Matrix, es una serie de películas. Están basadas en que la realidad es ajena a nosotros, que es mantenida por una máquina. El ser humano no tiene ninguna posibilidad de alterarla.
He leído esta mañana un artículo magnífico en donde, como clave para la felicidad, se expone un decálogo de puntos, basados en dos:
Que la felicidad no existe, que se es o no se es, feliz, frase casi manida por lo obvia. Y que para ser feliz es necesario separar entre el punto de vista de la escena, del día a día. Para ser feliz hay que mirar hacia arriba, a las estrellas, que deben de ponerse suficientemente lejos para que lo sean y suficientemente cerca para que podamos tocarlas.
Nos empeñamos en disponer de opiniones ciertas y objetivas de las cosas. Nuestra naturaleza parece que las necesita para poder interpretar las escenas que vivimos.
Pero el punto de vista es algo que cambia la realidad. Incluso la física cuántica habla de la imposibilidad de ver algo sin afectar lo que es (Principio de incertidumbre de Heisemberg).
No podemos saber qué nos pasará mañana, no podemos elegir, la realidad es tozuda, como he repetido muchas veces.
Tal vez nos considerarán locos si nos encuentran mirando a las estrellas, pero no es un loco el que mira al cielo luchando contra la adversidad y grita ¿Porqué a mi?
Estoy de acuerdo. Para ser feliz es necesario mirar a las estrellas. Algo inalcanzable pero cercano, que siempre esté ahí, pero no como un concepto absoluto sino como un destino hacia donde caminar,… una utopía, un ideal.
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