domingo, 27 de agosto de 2017

Yo sí estuve ahí

YO SÍ ESTUVE AHÍ
Para mí era una especie de despedida. Los amores de tu vida se merecen esto. En el metro cero ya no están aquellas sillas en donde te sentabas, una señora te cobraba y veías pasar a la gente, espectáculo increíble, de niño sin turistas, seguro ahora sería genial con ellos. ¿Porqué no ponemos otra vez las sillas para mirarnos, y lo hacemos gratis?

El metro 500 es casi imposible de imaginar. El Pla de l’os, cerca del liceo, es muy diferente, en los balcones del hotel no están aquellas extrajeras (el hotel tampoco se llama igual), y tampoco se ve el suelo.

Los políticos, casi todos, sienten la necesidad de opinar y tener la razón cuando opinan. Yo no silbe al rey, pero sí silbé a Carlos Puigdemont y a Mariano Rajoy, ¡qué mal lo están haciendo!, lamento no haber puesto el sonido diferencial como en "Sonrisas y lágrimas". Que hubiera banderas no es nada malo, pero sí opinar lo contrario. Que cualquiera lleve la bandera que quiera. Yo por ejemplo llevaba una bandera de Giulio,  aunque no se veía. También llevaba el polo de IBM con Cobi que compré en 1992.

Yo fui porque tenía que ir, como todos. Realmente sumergido entre la multitud, en mi silla de ruedas, empujado por mi amigo, que también ama Barcelona. Conversaciones en castellano, en catalán acerca de su comunidad de vecinos. Algunos, además, tenían que obedecer ordenes, las "estrelada con crespones". Sí, los había que obedecieron sus órdenes, pero había muchos menos de los esperados. Los políticos deberían tener en cuenta que el mensaje de no armar al terror ha calado, (a pesar de eso no creo que vayamos a cerrar la fábrica de Landaben, que hace furgonetas; o no usar ollas para el cocido, por si acaso se convierten en armas). Convendría que los políticos dijeran algo acerca de este negocio, no sea que nos estalle una bomba comprada por Internet a su sombra y tengamos un nuevo problema.

Si algún político no entiende, ¡que se calle por favor!

El ayuntamiento estuvo muy bien aportando un símbolo inesperado: rosas rojas, amarillas y blancas, imposible de asociar a ninguna orden. Casi se me saltan las lágrimas cuando se hizo, por fin, un silencio majestuoso que obviaba banderas y mensajes, que hacía olvidar a nuestros representantes, que no paran de recitar consignas, a todas horas, mientras se interpretaba El cant dels Ocells.

Resumiendo, Barçelona t’estimo y lo haré hasta que me muera, porque su gente está en donde tiene que estar, porque es capaz de llevar las banderas que quiere, porque habla en el idioma que quiere,  porque no tiene miedo, porque dice lo que quiere, y porque ha sufrido las consecuencias de problemas que jamás ha hecho nada por generar.

Barçelona, t’estimo!!!


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