viernes, 5 de octubre de 2018

La sonrisa y largo pelo blanco

Ayer no le vi, tal vez fue porque no le gustaban este tipo de reuniones o porque estuviera pintando, esclavo de su musa. Estuve pendiente a la entrada de la iglesia esperando verle aparecer con su largo pelo blanco y su sonrisa como si no fuera de aqui, sino de muy lejos.

Finalmente apareció y me preguntó qué estábamos haciendo, como si no estuviera claro. Su desconocimiento parapetado detrás de la sonrisa, me obligó a pensar despacio cómo explicárselo. 

Mientras preparaba mi respuesta mencionó que ya tenía lo que teníamos pendiente. Se lo había pedido hacía tiempo y me hice a la idea de que lo tendría cuando él acabara, ni un minuto antes. Sabía que él había entendido lo que yo quería y que el resultado sería mejor de que yo había sido capaz de imaginar.

Tan discreto estuvo que nadie se dio cuenta de su presencia. Su sonrisa me animaba a interrumpir impaciente las razones que me estaba dando y explicarle lo que estábamos haciendo allí.

Cuando llegamos a casa, después de la cena, las paredes volvieron a recordarme su sonrisa y su largo pelo blanco y se deshicieron en explicaciones de formas y colores, justificando lo innecesario para mis ojos.


Yo solo pude disfrutar en pequeñas dosis de su sonrisa, su pelo blanco y su calmada conversación, pero siempre estará conmigo.

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