discutido motivo por el cual Zapatero ganó sus primeras elecciones; que Rajoy no es un líder; que Aznar puede volver,… solo si estamos desesperados, claro; que los políticos locales pliegan sus opiniones cuando el imperio lo pide,…

Nada nuevo, nada que no puedas oír en un taxi. ¿Qué es un periódico? ¿Esto o lo de siempre? 

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Nieva en San José

Años atrás, la época de Navidad no ha sido para mi uno de esos tiempos especiales que te marcan. Siempre he pensado que pasárselo bien es espontáneo y que nadie le puede obligar a uno. Eso sí, ciertas tradiciones han sido parte importante de mi vida en Navidad. La comida del 31 de diciembre, la comida en El Cantábrico el 5 de enero, los regalos de mayores el 5 de enero, la comida de mi madre de Navidad, la ceremonia de la lotería, soportando el “repartir” de los periodistas olvidando lo que aprendieron en su carrera, cuando deberían de decir “concentrar”. Poner el árbol y el belén. La ilusión de mis hijos el 6 de enero. Las uvas.

Una cosa en casa, todos los años, todos los días, a todas horas, era capaz de recodarme que era Navidad: los Villancicos. A partir de un día no paran. Están los serios, los de Frank Sinatra, están los propios como los de La Berza, coro de amigos y familiares que cantan casi todos los años. Están los de risa en donde el doblador de Goofy canta villancicos con aire divertido, y los tradicionales de Iberia que, además de acercar la Navidad, acercan el pasado.

Este año se van a romper muchas tradiciones y lo odio profundamente. No habrá comida en el Zaca el 31/12. No habrá comida de Navidad en Barcelona con mis padres, no habrá fiesta de fin de año. Mi padre ya no puede estar, le echo de menos cuando era joven y tenía energía, entusiasmo. El otro día pensaba en voz alta escribiéndolo en un papel que, cuando enfermó, transformo su entusiasmo y energía de primera clase en dignidad de primera clase y convivió con nosotros, sin molestar, hasta que se apagó. 

El gordo sí mantiene su tradición y se mantiene alejado, aunque esta vez, por la diferencia de horario no he sido castigado/acariciado por el sonido pertinaz de los cantores de Viena,… ¡perdón!, de La Granja,… ¡perdón! de San Ildefonso.  Se ha mantenido el árbol que nos vigila, este año de rojo, desde una esquina del salón y el belén, construido en la misma mesa de siempre, parecido al de siempre. 

Fuera de las ventanas, todo recuerda que todo es diferente. Calor, casi 30 grados, el cielo azul, ya por fin no llueve. Ayer en casa de unos amigos probé unos Tamales muy buenos. La bebida era licor de manzana con brandy, o té verde, galletas sin mazapán, Ron Pope,… ¡todo diferente! Navidad será en casa con amigos, lejos de la familia, lejos de nuestros recuerdos de felicidad compartida. Pasaremos el fin de año en la playa.

No es sólo de esta época, pero en el coche los “aborrescentes” siguen con sus cuitas, retándose siempre, el pequeño comportándose como tal, todos peleando por los mejores asientos aunque sea un trayecto de dos minutos,… y los Villancicos.

Ayer volvíamos de casa de unos amigos, que mi familia es muy sociable, y algunos hemos encontrado. El espíritu de mi verdadera familia se concentraba en dos metros cúbicos de espacio, los Villancicos seguían atronando. Por un momento adiviné en la luz de los faros, pequeños copos de nieve, cayendo suavemente. Supongo que la nieve la provocaron los Villancicos, nostalgia.

martes, 21 de diciembre de 2010

Retrato de la economía española el 20/12/2010

Hoy el periódico El País publica 10 titulares en su área de economía. Aunque el color del periódico que publique sus titulares podría cambiar el color de estas noticias.

La estrella del día es el informe publicado acerca de España por la OCDE. Este informe provoca varios titulares.

Las comunidades cierran el tercer trimestre con un déficit del 1,24%
Parece ser que este dato es bueno, pero en el artículo figuran algunos “pero” acerca de este dato. El gobierno, como siempre, afirma que todo está controlado. 
El estado de las autonomías, diferencia estructural con otros países, es usado por los mercados que juegan con la economía española como ariete, y esta cifra, de septiembre, perece ser un dato para ponerlos tranquilos.

La OCDE pide retrasar la edad de jubilación en España más allá de los 67 años
El debate está servido, pero es mucho más importante que su repercusión económica. ¿Podemos seguir con el estado de bienestar que permite despreocuparse a partir de determinada edad de las obligaciones y disfrutar de la vida?¿Cual es esa edad? El mundo es global. Ante lo verde de la naturaleza y el verde de los billetes de dólar. La respuesta a las preguntas depende de la competencia, de que todos los países hagan lo mismo, y esto está a años luz. Es necesario reducir nuestro estado del bienestar.

