jueves, 4 de diciembre de 2008

Opinión: El periodista y el político

El otro día mi mujer descubrió un artículo muy bien escrito en la prensa. El argumento del artículo era que el origen de todos los problemas de la política es que los políticos se han alejado de los ciudadanos.

Parece un buen argumento y es difícil no estar de acuerdo con el fondo y con la forma del artículo, realmente bien escrito, fruto del trabajo de un buen periodista. A veces, las verdades de Perogrullo conviene escribirlas bien para darles brillo y esplendor, como “babor: izquierda, estribor: derecha”.

Los políticos de hoy intentan acercarse al ciudadano, para construirle un parque, para mejorar su carretera, o para asegurar el suministro de agua o sus derechos básicos. Incluso son capaces de gastar sus energías en explicarle al ciudadano que lo que hacen es lo mejor para él y que solo gracias al político de turno se ha hecho. Se pierde de vista que el dinero es del ciudadano.

Hacen eso porque el horizonte en el que les van a medir es de 4 u 8 años, nada importante puede hacerse en ese plazo.

Lo que necesitamos hoy en día son políticos profesionales que sean capaces de alejarse del día a día, de los ciudadanos a quienes gobiernan. Deberíamos de tener políticos que delegaran en gobernantes profesionales que se dedicaran a saber qué deben de hacer de forma equitativa y en que orden, y cuadrar las cuentas con lo que cuestan las cosas.

Las decisiones de los gobernantes no estarían basadas en ideologías políticas, a veces contrapuestas, sino solamente en un sentido ético en el que seguramente todos nos pondríamos de acuerdo.

Solo entonces tendríamos líderes. Políticos no gobernantes, que dedicarían sus esfuerzos a explicar a los ciudadanos cosas más allá del día a día, explicarían que pertenecen a un grupo, que existen metas que no tienen nada que ver con la nueva carretera. Encontrarían retos comunes, se dedicarían a buscar soluciones a esas cosas que no tienen solución a corto plazo. Volveríamos a dirigentes que inventarían cosas comunes, que llegarían a la luna o al fondo del mar. Que empezarían a acabar con la miseria en el mundo, o que empezarían a acabar realmente con las desigualdades y las injusticias.

Políticos que generaran ilusión y no enfrentamientos. El mundo empezaría a ser algo que no estuviera lleno de empresas de hacer carreteras y parques, que son los actuales estados.

Creo que realmente necesitamos políticos profesionales y que tenemos gobernantes que nunca serán capaces de generar ningún tipo de ilusión.

Creo que el argumento del artículo es incluso el contrario del que defiende: el problema es que los ‘políticos que tenemos’ están demasiado cerca del ciudadano.

10/10/05

martes, 2 de diciembre de 2008

Crisis: Valor y precio

Una de las cosas que esta crisis está dejando más a la vista es la diferencia que existe entre el valor de las cosas y el precio que cuestan.

Hasta hace muy poco nadie se planteaba la opción de alquilar la casa en donde iba a vivir frente a la de comprarla. El valor obtenido (la casa iba a ser nuestra) era infinitamente mayor que el precio que había que pagar (los alquileres por las nubes y los intereses por los suelos).

Comparemos los primeros 700.000 millones iniciales y la afirmación de Barak Obama de que él y su mujer iban a comprar en el Black Friday (viernes de puente después de Thanksgiving Day). ¿Cual de las dos cosas vale más? ¿Cual de las dos cuesta más? He leído que el pasado viernes las compras ¡han crecido un 3%!.

Desde luego, necesitamos políticos con mayúsculas para hacer algo tan obvio como esto.

Aquí, hemos invertido el pasado viernes 11.000 millones de euros. ¿Cuánto valdría que el presidente del gobierno y el líder de la oposición salieran juntos, de vez en cuando, y dijeran:

“A PESAR DE TENER IDEAS DIFERENTES, ESTAMOS TRABAJANDO JUNTOS PARA SALIR DE ESTA.”?

lunes, 1 de diciembre de 2008

Cuento: Las Vegas


Las máquinas tragaperras, su sonido, su luz, las máquinas, esperando que su suerte les juegue una buena pasada y consigan que alguien se siente delante a alimentarlas.

Ellas comparten su sitio con los niños que pasean con sus padres, ignorantes que las máquinas empobrecen. Aquí no hay enganche, es imposible quedarse en una, hay que ponerse en otra diferente y en otra más,... Así es imposible sentirse atrapado y los destrozadores de fortuna se convierten en meros jugadores en busca de un jugador.

