La lucha es feroz: recordar la realidad o mirar la puerta de
embarque para la última escala hacia adaia: “¡que si te quieres ir y dejarme da igual, vete cuando quieras!”, la
puerta está en la zona B. “Tenemos que
insistir en cobrar esto para poder pagar la nómina.”. La forma de hablar,
el acento de las personas del bar del aeropuerto de Mallorca ya es como lo recordaba.
Una caja de ensaimada de Mallorca me trae recuerdos de un
sabor. Lástima que el olor solamente
viaje en la imaginación, porque sino, ahora estaría oliendo a higueras, viento
y mar, estoy cerca…
¿Porqué en Menorca la gente no siente la necesidad de vivir
permanentemente buscando nuevas cosas fuera de la isla y vivir feliz?¿Cual es el
secreto? “Tal vez mi forma de mandar siempre ha sido la misma. ¡Si hubiera
encontrado a alguien!” En el tablón de anuncios del aeropuerto de Palma ya
se anuncia la puerta B30 para embarcar el vuelo 8482 a Mahón, Menorca.
El bullicio del puerto de Ciutadella, la calma del de Maó,
el tacto de la arena de Binisafuller,… No he hecho planes todavía, solo
sorpresa, dejándolo a la imaginación: no tengo ni coche ni hotel ni siquiera se
lo que voy a hacer al llegar. “A las 8:00
correo y documentos, a las 9:00 llamadas, a las 10:00 reuniones,…”, ya
vamos caminando hacia el avión, que ha tendido la escalerilla para subir. Los
recuerdos, necesariamente aparcados y condensados en un lugar de mi cabeza
empiezan a expandirse y a crecer, a ocupar un lugar de mi atención.
Recuerdo que la calma de Menorca solamente se veía afectada
por la dureza del sol en agosto que te obligaba a hacer esfuerzos para
ocultarte del calor y buscar cada día una hermosa cala diferente para
refrescarte en el Mediterráneo. Pero ahora es primavera y el comandante ha
anunciado 16 grados.
¿Y dónde encontraré el secreto? Cuando era joven no conseguí
encontrarlo. Todos los días en una isla de 60 x 20 km que se puede ver entera
desde Monte Toro, sin necesidad de huir cruzando el mar para buscar otras
cosas, tal vez lo contrario de lo que he hecho toda mi vida.
¿Existirá el hotel Binialí? ¿Estará abierto? ¿Estarán las
higueras como antes? Habrá que ir a Fornells y a adaia y al puerto y al faro y
a Binisafuller, y a Macarella, y al centro y al puerto, y a Calesfonts,… ¿no
sería necesario hacer un plan? ¿podré ir a todos esos lugares?
El faro se llamaba Favaritx, con las dos playas casi siempre
vacías; y el viento en Cavallería, habrá que ir para ver si el mar ya ha sido capaz
de hacerle algo más que cosquillas a los acantilados; supongo que Galdana
seguirá siendo un sitio raro fuera de temporada, como aquella vez en primavera que
fuimos toda la familia. ¡Muchos sitios para ir! No sé si seré capaz de ir a Xoroi
por la noche, ¿existe la noche? Porque ahora es solamente el momento de llegar
a mi apartamento en Madrid y tumbarme sin fuerzas, rendido en la cama sin
apenas darme cuenta que es de noche. La injusticia que refleja la leyenda de
Xoroi: lo encontraron y lo mataron porque era diferente. La crueldad inocente
que tienen a veces las cosas más bonitas: la nieve que permitió encontrarle. “Lo
que el viento se llevó”, nunca me había preguntado por el título de esta
película, pero ahora veo que es casi inevitable que algún destino, el viento, borre y se
lleve por delante una parte de nuestras vidas, sin poder hacer nada por evitarlo.
Me imagino que las estrellas que se veían desde la terraza
de Doña Rosita, el apartamento que alquilamos un par de años, no habrán cambiado, y en el mes de Agosto seguirán estando. Pero
quien sabe, porque el mismo pueblo en donde estaba ha cambiado de nombre, de Villa Carlos a Es Castell,
tal vez se vean diferentes. Mirar las estrellas era una parte de la victoria
lograda contra el sol que, ignorante de nuestros esfuerzos por derrotarlo
durante el día, se retiraba para dar paso al fresco de la noche, y descubrir un
negro luminoso salpicado de estrellas de
diferentes brillos. Habrá que ir a Binibeca y comprobar que el turismo puede
crear algo viejo partiendo de algo, no se siquiera si existente, pueblo de
pescadores.
¿Pescar? Creo recordar que es cuando estuve más cerca del
secreto. Intentaba llenar el silencio con palabras, y acababa llenándolo con
silencios solamente alterados con el “ha picado” y la excitación de sacar el
pez del agua para quitarle el anzuelo que se le había clavado en la boca y
devolverlo al mar. Era inútil, pero el tiempo pasaba, la luz seguía, el mar
siempre ahí,… ¿Estará por ahí el secreto?
El avión ha cruzado toda la isla desde Ciutadella a Maó,
solo para enseñármela. Ojalá que vuelva a llenar el silencio con silencios, ojalá
que en solo dos días sea capaz de encontrar Sa Calma.