España es uno de los países que más ha liberalizado sus mercados, según la OCDE
Un análisis profundo de la palabra “liberalizar” es necesaria. Pero más allá, parece que es una de las cosas que España ha hecho, que se considera una ventaja, para transitar desde un estado controlador puro, desde una dictadura, hasta un país en donde es importante la iniciativa de la gente, y que esa iniciativa es la que produce progresos. 

Desde luego, está demostrado que las economías controladas, por un dictador o por un régimen, no son capaces de provocar el escenario que genera prosperidad.

La OCDE pide subir el IVA y los impuestos especiales para reducir el déficit
Es exactamente lo mismo que retrasar la edad de jubilación. El estado tiene que recaudar más dinero para financiar nuestro estado de bienestar. Impuestos directos o indirectos, he ahí un buen dilema para analizar. ¿Endurecemos lo que se debe de trabajar para jubilarnos antes? ¿hacemos que ricos y pobres contribuyan por igual subiendo el IVA?
Creo que se podrían encontrar ríos de tinta acerca de estas dos preguntas.

Trabajo defiende que quien cotice más de 36 años se siga jubilando a los 65
Obviamente un gobierno que tiene tendencia a mirar para otro lado cuando hay problemas, sigue minimizando los efectos de estos sobre el estado del bienestar, y aboga por no hacer trabajar más a quien más a trabajado.

Es un principio aceptado en un estado de derecho que no pude aprobarse una norma con efectos retroactivos. Tal vez no es de recibo que a los que trabajamos incansablemente muchos años para jubilarnos a los 65 nos cambien esa edad. Alguien podría decir, con algo de razón, que para eso yo no hubiera trabajado. 

La banca española es la tercera más sólida del área euro, según Moody's
Supongo que esta es la mejor noticia del día. Si los “mercados”, ese ente sin rostro que está llevando el pesimismo español a límites incompatibles con nuestro carácter, dicen algo como esto deberíamos de alegrarnos.

Luis Ángel Rojo organizó un sistema financiero muy bueno. Eso ya lo sabíamos. España no tuvo que nacionalizar ni rescatar bancos al nivel que lo hicieron países extraordinariamente sólidos, como EEUU, Holanda, Inglaterra,… Nuestro gobierno convirtió esa ventaja brutal en papel mojado regalándonos a todos 400€ y mirando para otro lado.

Otra vez los “mercados” se han cebado con nosotros y con la desconfianza hacia nuestros bancos. Moody´s está amenazando, para darle otra excusa a los “mercados” con seguir desconfiando de nosotros. Lástima que los “mercados” solamente lean algunos titulares.

Por cierto solamente “nos ganan” Finlandia y Francia.

Luz verde al Plan de Seguro agrario para el año 2011
Nada nuevo bajo el sol, llueve siempre y siempre deja de llover, aseguremos lo que queremos. Las empresas de seguros pronto tendrán que asegurar países.

Obama aborda las decisiones duras en la reforma fiscal
Todos los días mi esposa se enfrenta a los mismos problemas que Obama y, casi siempre, los derrota. Hasta los gigantes tienen que hacer lo mismo.

El déficit de las eléctricas crecerá 5.000 millones más pese a subir la luz
Este es un tema que siempre a escapado a mi humilde comprensión.

El 75% de las fotovoltaicas presenta incidencias
Este es fácil: en aras de lo verde, quitamos el mantel de la competencia en donde todos tomamos el té. Seguro que eso provoca que la gente no use mantel se ahorre la servilleta,… Vamos que las excepciones siempre son malas.

Si fuera otra época, otro país, diríamos que las cosas no van mal, pero el pesimismo imperante hace que todas estas noticias sean malas tirando a me quiero suicidar.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

No para de llover

Apretar los dientes y seguir adelante,
determinación.

Nadie nos echa, nos vamos
y, si queremos, nos vamos.
El viento sopla, no para de llover.
Y nos peleamos contra la lluvia
y encontramos gente.
La arbitrariedad solo lo es de fuera.
Pero el árbitro somos nosotros,
y el ruido del silbato es más fuerte:
resuelve y decide.

Juntos somos más fuertes.
Contra castillos nos volvemos gigantes.
Los retos son utopías.
Mirar lejos es mirar a las estrellas.
El retrovisor solamente encuentra al que adelantas.
Delante solamente el futuro.
Delante, el viento,
una puerta abierta con luz en la distancia.