Ahí esta ese filet mignon, acompañado por unos espárragos, contemplando como van cayendo las zanahorias, la salsa, la patata asada y el filete, bocado a bocado. No quedará nada, inexorablemente, lentamente, sin vergüenza.

Aquí en Las Vegas no hay pets, animales de compañía, que se quedan de vacaciones en sus jardines mientras sus dueños y sus hijos se van a ver a las máquinas y su música.

Sin embargo existen algunos animales. Esa morsa, no sé si alcanzan ese tamaño en libertad, que está triturando el filet mignon, con sus 140 kilos de peso, tan rubia, tan segura de su papel, que devora lentamente su plato diario de forraje animal, a 80 dólares el plato.

Aquí hay unas señoras vestidas de oscuro, muy elegantes, con su enorme escote, sus resaltadas tetas y sus minifaldas. Todas maquilladas parecen señoras dignas de ser atendidas, pero no. Los clientes son niños, barrigas con bermudas, morsas descansando de comer, mujeres planas, delgadas, en general feas, largas y sin arreglar, grandes armarios,.... Ni se fijan en las elegantes señoras que llevan vasos de palomitas para atender las indigestiones de las máquinas.

¡Y el camarero! Salido de su más pura representación, sus gestos estudiados y aprendidos, su correcta pronunciación en francés de los platos y los saludos políticamente correctos. Exhibe una barriga debajo de algo que, ojala fuera escritor para saber cómo se llama, yo le llamaría mandil. ¡Qué correcto, que educado!

Sin embargo, claro, siempre existen clases, ahí está el sumillier, supremo dios del francés, el restaurante del filet mignon. Su mandil es negro, de piel de canguro para poder incubar los tapones de corcho sacados con gesto indiferente pero importante. ¡Cómo es la postura abriendo la botella!, ¡Cómo la forma de verter y preguntar al señor por la calidad del vino! ¿Lo habré visto antes? El vino, por definición de vino industrial es imposible que esté mal y solo se llama vino por ser francés el restaurante. El señor solamente lo es por pagar 80 dólares por plato.

¡Claro!, no es que lo haya visto antes, es que se parece al de la película, no me preguntes cuál, del italiano de pelo gris claro, no canoso, sino teñido, que se empeña en hablar inglés perfecto como si fuera americano, cuando todo el mundo sabe que, con ese pelo, piel y segunda piel en forma de traje solamente puede ser italiano.

En mi ciudad había una fuente. Una fuente hecha por un ingeniero inspirado y precoz, y única en el mundo, un espectáculo visto innumerables veces en mi niñez, no lo apreciaba entonces sino por lo que aseguraban los mayores, hasta mi madurez, en donde he podido comprobar que tenían razón, espectáculo fantástico, agua, música y color.

Cuando uno ve reproducidos a tamaño casi real París o Nueva York o Montecarlo (Monte Carlo, por cierto), todos juntos pegados y enlazados por una montaña rusa, aquí no se llama así o no estarían pegados por eso, es fácil entrar en un hotel de diez mil habitaciones y esperar que después de ver los cuadros de Dalí o de Picasso que se han visto comprados a un precio que les ha permitido pagarse el lujo del viaje desde donde fueron creados, la fuente debería estar ahí, trasladada o reproducida.

Pero no, no es igual, no tiene colores, pero es más grande. También es más hortera, pero da igual, ¿qué es hortera? Aquí los ingenieros no son inspirados sino legión preguntando: ¿qué hay que hacer? Seguro, por dinero no es, y convertirán mi ciudad en un pueblo. Eso sí, con posibilidad de ser reproducido.

Porqué no hace una inversión el departamento de turismo de nuestro país y co financia un hotel que se llame Sevilla, o España, total no sabrían en donde situarlos. En la puerta del hotel habría un mapa y ahí en Las Vegas se podría situar España como capital de Sevilla.

Esta inversión sería la más rentable de todos los tiempos. Todos pasan por aquí, sin sus pets, eso sí, pero seguro que tampoco interesa que los pets vayan a Sevilla. Todos pasan, incluso los japoneses que se dan cuenta que en el complementario de su país existe espacio, mucho espacio, para poder construir uno, o unos cientos, igualitos que el suyo. A ellos no les interesa su hotel, les vale con mirar.

El restaurante es modernista. ¿Qué es modernista? Seguro que es lo más parecido a moderno y nuevo. ¡Cómo me gustaría saber más de pintura! ¿Van Gogh y Cezane son contemporáneos?, ¿son modernistas? Desde luego la cristalera del techo no es de cristal, sino pura pintura.

No, no hay nieve y hace calor. Esto es el desierto pero no lo parece. La verdad es que aquí nada es lo que parece.