Había desaparecido por la mañana. Apenas si pudieron explicarlo, y menos aún entenderlo. Lo habían cuidado toda la vida y jamás podría poner ninguna queja. Día a día habían ido eliminado las cosas que podían preocuparle, molestarle o dolerle. Cuando no tienes problemas: ya puedes ser feliz.
Se puede imaginar la vida como una figura humana desnuda que lleva una mochila, ve un paisaje, una montaña, se para, vuelve a andar, pone algo en la mochila, sigue. No puede soltarla.
Cuando la mochila no sirve de nada ni siquiera puedes contar tu vida. Tal vez nadie la ha abierto, o tal vez se ha llenado con porquería, o tal vez nunca has echado mano de ella, por desgracia o desgraciadamente. Las razones no están en la mochila, son la mochila, que permite equivocarse o acertar.
Lo encontraron en un rincón detrás del armario, temblando, muerto de vergüenza, estaba desnudo.