Decía un jefe mío que tuve hace muchos años, que antes de escribir era necesario tener en la cabeza lo que escribes. Se refería a temas importantes, temas en donde la posición mantenida podía causar o no causar problemas al exponer una opinión o un hecho, por escrito.
El reto de escribir es un estado de ánimo. Escribir como hacen los que no buscan otro objetivo que compartir un punto de vista, buscando hacerlo de la forma más agradable posible, para que el mayor número de personas pueda leerlo. El canal que se usa puede ser más o menos multiplicador, y eso añade al hecho de escribir una forma de apuesta inteligente, los canales que uno emplea son importantes.
Cuando uno escribe y vive de ello, entonces ya nada debe de ser igual y el reto se convierte en una obligación. Obviamente con la experiencia que se le asume a quien puede vivir de ello, la facilidad de alcanzar el reto de escribir es más fácil.
Pues bien, hace ya más de un mes que no escribo nada. Hace un mes que mis “obligaciones” me han secuestrado la capacidad de expresar por escrito las experiencias que han seguido agolpándose en mi vida. Sin embargo, no ha disminuido mi atención a las cosas que me rodean y que me provocan.
Sí, he sido incapaz de resumir, de expresar, todas esas cosas. Me ha faltado eso que al escritor le sobra: tiempo y experiencia para resumir, sintetizar, escribir, al fin, cosas que otros puedan entender.
Después de este montón de excusas, vaya mi disculpa por no haber podido hacer, algo que para quien escribe sin el ánimo de recibir nada a cambio, y solamente pretendo saber que alguien lee lo que escribo.
2 comentarios:
Espero que este breve texto responda a su pretensión de saber si lo leen.
Lo hago en mi nombre y en el de aquellos que por falta de tiempo pasan por su blog sin dejar rastro.
Nada que disculpar.
Mis respetos,
Héctor Beiro.
Cumpla este breve texto con su pretensión de saber que lo leen.
Lo escribo en mi nombre y en de aquellos que pasan por su blog y aunque dispuestos no dejan su rastro, por falta de tiempo.
Nada que disculpar.
Mis respetos,
Héctor Beiro.
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