Los mejores cuadros que he visto son los que se pintan en una ventana cuando vas en tren o en coche. Cambian continuamente, eso es lo bueno que tienen.
Ahora el verde con lluvia que lo impregna todo de humedad. Otras veces la frustración del trabajo rutinario o la tozudez del mundo que lo ensombrece todo; y la niebla cuando cambias de tren, casi siempre al comienzo, por la mañana. Y el orgullo de ser independiente que tiene un color de dorado a naranja. Otras veces el verano con sus azules luminosos de mi Mediterraneo parecen ser lo único existente. Otras veces ves liebres, o lloras o eres feliz o estás solo o ves aviones,... ahora los verticales troncos del pinar.
De repente cambias de tren en la estación y el cuadro ya no es verde, tal vez azul, tal vez lejano, de otro color, de otro tiempo. Todo se pinta en tu ventana, y dos personas ven cuadros diferentes a pesar de mirar la misma.
Cuando te acercas al final del viaje te preguntas porqué no le has hecho fotos a las cosas, ¿qué es el viaje sin fotos? Te preguntas porqué no has sido capaz de captar las pinceladas. Pero no es verdad, sí que las tienes, y van contigo a cuestas y a veces alguien escribe unas cuantas en un papel. Siempre en un recuerdo que se te manifiesta en los ojos o en la mente dispuestos a saltar de improviso, sin llamarlos. Felicidad ¿cuanta?. Lo innombrable mejor no nombrarlo.
Muchos momentos, muchos recuerdos. Sigue mirando por la ventana, el paisaje cambiará pero el viaje es tuyo; los cuadros son tuyos y recuerda que las pinceladas en un buen cuadro son parte de él
Gracias
lunes, 26 de noviembre de 2012
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