“¡Más de cien palabras, más de cien motivos, para no cortarse las venas!”
Y ahora hacemos caer a Gadafi, y ¡qué bien! Solo los de siempre: rusos, chinos y Chávez, no están de acuerdo y se oponen con sus respetables motivos. Y nos sentiremos orgullosos después. Y no veremos que fue por el petróleo, y no veremos que no lo hicimos antes por interés, que somos cómplices. Cien mil razones daríamos para hacerlo, y nos parecerían bien. Todo nos parecería secundario frente a la ventaja de volver a quitar a un dictador cuando dejó de ser útil, cuando nuestra complicidad casi nos lleva a la cárcel.
¿En Haití enterramos el dinero?
¿En qué se parecen un dictador y un terremoto?
¿En Irak enterramos buenas intenciones?
¿Porqué no antes?
¿Sabremos arreglarlo después?