Ojalá
Allende los mares es todavía momento de
subirse a un avión e irse a trabajar, aunque España haya puesto las cosas en su
sitio, parece. Nuestros políticos que lo han hecho mal, muy mal, han sido no
solamente apartados, sino además castigados.
Mi cabeza parece un torbellino de ideas
contrapuestas que parecen tener que parar de girar antes de ser analizadas.
¡Que un 72% de participación¡ ¡Que volvemos a lo mismo de siempre en el País
Vasco y Cataluña! ¡Que hemos conseguido un éxito por obtener más votos! ¡Que
300 mil votos dan el doble de diputados que 1 millón!
De adolescente todo era mucho más claro. La
democracia era el Shangrillah, le explicación de nuestra desgraciada historia,
y a la vez la esperanza de transformarla y cambiar la realidad, de dejar de ser
“different”. Luchamos y lo hicimos, parecía imposible pero pasaron 25 años y ya
no éramos “different”.
Mis hijos me miraban con sorpresa al oírme
decir que esta es la primera votación en la que no he participado por primera
vez en mi vida, y mi convencimiento de que el único buen resultado hubiera sido
una participación del 10%, pero no un 72%.
En cualquier área de la vida consideraríamos
como malo algo que no ha sufrido ninguna evolución, ninguna modificación en 200
años, pero este no es el caso de nuestro sistema político. Ni una sola crítica.
Un 72% de participación demuestra que nuestros políticos son necesarios, que la
sociedad no puede vivir sin ellos.
Mientras yo le digo a mi gente que no espere
que nadie le resuelva los problemas, que lo individual y lo meritorio debe
volver a valer lo que valía, resulta que vamos masivamente a las urnas y
elegimos a alguien que por dos veces nos pareció que no podía resolver nuestros
problemas. ¿Qué ha cambiado? ¿Ahora es diferente? ¿Ha encontrado la varita
mágica que otros dirigentes mundiales no?
Más bien ha sido la historia la que ha
cambiado 180 grados solamente porque algo debe cambiar. ¡Cambio!, que fácil es
apelar a esto, pero que vacío resulta cuando el cambio se mide contra algo
efímero. Apelar al cambio debería estar prohibido en las campañas electorales a
menos que el cambio fuera para dar la vuelta a algo que durara más que la
escala política (4 u 8 años).
¿Y qué va a pasar ahora? Ojalá yo esté
completamente equivocado, ojalá este nuevo/viejo señor desde su silencio,
esperemos que sea prudencia en lugar de indecisión, pueda encontrar una forma
en la que nuestro país no necesite nadar para respirar como los escualos. Tal
vez encuentre un supermercado en donde se pueda comprar dinero como dicen mis
hijos pequeños cuando describen un cajero automático, sin tener que ir a una
subasta en donde a nosotros nos cueste 5 veces lo que a un alemán. Ojalá que se
resuelva el nudo gordiano de si debemos correr hacia delante o correr hacia
atrás para corregir los excesos que hemos cometido en los últimos años. Ojalá
que el mundo que disfruten nuestros hijos sea mejor que el que nos condena a
vivir el integrismo económico imperante al que nos condenan nuestros políticos.
De repente ese señor tan callado será capaz de
hacer cosas realmente diferentes, cambiar Europa para que asuma nuestras
funciones de país: hacer nuestras leyes, en lugar de “transponerlas”. En lugar
de hacer un fondo de bonos, tener un solo ministro de economía. Reducir el
entramado político, reducir el estado para gastar menos. ¿Le interesará hacer
algo de esto? ¡Cuidado con la selección española de futbol , esto si debe
seguir siendo nuestro!
Y mientras tanto, el refugio de la gente
cuando algo no sale bien es volver a las raíces, a confiar en alguien de los
nuestros, o CIU o AMAIUR que gobernará con el PNV. En lugar de más
grandes, más concentrados. ¿Estaré equivocado?