¿Qué vale la pena, qué no, y por qué cosas merece la pena trabajar o esforzarse?
¿Te imaginas un huerto con árboles frutales en flor que se transforman en violines?
¿Por qué tópicamente los hombres se sientan delante del televisor a ver el futbol o los deportes, perdiéndose el crecer de sus hijos o un maravilloso atardecer?
¿Qué pasaría si decidiéramos que la poesía no aportaba nada para incrementar la felicidad de los que la escriben?
¿Por qué un buen cuadro es mejor que una buena foto? ¿Por qué un lienzo contiene algo más que la imagen que representa?
¿Por qué es necesario mantener ordenada una casa para poder vivir en ella?
Cuando era joven, joven de verdad, 18 años, cuando quería cambiar el mundo, el fútbol sólo era circenses,… y los que trabajaban iban cantando, para exteriorizar su felicidad o tal vez para ocultar su falta de panem.
Después de todo este tiempo de hacer cosas, de ver gente, situaciones, países, reacciones y personas, seres humanos y más seres humanos, he comprendido que nada de todo lo anterior tiene sentido y cualquier cosa lo tiene.
Lo que alguien haga porque quiere hacerlo. Lo que alguien mire, oiga o sienta porque quiera mirar, oír o sentir.
Basta con pensar que existen muchos millones de personas que comen perro, para poner en duda si esto está bien o no.
Basta con pensar que existen millones de personas que tienen más de una esposa como para que dudemos de nuestra ética (perdón por trivializar el concepto).
Basta con que queramos, para aceptar la ética como única aunque, eso sí, respetando que otros la tengan diferente.
Educar a nuestros hijos, leer, analizar, pensar, tener opiniones, respetar a los demás, la amistad,… pero también el fútbol, las mujeres, el trabajo bien hecho en cualquier cosa.
Creo que la vida es una suma de cosas y que la importancia de cada cosa depende de cada uno.
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
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