Ahora su jefe ya no le pide que entregue la mercancía cuando se la pidan, ya no le pide calidad total. Sin embargo, ni se le ocurra dejar de hacerlo, o esta crisis tendrá un culpable: Ud. Ahora le pide que siga haciendo lo mismo, pero más barato, con menos stock.
Así que en el papel de encima de su mesa, se encuentra la ecuación en donde la cantidad de mercancía que pasa por sus manos ha bajado o bajará un 20 o 25%, y tiene que bajar sus costes otro tanto.
Lo primero, buscar soluciones fuera de su empresa. Los proveedores han tragado siempre con todo, aceptaran una vuelta de tuerca más. Seguro que esos transportistas que antes se quejaban del precio del petróleo pueden echar una mano.
Pero claro, si hablamos de camión completo, de retornos asegurados,... No les hable de pedidos más pequeños para adecuarnos a la demanda. La crisis es para todos.
Sigamos por nuestros almacenes. No hay mucho que hacer en la parte administrativa. En los últimos años hemos establecido unos procedimientos de trabajo para asegurar la calidad, no se pueden tocar.
La manipulación es dependiente de la cantidad de mercancía a mover. Pero resulta que en los últimos años hemos bajado los sueldos hasta el punto de tener que buscar mano de obra en el extranjero. Además, crece la manipulación, los pedidos son más pequeños.
La ecuación no tiene solución en términos que puedan depender de la reducción de mercancía movida.
No se preocupe, su problema es común. Piense en sus colegas fabricantes, ellos todavía están peor.
La civilización occidental que conocemos ha llegado a donde esta, simplificando mucho, siguiendo pasos sucesivos: religión, comercio y tecnología.
No se si nos servirá de algo rezar, pero en todo caso, es una opción personal.
El comercio tiene que simplificarse. Volver a ganar dinero por poner las cosas allí en donde son necesarias, aprovechando la diferencia de valor en origen y destino. Volver a ganar dinero por hacer algo que la gente necesita, y hacerlo bien. El comercio debe volver a vivir del valor añadido, y reducir los escalones que no lo aportan.
Por supuesto, el capitalismo debe de reducir drásticamente aquellas maniobras especulativas que generan riqueza sin aportar nada.
Eduquemos de nuevo a nuestros hijos para que surjan lideres capaces de olvidarse de que con una tft de 36 pulgadas o una play station ya hemos cubierto objetivos (el mundo por civilizar, por alimentar, el espacio por conocer, el cáncer sigue vivo, quemamos petróleo para vivir ensuciando nuestro planeta,... Retos nos sobran).
Nos queda la tecnología. No busquemos a un consultor que nos resuelva la vida. Busquemos a alguien que haga las cosas mejor que nosotros (seguro que los hay). Apliquemos tecnología, no por estar a la ultima, sino porque funciona.
Si, ya se, el director general dice que no se puede gastar nada, nos remite al financiero.
¡Por dios! Confíe en su criterio, en su trabajo. Argumente bien las cosas. Pronto se acabará la psicosis de no hacer nada hasta que esto pase (hace meses me refería a "esto" como el oso hormiguero). Pronto todos nos pondremos a pensar que mañana volverá a salir el sol, que ahí afuera hay clientes, gente que necesita nuestros productos y servicios. Otros competidores que buscan clientes, igual que nosotros, y a los que hay que ganar por la mano.
Esta claro que con la tecnología hemos podido crecer, hacer más con menos. Ahora la necesitamos, también, pero para hacer menos con menos.
Pedro Puig
lunes, 16 de marzo de 2009
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