Es mejor perderse que no buscar.
Nadie dijo fácil.
Nadie puso una alfombra roja.
Nadie abrió la puerta.
Fuimos nosotros
quien abrimos, y no fue una puerta,
fue una ventana para gritar.
Una ventana para contar:
que aquí estamos, que así somos,
que no nos moverán, a menos que queramos.
Que el mundo es nuestro.

Porque las estrellas ahí están.
Y el mundo se moverá, por fin,
como queramos que se mueva.
Crecemos día a día.
Nos hacemos más fuertes.
Nos hacemos más uno.
Nadie puede hacer mejor caldo.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
diremos que así fue, y por eso somos.

Como el bambú:
flexible,
duro,
agrupado.

Cuando miremos atrás,
sentados, por fin,
sabremos del verdadero mérito del éxito:
el que se logra cuando el mundo está en contra.

Cuando miremos adelante,
sentados, por fin,
los veremos fuertes, capaces de pegarse contra el viento,
capaces de vencer al mundo, cuando se ponga en contra.
Y eso será porque toda la experiencia habrá valido la pena.
Porque nada habrá sido gratis.
Porque todo habrá costado.

Cuando estemos sentados, por fin,
nos miraremos y sabremos que
se consiguió siendo uno solo.
La voluntad común.

Voluntad, apretar los dientes, determinación, seguir adelante, buscar,…

domingo, 5 de diciembre de 2010

Volar diferente

Hacía tiempo que había dejado de viajar en avión de forma convencional. Después de las primeras veces las compañías aéreas se encogían de hombros y ocultaban la pereza de aceptar peticiones extrañas. La cúpula de plástico transparente que me había construido no entorpecía el vuelo de los aviones y no representaba ninguna carga, el único problema que les generaba era el hecho de aceptarla.
En mi cúpula, colgando de la cola del avión, un sofá me permitía estar a gusto y el paisaje se abría 360 grados fuera del plástico transparente. Allá abajo, en la tierra, se podía adivinar la espesura. El color verde quedaba apagado por la distancia, y no sabías si se convertía en gris o en marrón. Recuerdo la emoción al dejar de volar sobre tierra firme y la vista infinita del mar inmenso, inabarcable durante los días de sol con el firmamento despejado, y luego la rutina de un paisaje sin cambios, salpicada de pequeños barcos, después del atractivo espejo de los primeros minutos.
Y recuerdo los paisajes nevados, esponjosos, también inabarcables hasta el infinito, como un segundo suelo sobre el que revolcarse. Y las veces de desconcierto, de confianza ciega en el piloto, ya que sin ver no puedes saber dónde vas y te ves en la necesidad de confiar en alguien, ciegamente. Y de noche sobre el continente, las miríadas de luces que se encienden y se apagan rápidamente. Casi infinitas, revelando vida. Siempre naranjas desde el aire.
Recuerdo aquella vez volando remolcado hacia Chile, como debajo quedaban amenazadoras montañas nevadas de picos afilados que no parecían terminar. O el primer día que aterrice en México, por la noche, como el mar de luces configuraba una textura imposible de reproducir en ningún ordenador, tamaño inimaginable.
Y el aterrizaje en Miami, parece la Meca del progreso, todo en su sitio, los grandes aparcamientos tan ordenados en las carreteras repletas de coches parados, todo tan ocupado, ordenado,... O la primera vez que crucé el Atlántico, nunca se terminaba. Tuve que ponerme no sé cuantas películas para pasar e rato.
La verdad es que, en una travesía larga, volando sobre esponja, o viendo el océano allá abajo, a veces echo de menos la interrupción a la rutina de los motores tronando, pero de forma homogénea, sin parar, empujando al avión hacia el destino. Y el propio ruido que aquí solo es el aire deslizándose por las formas de mi cúpula. Y añoro a las azafatas ofreciendo de beber, y al señor del pelo ensortijado y blanco del asiento delante. O la película hablada por gente con un acento extraño, o la concentración de la gente en sus asientos, concentración en no hacer nada, concentración en dormir, concentración en teclear en el ordenador, concentración en empujar para que el avión vuele más rápido a su destino. La gente, sus zapatos, sus ojos o su pelo.
Aquí, el tiempo es más mío. Puedo ver hacia abajo, o hacia arriba, casi siempre azul. O puedo casi acostarme sobre el sofá, o encender la tele y ver el telediario. Si quiero, me conecto a internet en cualquier momento y puedo encontrar el periódico. También puedo dormirme, o no si no quiero. El resultado es muy parecido al de viajar en la cabina. Al cabo de un tiempo, casi siempre parece más largo a más largo sea el viaje, acabas aterrizando en el aeropuerto de destino. La única diferencia es que no tengo una barrera delante de mis piernas, y al llegar no tengo la sensación de presión por todo el cuerpo.
También es verdad que aquí no me sirven la Coca Cola, pero con un simple gesto alargo el brazo y la saco de la nevera que tengo al lado del sofá
En mi caso puedo usar el teléfono a lo largo de todo el viaje, sin riesgo de producir interferencias en los instrumentos de vuelo, ya que la distancia con la cola del avión lo impide.
A veces me pongo a pensar en porqué no hay más gente que vuele como yo, porque no hay más gente con sus burbujas de plástico resistentes que cuelguen detrás de cada avión. Siempre que me hago esta pregunta acabo disfrutando del paisaje y se me olvida. Las ventajas de que dispongo son suficientemente grandes como para no tener en cuenta ese tipo de detalles.
En algunos viajes se ha parado encima de mi cúpula un ser que no sé de donde sale, pero que parece ser propietario del aire. Se ha acercado volando y se ha posado encima de la cúpula, mirándome con atención. La primera vez que vi uno de esos seres, sinceramente, me entró miedo, pero son inofensivos. Únicamente se dedican a observar lo que ocupa los cielos.

