En Gran Bretaña, un país muy alejado de andarse con ligereza, su primer ministro, cansado de soportar a los escoceses, les consulta si quieren seguir siendo dependientes del Reino Unido, amenazándoles que si eligen eso también quedarán fuera de Europa. Confiaba mucho en su pregunta y que le dejarían en paz para siempre,... Ganó.
Después, por la misma razón, les consultó a todos en Gran Bretaña si querían seguir siendo ingleses u otra cosa,... y perdió.
En Colombia, el presidente es capaz de llegar a un acuerdo, no sé si bueno o malo, acerca del final de una guerra. Sin tener obligación, le pregunta a la gente si el acuerdo es correcto, no si el fin de la guerra está bien, ... pierde.
En EEUU, de donde nace la democracia, no parece irles demasiado mal, pero la última vez que consultaron a los militantes, los militantes del partido republicano dijeron que su candidato era Donald Trump. No debería tener nada en contra de este señor ni de los militantes del partido republicano, pero la sola posibilidad que este señor pueda ser el presidente del país más poderoso de la tierra me produce algo parecido al desánimo.
En España, el PSOE, un partido político que tiene por objetivo ganar las elecciones, cambia ese objetivo por el de ser el más demócrata, elige un candidato que no es capaz de separar el objetivo del partido de lo que quieren los militantes, y acaba casi hundiendo a su partido, pactando con sus adversarios (eso sí, dice que los electores nunca entenderían que no se aliara con sus adversarios).
Me pregunto qué pasaría si consultáramos a toda la gente si está de acuerdo con la televisión basura, o si preguntáramos si prohibir la televisión basura. Probablemente la gente votaría por la libertad de decisión en el primer caso, y ayudar a nuestro vecino para que no pueda ver televisión basura, en el segundo.
Se me ocurren muchas preguntas que tendrían una respuesta diferente de la realidad de nuestra civilización.
Hace mucho tiempo un líder político encontró la pregunta adecuada, de entrada no, que le permitió que los militantes decidieran lo mismo que él quería.
Si se quiere preguntar algo es necesario decidir a quién hacerlo, a los militantes o a los electores o a todo el mundo. La pregunta no puede ser la misma que conduzca a otra respuesta. Solamente es necesario preguntar si es obligado hacerlo. No entiendo que este tipo de preguntas no exija una participación mínima y un resultado claro, alejado del 50,1%.
Desde luego, preguntar es el último recurso del político incompetente.
Pedro Puig