Entre algodones. Creces con tu familia. Solo ves tu mundo, eres parte de algo, no eres nada aún. Ni idea.
ilusiones, retos individuales, amor, entusiasmo, alegría, decepción, colores, amigos, curiosidad, luces. Encuentras el fin del mundo. Y te asomas para verlo y te gusta lo que ves, lo que puedes hacer, todo a tu alcance. Aprendes, casi absorbes, te rompes probando. Olor a nuevo. Se forman los ideales.
Sales por la puerta y a codazos te haces sitio, ya todos miran. Sombras, amor de nuevo, más ilusión, ya sabes de que va, pero no sabes porqué. No puedes verlo desde lejos, no eres un espectador en la vida. Dependes de lo que te digan: alabanzas, críticas. Nada pasa si no se ve. Ya sabes que algo no podrás hacerlo. Recuerdos, lugares. Día a día, verso a verso, como decía el poeta. Y el cine, la música y los libros, llenos por alguien que ha podido comprender que incluso puede explicarlo. Te encuentras al mundo tozudo, al que le importas un carajo. Sudor, esfuerzo, ganas, voluntad, compañía, miedo. ¡Que duro es vivir!¡Qué fácil es no mirar, imaginar! y ¡qué falso! Se destruyen los ideales.
Experiencia, más amor, gratitud, tu familia ya es tu culpa, paz y sosiego,… a veces. Cansancio. Más miedo, el horizonte sirve para mirar. Deberías ser capaz de disfrutarlo. Ya sabes que todo era como la ventana de un tren en marcha. Volar, disfrutar, caer, sufrir, querer y, si puedes, crear. Nunca solo, sino no existes, más amor. Se entienden los ideales.
Algo debe quedar.
1 comentario:
Que me habeis asombrado con vuestros pensamientos y que me ha costado trabajo entrar a tal nivel de introspección. Felicidades por tu Blog. Saludos de V. Silva
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