El otro día mientras viajaba, me hacía la pregunta de siempre, de porqué no había más gente viajando como yo. Mis piernas empezaron a dolerme y de repente la azafata me despertó para preguntarme si quería algo de tomar. A través del escaso espacio de la ventanilla, allá a lo lejos, se veía un segundo suelo esponjoso de nubes y arriba, el sol resplandecía sobre el azul del cielo. Los colores desde el horizonte hasta el azul se tronaban difíciles de describir, desde el naranja al rojo o el amarillo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Que tu moral no te impida hacer lo que está bien.

Yo era bastante joven. Las lágrimas de Arias Navarro, presidente del gobierno cuando murió Franco, me impresionaron más bien poco. Años después estaba bastante más orgulloso de mi país después de oír decir a Adolfo Suárez que íbamos a cambiar España. Empezaba a valerme por mí mismo, lleno de ideales y de ganas de, por fin, hacer bien las cosas. Ya pasé mi noche acompañado, mirando las estrellas y sabiendo que algún día podría ofrecérselas a alguien. Me fui de mi casa con dolor pero sabiendo lo que hacía.

Leía de todo, compulsivamente, leía ciencia ficción. Novelas como “La luna es una cruel amante”, “El hombre en el laberinto”, “Mundo anillo”, "En las profundidades" o "Cita con Rama" llenaban y alimentaban mi curiosidad. Pero a quien más leía era a Asimov, un tipo pedante pero que escribía a tanta velocidad, casi, como mi capacidad de lectura.

Casi todos los personajes de sus historias eran humanos, como un Walt Disney humanizando conejos o cualquier otro ser inventado. Incluso intentaba humanizar a los robots, definiendo tres leyes de comportamiento básico que los hiciera inofensivos frente a cualquier ser humano, incluso frente a seres humanos malos, y experimentaba porqué sus tres leyes básicas dejaban de funcionar o, al revés, porque esas tres leyes impedían un funcionamiento correcto del robot.

Una de sus novelas cortas describe el libro como la tecnología más avanzada: baterías inagotables, utilizable en cualquier sitio, se alimenta de luz natural, no requiere de ningún accesorio, apenas pesa, el reproductor de imágenes está incorporado en todas los usuarios y es de uso libre, se puede suspender y reanudar su uso en cualquier momento,…

En otro cuento corto decía que el futuro de la raza humana se encontraba en la Ciencia Ficción, que si leías Ciencia Ficción podías encontrar lo que el ser humano quería ser en el futuro, lo que imaginaba que le haría feliz.

La cita del título es suya, un poco pedante, como él, difícil de aceptar. Es de un personaje, Salvor Hardin, de una novela, “La Fundación”, que debe de tomar una decisión diferente, en contra del criterio generalmente aceptado. 

No me ha apasionado más otra serie de novelas hasta que leí “El Señor de los Anillos”. No entiendo como alguien no compra los derechos y lleva al cine la “Trilogía de las Fundaciones”.

El otro día estuve en una reunión de negocios y un amigo mío me recordó la cita. He buscado en mi armario y me he encontrado con el libro, año 77, las páginas amarillentas, todas sueltas, pero me lo he vuelto a leer.

Y me recordó mi juventud, cargada de ideales, y aquel día que yo iba en el coche y por la radio dieron las dos noticias: Asimov acababa de morir y se cumplían 50 años del estreno de “Casablanca”, película que me aprendí casi de memoria en inglés y en castellano. Empezaba a hacerme mayor.