miércoles, 12 de noviembre de 2014

Gent magnifica

El entorno en donde vivo cuando estoy en Madrid, es un entorno que, por abreviar, es del PP, y coincide, casi siempre, con sus opiniones. Como un catalán de los de toda la vida, me piden mi opinión y esperan que en ella se incluya esa especie de sentido común (“el seny”) que siempre hemos demostrado los catalanes.

Un amigo mío me recordaba que, dentro de los desastres que cometió nuestro anterior presidente (sí, sí, Zapatero no fue del siglo pasado), que su comportamiento con lo de Cataluña no fue otro error: "...haced un nuevo estatuto para que seáis felices entre todos nosotros, que yo me encargo de que se apruebe…".

Para obtener el poder,  esos a los que después les encargamos que resolvieran nuestro problema económico, impugnaron el estatuto e impugnaron otras cosas (el uso de la lengua por ejemplo) que atentan contra los sentimientos (por hablar de algo importante) de TODOS los catalanes. 

Después obtuvieron el poder y ahora, además de resolver el problema económico (no sé si ahora los brotes verdes tienen algún otro nombre), han intentado decirme qué debo opinar acerca del aborto y en qué idioma debo hablar (o educar a mis hijos), por poner ejemplos, y otras cosas que, como atentan contra los sentimientos de todos, espero les hagan perder las próximas elecciones.

Sí, lo del otro día en Cataluña fueron 2,1 millones según los organizadores, no 7 millones según el gobierno. Alguien lo ha hecho muy bien y muy mal.

Muy mal porque hemos hecho una votación sin sentido por dos cosas:

-  Porque la han organizado los que ya tenían una respuesta a la pregunta y, por lo tanto, no era ninguna pregunta (nada más antidemocrático).
-  Porque una votación para ver si establecemos más límites en nuestro mundo me parece intrínsecamente mala.

Muy bien, porque una multitud de catalanes confirmaron su capacidad para organizar algo bien difícil, que todo saliera bien y que, lo más difícil, no hubiera ningún problema de orden público.

Ahora solamente queda que los que tienen el poder se dediquen a hacer que todos nosotros seamos mejores, en lugar de apelar a leyes que otros hicieron para parapetarse en la inacción.


Por supuesto los catalanes, como tópico, son gente magnífica, los necesitamos y se merecen que alguien les haga caso (Rajoy, y Mas son solo accidentes sin importancia).