Hace nueve años el sistema económico estuvo
a punto de destrozar el sistema económico y llevarse nuestras vidas por
delante. Algunos pensamos entonces que todo iba a cambiar, no sabíamos bien
hacia dónde, que otra vez se iba a poner de moda el mérito, lo personal...
Ilusos.
Hoy nada ha cambiado, los mismos que miraban
la toma de la Bastilla desde los balcones, los que sostienen y son sostenidos
por el sistema económico, siguen siendo los mismos (los fondos de pensiones que
dominan el mundo civilizado) y nuestro sistema económico sigue siendo el mismo.
Sí, es verdad, todos aprendimos que las
empresas tenían que ser ricas, que si les sobraba gente tenían que despedirla
para restablecer el equilibrio de ingresos y gastos. La definición de una buena
empresa era aquella sostenible, capaz de generar suficiente dinero para
despedir y jubilar a sus empleados mientras ganaba dinero para sus accionistas.
Las administraciones públicas en Europa
hacían algo equivalente, sí no había dinero para pagar algo, esto se quitaba y
restablecíamos el equilibrio de ingresos y gastos.
Este era y, desgraciadamente vuelve a ser,
nuestro mantra. ¿No era mejor que los culpables del desastre lo pagaran, en
lugar de seguir mandando?¿es que no existían alternativas?
Imaginemos que las administraciones públicas
en vez de asustarse y poner todo el dinero en el sector financiero, que estaba
a punto de darle la puntilla al sistema económico, y analizar lo que podían o
no podían pagar, hubieran analizado lo que costaba hacer las cosas, y hubieran
intentado hacerlas más eficientemente, para que no tuvieran que quitar ninguna.
Imaginemos que los empresarios, a los que,
por cierto, antes se les llenaba la boca diciendo que su mérito era de su
gente, en lugar de despedirla, les hubiera pedido a sus empleados el mismo
esfuerzo de siempre, cobrando menos, él también, pero que encontraran la forma
de salvar la empresa.
Tal vez estas dos cosas lo hubieran cambiado
todo. Nuestro estado del bienestar que cuesta su dinero, pero que genera una
enorme cantidad de recursos para evolucionar y generar riqueza de muchos tipos
se hubiera mantenido (tal vez ir a la luna sí fue rentable). Seguro que
hubieran surgido algunos empleados que encontraran formas de salvar a sus
empresas, generando otro tipo de ingresos.
(Un
banco podría haber descubierto que tener más oficinas tal vez era más rentable
que la disminución de gastos asociada a la reducción de oficinas; o una línea
aérea haber descubierto que los salarios de los pilotos no podían bajar de un
límite, y por lo tanto los precios de sus billetes, so pena de que los aviones
se cayeran y no se volara; o tal vez una inmobiliaria hubiera vendido sus casas
a un precio razonable en lugar de generar una burbuja).
Sí, yo he sido un empresario que tenía una
plantilla de 60 personas que se quedó en 30. Nuestra idea era muy buena,
tuvimos mucho éxito. Después de la reducción no dábamos buen servicio, no
evolucionamos, nuestro equipo acabó cabreado y agotado. El resultado final no
fue muy bueno, hoy mi empresa ya no existe.
Muy poca gente se dio cuenta de esta opción,
y quien lo hizo fue arrastrado por las circunstancias. Esta muy bien escuchar
esto de que los grandes problemas generan grandes oportunidades, pero esta ha
sido una oportunidad perdida.